sábado, enero 04, 2020

Un corte breve en esa pugna cotidiana

Puede ponerse
el corazón entero,

no guardarse nada,

ni un solo sentido,
ni una sola esperanza;

no decir, de entrada:
quizás no sea hoy,
quizás otro día,

quizás,
¿quién sabe?

puede ponerse
todo, la vida,

aun así...

nada.

Pero valió, vale la pena,
siempre lo vale,

el gozar de lo deseado
de antemano,

el imaginarlo, tan solo,
el visualizar cómo, de qué modo,
cuándo, en qué sitio,

se dará,

¡cuánta ansiedad,
qué miedo,

en el contar y contar
las horas, los minutos

para que el mundo
de pronto, nos devuelva aquello,

lo que perdimos
o creímos haber perdido,

o nunca tuvimos

y ansiamos alcanzar!

momentos preciosos
plenos de expectativas,

en la cabeza,
en el alma,

desfile inacabable de espléndidos escenarios,

hábitat de tantas situaciones,
intercambios

desbordantes de abrazos, besos,
miradas

que tal vez,
remitan, en parte
o en mucho

a aquello
que nunca se supo si fue real,
si fue un sueño

o se trató de un recuerdo imaginado

todo por no claudicar

al paso repetitivo,
en el tedioso deambular
de tantos días

todos iguales,

vacíos de magia,
de promesas,

de emociones,

aquellas que muy pocas veces
o casi nunca

se tiene la dicha
de experimentar;

por eso,

¿importa si sucedió,
si sucede,
si volverá a suceder?

importa creer en su posibilidad,

dar un espacio a la fantasía,

¡no renunciar!

a lo que sea que se nos ocurra,
a lo que sea que queramos,

así, se tratara de un instante,
un solo instante,
un fugaz pensamiento;

un corte breve en esa pugna cotidiana,
automatizada,
de continuar;

hallar, de pronto, la antigua varita
cuyos legendarios poderes,

uno podría,

si se lo propusiera,

activar.





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Cristina Del Gaudio

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