lunes, enero 20, 2020

Solo para valientes

Enamorados

del árbol gigante
que apenas, asoma

y corta, en gran parte
el gris triste, ardiente

de la ciudad
semi-dormida;

enamorados

de la tierra,
de su olor,
de sus semillas,

del crecimiento,
desprocupado,
de cada flor,
de cada arbusto;

enamorados
del sol,

también, de las nubes oscuras,
de las lluvias leves
y de las más impetuosas,

con sus amenazantes truenos,
con sus imbatibles vientos;

enamorados

de las risas,
también, de las lágrimas,

del dolor,
del que se aprende

y se sigue,

en principio,
trastabillando,
como un bebé
cuando da sus primeros pasos;

luego, de a poco,

enamorándose
de los progresos,
de cada despertar,

mucho menos triste,
mucho menos expectante;

enamorados
de la vida,

como venga,
como sea,

con ese amor que partió
para siempre,

con el que se quedó
un rato,

con el que se queda
por siempre;

con ese sueño
que solo era un sueño

cuando descubrimos
qué se ocultaba detrás;

enamorados
del éxito,

también,
-aunque detesto esa palabra-,
del fracaso;

¡enamorados
de haberlo intentado!

enamorados

de nuestro niño,
el de hace años,

y del interior;

enamorados de aquel joven que fuimos
con sus errores, con sus decisiones;

algunas, aún hoy nos favorecen,
otras, por el contrario;

¡enamorados, siempre enamorados,
de todos modos!

enamorados del ser
que hoy somos,

de nuestras torpezas,
de nuestros olvidos,
de nuestros logros,

de nuestros intentos,
pese a saber, de antemano,
su inutilidad.

¡Nada es en vano,
nada, siempre que estemos vivos!

y amar a quien no nos ama
no es problema,

porque de amor se trata,

¡y a este mundo
le hace falta tanto, tanto amor!

¿por qué no enamorarnos
del nuestro,
sea cual sea su destinatario?

sin olvidarnos del amor primordial:
el amor por nosotros mismos;

¡¡gritar por la calle
nuestro amor, nuestros deseos,

nuestro yo,
como se presente,

como venga!!

exhibir, pregonar nuestro enamoramiento absoluto
y de todo,

así, parezca fanatismo, locura,

¿qué importa?

¡importa existir!

estar ahora
escribiendo esto,
trabajando en lo que sea,
leyendo, mirando televisión,

haciendo tareas domésticas,
cocinando, estudiando,

o no haciendo nada,

quizás, pensando,
riéndonos de algo
que pasó hace tiempo
o hace un rato;

¡más enamoramiento,
más risas, menos preocupaciones enfermizas!

así, funciona,
así, están las cosas.

No vamos a cambiar el mundo
por sentir, por poder, por atrevernos
a demostrarlo;

pero nosotros creceremos,
nos querremos mucho más,

porque amar y decirlo,
cantarlo, contarlo,

expresarlo en letras,
en pinceladas, en danzas,
en notas musicales,

en miradas, en abrazos,
en palmadas, en besos de todo tipo,

no es fácil;

-no cualquiera se atreve
ni se atrevería-.

Enamorarse
y que todos lo sepan,

pase lo que pase con ese sentimiento,
esa incomparable sensación,
esa bendita ilusión

es privativo de pocos
y hasta diría...

¡exclusivo
para valientes!

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Cristina Del Gaudio

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