Claro que voy a decirte
siempre, siempre, ¡siempre!
lo que siento;
no hay lugar
para esconderse ya,
no hay escondites;
estuviera donde estuviera,
estuvieras donde estuvieras,
del modo en que sea,
nos encontraríamos.
Pasó la etapa
del no demostrar,
del no expresar,
del no admitir;
del reservarse
toda esa pila de sensaciones,
toda esa maleta plena de pequeñas,
aunque, significativas
palabras, frases, actitudes.
Pequeños pero intensos arrebatos
de cariño, pasión,
con una dosis de locura;
pequeños sueños
que portan, consigo, otros tiempos,
que persisten
cuando no se construyeron
nuevos.
Pasó la época de mentirse,
de fingir desinterés;
se siente tan bien,
es tan liberador,
tan refrescante,
pronunciar ese o esos te quiero,
te deseo lo mejor,
te extraño,
sos de lo más lindo que me pasó,
te sueño,
escribí esto, esto
y esto
¡y mucho más!
todo,
pensando en vos,
sintiéndote en ese presente,
el del acto creativo,
luego de haberte pensado
o repensado
y reinventado;
luego de haberme dado cuenta
de que no queda demasiado tiempo,
¡nunca queda demasiado tiempo!
es preciso que te lo diga,
-claro que un poco tiene que ver
la Navidad, tan próxima-,
¡ese halo, ese film que proyecta la mente,
en el que desfilan todos esos festejos,
esos regalos, esa felicidad real!
por eso...
no me importa reconocerlo
y decírtelo:
estás entre lo que más quise,
no me importa si esta confesión te perturba,
-sé que no, sé que es todo lo contrario.-
Estás
entre las alegrías, las risas más añoradas,
entre los placeres más vívidos,
entre los abrazos más contenedores,
más ciertos,
abrazos
que se prolongaron,
se prolongan
-así, no se hayan repetido-,
durante toda la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario