Quisiera poder decir
todas esas frases,
esas conjunciones maravillosas
de signos
que son letras
que son palabras;
mi expresión,
mi reto,
desde hace tanto.
Sin embargo,
se percibe un profundo vacío
en el baúl del sentir,
lejos está esa avidez
por llenarlo hasta el tope
con mis versos,
con mi prosa,
fruto de tantos sueños rotos,
de tantos otros
cumplidos,
de tantos
por cumplirse
o no;
carezco, al menos hoy,
de esa verborragia imparable;
no tengo
más que un deseo exiguo,
una canción que apenas se escucha desde un lugar ignoto,
una melodía
que casi ni se atreve al susurro;
tal vez,
sea el canto de los pájaros,
el de las sirenas.
Lo cierto es que mi corazón no se exalta
de aquel modo,
no espero lo que esperaba,
ni anhelo lo que sé no llegará.
No es pesimismo,
es aceptar,
-no tengo alternativa-.
Vos
serás el emblema
de lo que no pude volver a alcanzar,
de lo que alguna vez tuve
y no sé, quizás por ese fervor, insaciable
de la juventud,
por ese nunca parar de buscar y buscar
para jamás conformarse,
te perdí;
a vos
te ocurrió algo similar.
Serás, repito,
ese emblema,
aunque no queden demasiados resabios
del que tanto me atrapó
y en tantas ocasiones;
decido cesar en esos múltiples intentos,
renunciar a mis súplicas patéticas;
le pido al corazón
que deje de latir
que deje de latir
por vos,
por lo que significaste;
serás, repito,
lo que no pude volver a alcanzar;
como ese objeto, el que fuera,
al que no se puede acceder
de ningún modo;
Pasaré, fugazmente,
por la misma vidriera
pero ya no me detendré,
¡no dejaré que el tiempo se acabe!
intentaré recuperar aquel impulso,
apostar a nuevas ganas,
nuevas maneras
de querer;
optar, ¡al fin!
por otro rumbo,
¡quién sabe cuáles,
cuántas sorpresas
podrían estar aguardándome!
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