Enamorados
del árbol gigante
que apenas, asoma
y corta, en gran parte
el gris triste, ardiente
de la ciudad
semi-dormida;
enamorados
de la tierra,
de su olor,
de sus semillas,
del crecimiento,
desprocupado,
de cada flor,
de cada arbusto;
enamorados
del sol,
también, de las nubes oscuras,
de las lluvias leves
y de las más impetuosas,
con sus amenazantes truenos,
con sus imbatibles vientos;
enamorados
de las risas,
también, de las lágrimas,
del dolor,
del que se aprende
y se sigue,
en principio,
trastabillando,
como un bebé
cuando da sus primeros pasos;
luego, de a poco,
enamorándose
de los progresos,
de cada despertar,
mucho menos triste,
mucho menos expectante;
enamorados
de la vida,
como venga,
como sea,
con ese amor que partió
para siempre,
con el que se quedó
un rato,
con el que se queda
por siempre;
con ese sueño
que solo era un sueño
cuando descubrimos
qué se ocultaba detrás;
enamorados
del éxito,
también,
-aunque detesto esa palabra-,
del fracaso;
¡enamorados
de haberlo intentado!
enamorados
de nuestro niño,
el de hace años,
y del interior;
enamorados de aquel joven que fuimos
con sus errores, con sus decisiones;
algunas, aún hoy nos favorecen,
otras, por el contrario;
¡enamorados, siempre enamorados,
de todos modos!
enamorados del ser
que hoy somos,
de nuestras torpezas,
de nuestros olvidos,
de nuestros logros,
de nuestros intentos,
pese a saber, de antemano,
su inutilidad.
¡Nada es en vano,
nada, siempre que estemos vivos!
y amar a quien no nos ama
no es problema,
porque de amor se trata,
¡y a este mundo
le hace falta tanto, tanto amor!
¿por qué no enamorarnos
del nuestro,
sea cual sea su destinatario?
sin olvidarnos del amor primordial:
el amor por nosotros mismos;
¡¡gritar por la calle
nuestro amor, nuestros deseos,
nuestro yo,
como se presente,
como venga!!
exhibir, pregonar nuestro enamoramiento absoluto
y de todo,
así, parezca fanatismo, locura,
¿qué importa?
¡importa existir!
estar ahora
escribiendo esto,
trabajando en lo que sea,
leyendo, mirando televisión,
haciendo tareas domésticas,
cocinando, estudiando,
o no haciendo nada,
quizás, pensando,
riéndonos de algo
que pasó hace tiempo
o hace un rato;
¡más enamoramiento,
más risas, menos preocupaciones enfermizas!
así, funciona,
así, están las cosas.
No vamos a cambiar el mundo
por sentir, por poder, por atrevernos
a demostrarlo;
pero nosotros creceremos,
nos querremos mucho más,
porque amar y decirlo,
cantarlo, contarlo,
expresarlo en letras,
en pinceladas, en danzas,
en notas musicales,
en miradas, en abrazos,
en palmadas, en besos de todo tipo,
no es fácil;
-no cualquiera se atreve
ni se atrevería-.
Enamorarse
y que todos lo sepan,
pase lo que pase con ese sentimiento,
esa incomparable sensación,
esa bendita ilusión
es privativo de pocos
y hasta diría...
¡exclusivo
para valientes!
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