sábado, diciembre 28, 2019

Esa valorización de lo que realmente vale

Sé del dolor,
del sacrificio

de aquellos que viniendo de tan lejos,
trabajaron duro,
lucharon por sus seres queridos,

contribuyeron a hacer nuestra patria.

En mi sangre
se desliza el mismo fluido, pleno de lucha,
del no dejarse vencer,

de hacer lo que se tiene que hacer,
más allá de gobiernos, de problemas de toda índole,
de pérdidas,

de penas,
difíciles de superar.

Esa sangre arde en mí,
me incita,
me inclina a salir

de cualquier dificultad,

a soñar
con que es posible

aun, lo impensable
para tantos;

nada es imposible
si se ama,
si se sostienen las ideas,

¡si se es insobornable!

si se cuidan
los más preciados sueños,

si no se teme al sacrificio,
ni a las debilidades,

si no se hace lo que sea
en pos de un engañoso éxito;

¡si se deja de lado
el miedo!

por eso,

hoy, mañana, también
me levanto, me levantaré

y tomo, tomaré consciencia,

¡soy parte de ellos!

los que no se detenían a cuestionarse,

los que aceptaban,
-no digo resignaban, de ningún modo-;

los inmigrantes
que llegaron a tierras extrañas
con sus ínfimas pertenencias,

¡con tan poco
y tanto por hacer,

por reinventarse,

por sostener!

solos, en familia, indistintamente,
vinieron sin nada
y construyeron sus hogares,

¡y tuvieron paciencia, voluntad,
fe!

¡años les llevó lograr esas pequeñas metas!

y no le temieron al esfuerzo,
aunque, desmedido,

por el contrario, era su orgullo:

llegar a su casa,
recibir los alimentos
ganados con su trabajo,

el amor de los suyos,
de tantos otros,

la enseñanza
a través del ejemplo,

fructificó en esa toma de consciencia,
esa hombría de bien,
esa valorización de lo que realmente vale

que los años
trasladaron, -así, ellos no lo sepan ni lo sabrán-,

a su descendencia.

(Gracias
por siempre).



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Cristina Del Gaudio

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