¡Pobre ser humano!
manipulado,
absolutamente dirigido
por quienes lo controlan todo
-o eso creen, al menos-;
víctima de tantas mentiras,
de tantas especulaciones,
inmerso, cada vez más,
en el miedo;
marioneta de tantos viles titiriteros,
explotado, empujado a la desidia,
al abandono de sus ideas,
al olvido de sí mismo;
¡pobre ser humano!
intenta soñar
durante unas horas
con su libertad,
con un mundo diferente;
habita, por un rato,
ese noctámbulo universo paralelo;
¡insiste, pese a todo, en creer
en el amor!
lo único
que libera, anima,
¡salva!
camina
y su aparatito de turno
sabe hacia dónde,
le saca la mejor foto,
conoce su historia,
la tecnología, los que la manejan,
consiguieron esclavizarlo,
-aun, al más reticente-;
¡pobre ser humano!
llorando penas
muy internas,
añejas, nuevas, posibles,
secretas,
pues a ninguno interesa
nada
más que de sí mismos
y ni siquiera;
intentamos sobrevivir,
¡odiosa palabra!
tememos a virus letales,
tememos a tantas cuestiones;
en tanto,
-nos demos cuenta
o no-,
ya no tenemos escape.
Somos, seremos
nuestros propios
depredadores.
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