miércoles, diciembre 30, 2020

Entretanto, la vida sigue

Cambiar de año.

Cambiar de década.


Convenciones,

simples convenciones.


La vida sigue, entretanto,

mientras contabilizamos minutos, horas,

revemos actos, no actos, palabras, silencios

de nuestro pasado más próximo


y también de antes, mucho antes.


La vida, como dije,

entretanto, sigue.


Los árboles

no se ajustan a calendarios,


más allá

de sus ya no tan taxativos

cambios estacionales;


de  todos modos,

se produzca o no tal o cual cambio,

allí están,


siempre que un viento huracanado

no los derribe,


no arranque sus ramas,

no los arranque de raíz;


la vida, entretanto,

sigue;


el sol brillará con más, menos

intensidad,


habrá amaneceres húmedos,

secos,


luminosos, oscuros

frescos, helados;


también, sofocantes;


sin importar calendarios,

sin importar un antes, 

ni siquiera el más próximo;


solo nosotros,

solo el hombre,


solo,

cada vez más solo.


Y sus miedos

ya no se circunscriben a tiempos, meses,

años, estaciones;


el hombre

deambula  casi

sin pensar,


más, menos abrigado,


y a diferencia de los árboles,

del cielo, de los pájaros


vive preguntándose

por qué no se puede volver

a un pasado que ni siquiera recuerda

o no toma conciencia


si en verdad, añora;


también, acerca de un futuro

del que hoy asume

-o así lo intenta-


su insondable lejanía;


tal vez,


intenta o pretende intentar

una especie de aceptación


de su factible inexistencia.

miércoles, diciembre 23, 2020

Ignoro si esto acabará

 Brillante


como quizás,

deseo recordarte;


la mirada centelleante,

también, tu atuendo,


como si un halo de luz, enceguecedor

te hubiera sido destinado


en ese preciso momento,


cuando yo te miraba

y te admiraba


como antes,


como en aquellos tiempos

que cada vez parecen más y más lejanos;


¡qué refrescante,

cuán motivador

el haber amado de ese modo!


¡qué inexplicable, maravillosa sensación

la de haberse sentido elegida, 

la más bella,

fuerte, poderosa!


claro que pudo haber sido

-o lo fue-


una ilusión.


Se extinguió

cuando tuvo que extinguirse.


¿Importa eso ahora,

envueltos en rutinas, combinadas con pobres ensayos de ciertos placeres,


asfixiados por el miedo,

por las agobiantes precauciones que nunca son suficientes,


mareados en un torbellino de verdades que nos arrojan desde todos los medios,

verdades que cada vez se asemejan más a las mentiras,


atontados en medio de una especie de niebla

en la que reptan, invisibles y visibles,

tantos peligros,


aún, la propia muerte?


claro que la muerte

siempre transitó, transita a nuestro lado,

desde que nacemos


a la vida.


¡Alucinante, adorada, sorprendente vida!

¿cómo pudiste volverte tan amenazante?


¿cuánto daño te hicimos

para que el clima se haya vuelto tan hostil,

para que tantas pestes,

tantos males,


y sus consecuencias,

más o menos palpables


se hayan convertido en fantasmales pesadillas

dormidos y despiertos?


claro que el hombre,

-nosotros-,

tuvimos que ver.


Directa o indirectamente,

conscientes o no tanto

o absolutamente inconscientes.


Y aquí estamos,

agradeciendo un día más,

rogando por un día más.


Miro a mi alrededor

y me sobresalto,


mi mente aún no puede procesar

el incesante desfile de barbijos.


Miro y me desespera

ese hacer de cuenta de tantos

de que todo sigue igual,


¡sabemos o algunos saben

que no es así!


ignoro si esto acabará,

ignoro si lo veremos acabar,


si regresarán

días, encuentros, actividades

hoy añorados.


No sé si volveremos a encontrarnos,

de la manera en que sea,


no quiero pensar ni por un instante

en que no.


Supongo que puedo,

que podría soportar lo que fuera


con excepción de la absoluta certeza


de no volver a verte,

ni a escucharte, ni a leerte


nunca más.


martes, diciembre 22, 2020

Es hoy. No mañana.

 Quieren

 que seamos sus rehenes.


Quieren

a costa de lo que sea,

perjudique a quien perjudique,


someternos

a sus designios;


quieren

que renunciemos a toda mera idea de alguna posibilidad

de crecer, de hacer las cosas bien, 


¡de ilusionarnos

con una vida distinta

con un apuntar a un futuro de crecimiento,

de creación constante en pos del bienestar,

la salud, la educación,


de todo tipo de mejoras

que hagan de este país

un país pródigo, 


sin tremendo bagaje

de incertidumbres;


un país 

al que todos elijan venir,


al que se tome

como modelo,


como sucede

con los países que sí cambiaron su historia,


aun a costa de terribles padecimientos,

pestes, injusticias, crímenes caprichosos

de seres carentes de la más mínima

consideración hacia sus semejantes,


hacia ellos mismos.


Pues, sean como sean,

así, parezcan eternos,


todos sucumben.


Todo gran imperio

que se creyó 

absolutamente invencible,


se derrumbó.


Los grandes poderosos

padecieron su arrogancia, 

su desdén, su alejamiento

de quienes eran sus súbditos,


en muchos casos,

sus esclavos,


también de sus seres queridos.


Todos lo padecieron.

Todos lo padecen

en algún momento:


La enfermedad, el deterioro,

la muerte


les llega a todos,

con más, menos poder, dinero,

seguidores, fama, conexiones,


lo que fuera.


Cuenta el hoy.


El hoy nos reclamará mañana,

nos preguntará: ¿qué hicimos,

por qué no lo hicimos,


por qué nos doblegamos

a tantas presiones, torturas,

injusticias,


por qué  nos dejamos vencer

por el miedo que se empeñaron en inculcarnos

y tantas veces


lo consiguieron?


Por eso, vivir el hoy

es la táctica.


Hoy defiendo mis ideas,

hoy muestro quien soy, 

digo lo que pienso,


no me someto a decisiones de otros

sobre mi persona, mis bienes, mi ideología;


hoy no admito cuestionamientos,

ni siquiera del vecino de al lado.


Sin violencia,

con astucia,

con la cabeza en alto,


con la autoestima intacta.


Hoy no abusarán de mí

en ningún sentido.


Hoy no me harán inclinarme

ante nadie ni nada.


Hoy no obedeceré 

reglas, indicaciones, normas

que no estén alineadas a mi modo

de ver, de pensar, de ser.


Hoy

haré algo, lo que pueda, alcance a hacer,

vinculado a mis sueños, a mis deseos, 

a mis ganas.


Hoy

diré lo que siento por quien sea

y también lo que ya no siento.


Hoy.


Si así no lo hiciera,

que mañana

Dios, el Universo,

mi país,


yo misma


me lo demanden.



lunes, diciembre 21, 2020

Distintos hombres, similares historias

De los pocos

o algunos más

que alcancé


a gozar,


¡uh! miles de experiencias;


¡libros clásicos

en papel!


jamás podrán ser reemplazados.


¡Cuántas emociones,

cuántas lágrimas,

qué maravillosos y verídicos

pactos con el autor!


cómo volaba, cuánto volaba,

entonces,

la imaginación;


también había mucho de incomprensión

o una comprensión distinta,


particularmente, cuando los tuve en mis manos

siendo muy joven;


hoy llegan a nosotros

en  versiones más actualizadas,


algunas, impecables,

de muy alto costo,


pero siempre producen las mismas ganas,

nos invitan a volar, a soñar, a recordar,

a sentirnos identificados;


el releer lo tantas veces leído, pensado, 

reescrito por nuestra inquieta, ávida, mente;


el bagaje de experiencias

edifica nuevos significados

para los mismos textos;


resignifica ciertos valores,

determinadas ideas,


¡muchos de ellos nos parecen tan antiguos,

tan caducos!


el tiempo pasó.


Y pese a los cambios en las formas de comunicarse,

en el uso del vocabulario, en los distintos soportes, 

en medio de la entreverada red virtual,


pese a todo y a todos


nada hubo ni hay ni habrá

como sumergirse por completo


en las páginas de esos clásicos,


llamados de ese modo

pues siempre tienen algo que decirnos,

algo que hacernos ver,


cualquiera sea nuestra edad, nuestras vivencias,

nuestra educación, nuestra situación social;


aportan expresiones en pos de referirse a distintas situaciones

que pueden o podrían ser disparadoras

de nuevos pensamientos,

de renovadas historias.


¡Cuántas recreaciones se han hecho

por escrito o en videos, films

de tantas obras que datan de siglos pretéritos!


pero los clásicos,

los buenos clásicos


siempre tienen actualidad,

así, se hayan aplicado términos hoy en desuso,


la vigencia

que sostiene

que siempre sostendrá

la vida del hombre común,


del rico, del poderoso, del humilde,

del ignorante, del sabio,


del enamorado, del que pena por amor,


ese iluso adolescente que sueña

con quien lo rechaza


en tanto, desoye el canto desesperado

de quien vive y muere por él;


las injusticias, los odios, aun entre parientes,

amigos,


la deshumanización

ante situaciones límite;


el hombre ha sido

y es casi en todo o en todo

prácticamente igual;


solo cambian ciertas modas y modismos,


ciertas manera de hacer, 

de expresarse, de gesticular.


Pero la realidad, el mundo interior

del hombre, por ejemplo, del siglo XVI,

- haya sido cual haya sido su estrato socio-económico-cultural-

no dista demasiado de la de nuestro siglo.


Los padecimientos, los abandonos,

las traiciones, las pérdidas, las enfermedades,

los amores compartidos, los desamores,


la juventud,

la vejez,


el desamparo, las glorias,

las risas, los llantos


tienen mucho o todo que ver


con quien lee, vive o recuerda alguna de esas instancias

justo justo en el momento en que el autor

¡como si aquel reviviera!


ignorante, desde ya, de su presencia,

de su atención


se lo dijera a sus ojos,

a su sentir, a sus carencias,


a su entendimiento.


miércoles, diciembre 16, 2020

Con el viento en la cara

 Salir.


Sentir el aire fresco,


el viento en la cara,

agitándonos el pelo,

aliviándonos las cargas,


despeinando deseos

postergados;


percibir ese despertar

en la piel,


en la cabeza,

las ideas,


la mirada;


imposible no captar

ese renacimiento del espíritu,


esa convocatoria

a retomar, siempre retomar


el camino

al que creímos no poder volver;


no el pasado,

no el que huele a humedad;


el camino hacia lo puro,

lo bello, lo que sacude

las pelusas de la desidia;


el camino

hacia lo que deseamos ser,


en concordancia

con lo que ya somos


pero mejorados,


más fuertes,

más flexibles,


con la mente abierta

a lo nuevo,

sin olvidar lo que dejamos


pero nunca, ¡nunca!

la vuelta hacia atrás;


un nuevo mundo

-que tiene una parte o gran parte del anterior-


pero nosotros

lo haremos, lo hacemos

lo reconvertimos;


le imprimimos sueños novísimos,

lo teñimos con el tono que más nos plazca,

lo soltamos a su libre albedrío;


jugamos

a ser lo que somos


y el juego se ve, se vuelve

real;


así,

aun transitando entre zombies,

consumidores de cuanto les dicen,

les "informan",


regurgitadores

de mandatos, imposiciones;


¡carentes de un libre pensar,

de un libre escuchar, entender,


percibir,

vibrar,


existir!


nos permitimos, nos prometemos

no sucumbir


o nos surge naturalmente


el seguir con lo nuestro,

mejorar, crecer, 


sin perder el horizonte,


sin perdernos,


por el contrario,


reencontrándonos


como nunca, nunca

antes.


martes, diciembre 15, 2020

De valientes

 Sostener el sueño


¡hoy cobra

tanto pero tanto valor!


la vigencia

de la perspectiva, 

del bastión de la idea;


del cada día,

del cada nuevo comienzo;


hoy

es de valientes


no haber desistido.


Honro, me emocionan

aquellos que insisten, apoyan,

ayudan, desde donde


y como pueden


a algunos

a los que las penas los desmoronaron,


a los que cada amanecer

tienta a renunciar,


a los que se dieron por vencidos

sin haberlo sido todavía.


Gracias a tantos recreadores

de la lucha,

mi propia obstinación,


mi propia negación

al abandono


de mi bandera de principios,

de mi bandera que retoco

todo el tiempo


y le pongo más y más colores

y le coloco alas más fuertes


para que no se me olvide,


¡para que nunca se me olvide!

-aunque por momentos,

casi casi se me olvide-


no olvidarme


de quien soy,

por qué, para qué

sigo,


persisto,


convoco a persistir;


nunca dejo de mirar el cielo, el sol,

la lluvia,

los árboles,


y me quito el sombrero;


pues, me recuerdan

que ni siquiera se trata de objetivos,


ni de grandes planes,

dudas, ni certezas;


se trata de seguir

en pie,


respirando,


pensando, haciendo, diciendo

lo de siempre,


como antes -o no, mejor que antes-


así, no se halle ni el más mínimo

incentivo.

domingo, diciembre 13, 2020

Juntos pero no masificados

 Creen que pueden distraernos,

 creen que logran convencernos;


creen que su mínimo esfuerzo

-o simulacro de lo que fuera-

nos colma, 


¡que les podemos perdonar todo

cuando ellos no perdonan, no olvidan,

provocan, nos sumergen (o tratan de hacerlo) en el miedo,

la inseguridad,


el dolor,

en la circunstancia que les sea dada

o no!


Pero la guerra es contra aquellos que no adhieran a sus supuestas convicciones

aun, si en un rato, mañana, cuando se les ocurra

cambien;


porque así son,

así fueron, así serán.


¡y todavía pretenden que estemos agradecidos

por lo poco o nada,


por la nada!


que hicieron,

que hacen.


Creen que es un puñado de gente;

pero no es un puñado, es cada vez más grande,


y ama a su país,

¡ lo ama de verdad!


al punto de trabajar por él,

de no olvidar ¡nunca!

las leyes, 


la dignidad del trabajo,

de honradez, la consideración hacia el otro,

nunca la violencia, menos, por la violencia en si.


Creen, en fin,

que nos engañan.


No, están equivocados.


No somos de utilizar armas,

más que nuestras marchas, nuestros reclamos respetuosos,

nuestra palabra, nuestra voz, oral o escrita;


no es por debilidad,

ni por temor,


no es porque no se pueda o no se deba


¡no es porque nos sea fácil

soportar tantos atropellos!


es un modo de ser, de pensar,

de actuar, de buscar acuerdos.


¡De buscar la paz!


no fuimos criados ni enseñados

en la violencia,


nuestros antepasados

trabajaron por o en lo suyo,


lucharon,

perdieron, ¡tantas veces perdieron!


por sus hijos, por su país,

por su propia memoria.


Hoy

son honrados

en sus tumbas


o quizás, algo de ellos

esté en la naturaleza, en la tierra

en que crecimos, nos esforzamos,


a la que cuidamos,


en un pensamiento, una forma,

un sentir


únicos y no por eso sin divergencias.


El ponerlo todo,

sin pisotear los derechos de nadie;


respetando lo que nuestra Carta Magna

nos señala,


pues, para ello,

se reunieron personas desde ya,

mucho más escrupulosas


Y crearon las leyes.


No importa si otros no cumplen,

si otros se empeñan en ensuciarla,


en estropearla, denigrarla,

destruyendo todo lo comenzado,

todo lo que aseguraría un mejor futuro;


no importa si se obstinan,

en mil modos,

de aniquilar nuestros sueños.


Seremos fuertes,

no cambiaremos por nada ni nadie

nuestros principios.


Saldremos en paz

a reclamar lo que nos quitaron y nos quiten,


juntos

pero no masificados,


juntos

por amor.


El amor más grande y poderoso:


el amor a nuestra república.

jueves, diciembre 10, 2020

Cuidado con creerse el cuento de la libertad

 Creemos ser libres


y estamos encerrados.


Y no hacen falta cancerberos,


los obstáculos, en muchas ocasiones,

son solo imaginarios.


¡Presos, presos

de nuestros miedos,

de nuestras inútiles prevenciones,

de esas supuestas "seguridades"!


nos decimos libres,

nos proclamamos libre-pensadores

-y ni siquiera-;


tomamos ideas,

absorbemos, digerimos ideas de quienes 

con más o menos buenas o malas intenciones,


nos introducen.


Son sus propios pensamientos,

o lo que pretenden que sean,


que por alguna o varias razones

alcancen a determinadas personas

con determinados fines


o ninguno.


Es su modo de verlo todo,

de entender, de captar 


también, de hallar un sitial "importante"

en medio de una realidad global


que los

que nos

supera.


Por eso, quizás,

para tantos,

es preferible adoptar ese pensar ajeno,


acomodarlo

convenientemente,


fingir hasta sentirnos seguros

de estar a salvo,


cuando está en peligro nuestra cabeza,

nuestros principios, nuestras aspiraciones,


¡nuestros sueños!


lo que siempre, de algún modo o de varios,

fuimos.


Lo que somos.


Cuidado con creerse 

el cuento de la libertad.


Seamos libres, sí,


en verdad, libres


dentro nuestro.





miércoles, diciembre 09, 2020

Todo está en orden

 Quizás,

 no te perdoné,


-como reza una canción

olvidada-,


el no poder olvidarte;


así, me obstine,

¡me convenza!

de lo contrario.


Es probable


que todo siga 

como antes,


solo que lo hice carne,

piel, espíritu


lo hice parte mía


y no me resulta tan fácil

o nada fácil


desprenderme


de tremendas sensaciones

únicas, irrepetibles.


¿Qué hago?


¿cómo no escuchar tu voz entre miles de voces?

¿cómo no verte en rostros tan similares

o no tanto o para nada?


¿cómo no asociarte a un tema musical,

no necesariamente el "nuestro",  

sino cualquiera,

uno que ni siquiera

mencione al amor,


que simplemente,

mencione algo que en algún momento mencionaste

aunque no sepa precisar en qué situación,

por qué motivo?


se hace difícil.


Se vuelve imposible:

esto de fingir que todo es "normal";


creérmelo

para que los que me quieren

lo crean también;


a veces, no puedo más

con todo esto.


Puedo citar al virus,

puedo culpar a la crisis económica,

moral, social,


al gobierno, a los vecinos,

a quien fuera o a lo que fuera.


Pero el estómago se encoge de dolor

y no es una indigestión


o sí:


no pude, no puedo todavía

digerir, asimilar

las consecuencias de aquello,


el dolor

que supongo, nos quedó a ambos;


no soporto más

esta compañía que no acompaña,


¡añoro aquel contacto

que sí me acompañaba,

curiosamente,

desde tremenda distancia!;


sin vernos,

sin tocarnos,


tan solo, 

palabras, emojis,

expresiones de todo tipo


¡pero significaban tanto!


no fueron unos días,

¡fueron años!


en ocasiones,

los pienso perdidos,


-cuando me enojo

no con vos sino conmigo-;


en otros momentos,

como hace un rato, ahora mismo,

dentro de un momento, no sé,


extraño todo aquello,

todooooo, hasta lo horrible, 

los reclamos, los insultos, 


ese no tenerte

y saberlo

y saber, además,

que jamás te tendría; 


sé que resulta incomprensible,

-hasta masoquista-


este llanto atrapado

por dentro,

durante tanto tiempo;


este permanente

estado de implosión;


¡la muy extrema necesidad de descomprimir

un daño que me fagocita!


aunque me vean

o me imaginen

sonriendo


y les cuente, les muestre


que todo está en orden


por acá.



martes, diciembre 08, 2020

El arte que rescata

 Gracias


por lo que tengo


que es mucho, muchísimo.


Tengo amor,

tengo amigos,

tengo familiares


que se preocupan

y ocupan


cuando estoy mal,

angustiada, enferma;


gracias


por la salud,


gracias


por mucha más ropa

de la que necesito;


gracias


por mucha más comida

de la que requiero;


gracias

por todos esos libros,


algunos de los cuales,

-lo confieso-,

aún no leí;


gracias


por haber podido aprender,

por seguir aprendiendo,

por las ganas de hacerlo;


gracias


por este cielo

que sin que nadie se lo pida

allí está;


gracias


por los árboles,

¡inspiradores de tantos decires!


gracias


por intentar, por poder expresarme,


por derramar tantas lágrimas aquí mismo,

entre párrafos,


por atreverme a exponer mis miedos,

mis expectativas, mis decepciones,

mi impotencia,


mis alegrías,

mis locuras;


gracias


por tantos y tantos significantes

con, sin significado,


correteando, imparables,

por una cabeza, para bien o para mal

nunca vacía;


¡gracias, vida, Dios, Universo!


por esta inclinación, inexplicable

o explicable


a este arte


que acompaña,

consuela, 

¡rescata!


enorgullece.


Gracias a todo

y a tantos que me soportaron


en esta selva literaria

a veces, llena de obstáculos,


otras, con la energía, la creatividad,

las palabras precisas,

desde la cabeza, el espíritu


hasta el soporte de turno;


desde  mí

hacia ustedes:


lectores,


a quienes, en general,

desconozco,


a todos los que por un rato,

se detuvieron, detienen por acá;


si ocurre, de pronto,

que ciertas palabras, frases,

las sienten propias,


dispongan de ellas,

úsenlas a su antojo.


Todas, absolutamente,

les son destinadas.










Sin nosotros, nada


¿Aferrarnos?


ni al pino,

ni al sol,

ni al cielo perfecto, azul,

negro, estrellado;


ni a la lluvia,

ni al viento,


ni al lugar

al que llamamos "hogar";


ni a las personas,


ni a las que se fueron,

ni a las que están

del modo en que sea


o no están

o quisiéramos que estén

pero no hubo ni hay caso;


ni al dinero, a los objetos,

-mucho menos-;


ni a la tierra

a la que pertenecemos,


donde nacimos,

crecimos, aprendimos,

trabajamos, amamos.


¡Ni a las ideas,

mucho menos

a las que adoptamos de quien sea

o no!


ni a estas letras,

ni a otras letras

de otros,


ni a las que les precedieron;


ni a las que probablemente

vendrán


o no;


¡a nada!


salvo a nosotros.


Pues, sin  nosotros

¿qué importa el clima,

el pino, las letras,


las pérdidas, los amores,

la gente, lo que fuera?


sin nosotros


no queda nada

de todo lo que nos pareció

tan importante,


por lo que peleamos,

por lo que competimos,

lloramos.


Por lo que perdimos y perdemos,

quizás, demasiado

de lo que en verdad somos,


de lo que en verdad, deseamos ser.


¡Nuestra verdad!


¡aquí está, aquí, 

sin disimulos, ni escondites!


guste o no guste,

se apruebe o se rechace.


Ellos, nadie

sabe ni sabrá


lo que anida 

en nuestro interior;


los dolores

que aprisionan


todavía;


así, lo disimulemos

y nuestra sonrisa se vea perfecta;


¡qué fotogénicos

cuando fingimos esa felicidad acrílica!


nada


nadie


ninguno


sin nosotros.


Cuidemos lo que somos,

abracémonos,


no renunciemos a nuestros valores,

no desistamos,


¡no olvidemos nuestros sueños!


por nada, por ninguno,

¡jamás!


somos únicos,

irrepetibles;


¡no nos perdamos!


viernes, diciembre 04, 2020

Nadie los ve

 El frío apocalíptico

de una noche;


una noche

que dista en mucho de aquellas,

de tantas, en todos esos años;


cuando mirábamos las estrellas,

siempre con la ilusión

de ver caer


a alguna,


porque alguien nos dijo una vez

que eso traería suerte.


Pero no.


Al menos yo,

nunca pude ver ninguna,

como tampoco vi nevar,

ni crucé el océano,


ni sé, -solo me contaron-,

de otros lugares,

de otros modos,

en que las estaciones son las opuestas,


los horarios, muy diferentes,

las lenguas, las expresiones,

tan particulares


como las personas.


Aunque, en verdad, las personas

pueden tener hábitos, modos de comer,

de expresarse, hobbies,

vestimentas, actividades


diversos unos de otros,


¡pero... el alma!


allí siempre anidan

las mismas sensaciones,

los mismos temores,


el dolor más profundo,


los amores perdidos,

los recuerdos, los olvidos.


Nos aúnan más cosas

de las que creemos.


Hoy

una amenaza


se cierne sobre nuestro día a día,

aquí y también en el hemisferio norte,


donde sea;


¡muertos!


cada vez más muertos

desfilan, noche tras noche,


sigilosos


así, nadie los vea;


entonces todo este horror

parece no estar sucediendo.


Así,


los que hubieran deseado

verlos, siquiera, un instante

previo al nunca más,


aquí, en el norte,

en todas partes,


se consuelan, quizás, con su última foto,

su mejor sonrisa,

sus últimas palabras, sus últimos sueños.


Hoy

que la oscuridad

no se remite a la huida del sol;


hoy

que la oscuridad

nos acecha,


¡se empeña en tomarnos

como rehenes!


si ello aconteciera, otros serían  

quienes nos recordarían


o preferirían fingir que no;


aun, si algún día 

hayamos sido su móvil,


su preocupación,

su ocupación,


parte de su vida.



martes, diciembre 01, 2020

Ni un solo pensamiento que no te fuera destinado

 ¡Tanto, tanto pero tanto

 te amé!


mas lograste

con tus mentiras,

a la par

de tu "sinceridad" ultrajante,


apartarme;


días,

meses,

¡años!

pasaron


y yo 


esperando


esperando un cambio,

una palabra,

unas líneas;


algo que aclarara en mi tortuosa cabeza

lo que en realidad ya sabía,


lo que no quería saber

pero sabía;


¡pensar que no había en mi razón

ni un solo pensamiento,

ni un solo sentimiento

que no te fuera destinado,


que no tuviera resabios

de aquello que creí que sucedió


así, no haya sucedido nada!


-no en vos, al menos-.


En las calles,

en todas las calles, donde fuera,


allí

estabas;


en cualquier parte

se reflejaba tu figura alta, 

inigualable,

la sonrisa de esa boca perfecta,


su recuerdo,

enmarcado en un cristal 

que creí incorruptible


me había impulsado a seguir creyendo

en tantas cuestiones,


¡en la vida!


¡en el amor, en aquel tipo de amor,

el único que mi espíritu, mi cuerpo,

mi cabeza

concebían!


te adoré hasta desangrarme,

así, no derramara ni una sola gota,


todo se diluyó,


se tornó vacío, estéril

cuando te fuiste


aunque, en verdad, no habías estado;


no esta vez,

sí en aquellos años 

que me obstiné en recuperar


inútilmente.


Lastima, claro que lastima,

eriza la piel,


irrita,

entristece,


lacera

toda posibilidad de volver a intentar

algo parecido


el haber tomado conciencia

de esa inesperada, ¿ansiada?

extinción en mí

de tan avasallador sentir;


cuando durante tan largo tiempo


¡te amé tanto, tanto,

pero tanto!




lunes, noviembre 30, 2020

Entonces...la vida nos sonreía

 Aunque se trate de ciertos reproches,

 críticas; 


aunque fueran meras observaciones,

correcciones,


-permanentes, 

extenuantes-;


a pesar de que solo remitieran

a exhibiciones de supuestos conocimientos


o en el empeño

en subestimar a quienes estudiaron o intentaron hacerlo,

a quienes obtuvieron o no cierto título;


si, en efecto, se limitara

a exhibir lo que, en verdad,

denota inseguridad, temor,

incertidumbre.


Así, solo se encuadrara

en simples caprichos,

 

en una inclinación momentánea

con el fin de reafirmar quién sabe qué,


así,


solo y nada menos,

se tratara del tedio, la desidia, la falta de motivos


o nada de eso,


tuvimos, claro, un tiempo

en que no existían esos vanos

-a veces, muy ásperos-,

intercambios;


ese voraz empecinamiento en superar al otro,

en arrojarle a la cara cierto saber;


claro que también hubo

momentos valiosos

en los que, en verdad, nos admirábamos;


no tratábamos de sellarnos la boca,

la cabeza,

el pensamiento,


uno al otro;


pero claro, estaban todos esos sentimientos,

la ternura, la atracción,

la pasión;


¡las tantas bromas,

comentarios festivos,

necesariamente triviales!


¡gestos amables,

miradas mudas que todo lo decían!


la vida nos sonreía

entonces;


Hoy


apenas,

una mueca

grotesca,


desprovista

de todo;


el desencanto,


la perversa,

irreversible


nada.









miércoles, noviembre 18, 2020

¿Salvarse?

 Ser o estar conforme.


Esa especie de apostolado

que conlleva determinadas prácticas,

en el marco de un modo de vida, diría, estoico


me remite, invariablemente,

al "no te salves"

de Mario Benedetti;


estar "a salvo" 

desde ya, una utopía,

pero si existiera la posibilidad


tiene o tendría

un costo muy alto;


al menos yo

no estaría dispuesta a pagarlo:


significa renuncia,

aceptación de lo inaceptable,


¡resignación!


tomar algo,

lo que esté al alcance,

jamás indagar,

tampoco, seguir buscando;


aferrarse a ese algo,

a falta de lo que en verdad, se ansía;


nunca elegir,

nunca intentar, siquiera, elegir,


así, otros

serán los que elijan por uno;


claro que parece más fácil

-o más cómodo-;


claro que (quizás)

no correría riesgos;


¿pero cómo podría,

cómo podría estar con quien me "conviene",

hacer lo que me "conviene",

admitir lo inadmisible?


¡ser capaz 

de fingir felicidad


o lo que sería una mentirosa, inmunda felicidad

cimentada en la renuncia

a nuestros verdaderos deseos, ideas, ambiciones,

aficiones!


no, de ningún modo,

al menos yo.


Estar conforme

sería algo así como comerse el pedazo de pan mohoso

y ni siquiera anhelar,


¡ni siquiera imaginar!


el sabor de ese chocolate

o de lo que sea que nos plazca;


no es vergüenza

ser pobre,

claro que no.


Pero nunca renunciar,

nunca mentalizarse con la idea

de "es lo que hay",


nunca, nunca ¡nunca!


quedarse

con lo que está a mano:


si no puedo escoger esto,

acepto aquello,


así, no sea

lo que quiero, 

lo que busco,

lo que me desvela.


-Aplica a sentimientos,

objetos, carreras, oficios,

trabajos, vocaciones, etc.-.


Por ello,

no resigno,

no bajo los brazos,


¡no me conformo!


¡no me salvo!


por el contrario,

pase lo que pase


acepto el reto,

no abandono por nada ni por nadie

mis pensamientos, mis sueños, mis objetivos;


así,

quede expuesta a la inseguridad,

al rechazo, la crítica,

la incertidumbre, el miedo,


al fracaso.


¿Acaso, de un modo u otro,

no lo estamos 


absolutamente,

todos?




domingo, noviembre 15, 2020

Miedo a sentir

 ¿Por qué

 todo lo que deseo

 se esfuma,


me es vedado?


¿por qué

no me sucede

eso mágico

que encandilaría

mis sueños,

mi "realidad"?


¿por qué

todo me cuesta tanto,


si me aproximo a alguien

algo más de lo mínimo "exigido"

ya le significa una invasión,


huye en mil modos

como si yo fuera un contrincante,

una terrible amenaza?


¿será que hoy 

los afectos aterrorizan?


¿el temor a exponerse

se originará en alguno o varios episodios traumáticos?


quizás, el haber padecido maltratos, manipulación,

abandono?


también pasé por algunas

o todas esas instancias

pero mi corazón quedó intacto;


de todos modos, no vacilo en exponerme, demostrar interés,

si así lo experimento;


¡no le tengo miedo al amor!


en todo caso, al desdén, a la mentira,

al desamor;


mas pese a ello, a todo, a todos,

insisto,

intento acercarme;


claro, podría ser mas explícita

pero esa actitud los ahuyentaría todavía más;


¡son solo palabras,

algún comentario algo más extenso

de lo "requerido"


y ya basta para que se oculten

dentro de su maldita armadura!


¿Será que el enamoramiento,

la conquista, el llamado "romanticismo"

se acabó para siempre?


¿se lo considerará, tal vez, cursi, pasado de moda?


¿seré yo el problema?


¿debería volverme reticente

a toda frase, a toda intención,

al mas mínimo interés,


para que el otro ni siquiera "sospechara",

para evitar su desaparición?


Me niego

a esa abstinencia de decires, de sentires,

a ese simple intento de iniciar, -si el otro baja su arma-,

un posible diálogo.


No importa cómo siga luego,


¡es el instante!


¡cuando más que nunca deberían valorarse

esos atisbos de consideración,

de intento de empatía,

de ternura,


en medio de tantos espíritus quebrantados

por los tantísimos riesgos

concretos, tangibles!


Por mi parte,

no adheriré jamás

a esa irracionalidad,


a ese específico estado de pánico.


¡no, por favor! 


ese apartarse ¡cada vez más!

de los otros,


de probables sentimientos,


¡de lo que sea que fuera probable!


esa renuncia a la propia esencia:


lo más bello, 

lo genuino,

 

lo que nos distingue de los demás

y, al mismo tiempo,


nos asemeja.



jueves, noviembre 12, 2020

Los que renunciaron

 No importa

lo que debería importar

o lo que siempre importó


o así lo parecía;


es tan obvio

el desprecio por la vida humana,

por la propia vida;


saludable, creativa,

afectiva;


hay quienes se burlan

de los afectos.


Pienso, en verdad

que son los que más los necesitan


o no los tuvieron,

o no se atrevieron,


tampoco antes,

cuando se valoraban,

cuando eran prioritarios;


a nadie, a muy pocos detiene 

la visión del cielo,


tocar la flor, aspirar su néctar,

abrazar el árbol


si no poseen dinero

en papel, en plástico


u otros bienes materiales;


si no pueden seguir embriagándose

-y no me refiero al vino-;


si no pueden seguir atrapados

a sabiendas, o no tanto


esclavos voluntarios de sus adicciones;


desde ya, el más absoluto desinterés

por todo lo que no convoque al placer inmediato,


a su obtención urgente.


Como los niños:


egoístas, cerrados, negados a todo

lo que no apunte a sus propios deseos;


el hombre se ha burlado de los hombres,

el hombre se ha mofado de sí mismo;


reniega de los robots, de la tecnología


y él mismo es controlado

por cámaras, teléfonos, todo tipo de dispositivos;


y lo sabe


obediente

accede

cuando le requieren

datos, detalles


sobre su vida


o lo que fue su vida

alguna vez;


Zombies

hambrientos de todo, de nada,

surcan las sucias calles 

de una ciudad en ruinas


quizas, desearian escapar

sin saber a dónde ni cómo;


son pocos

los que optan por el carpe diem


y se alejan

de la mugre,

del hacinamiento,


de la peste.


Otros

también podrían hacerlo,

pero ni fuerzas,


¡ni fuerzas!


son los que renunciaron,

los que abandonaron la pugna;


los que se olvidaron de quienes eran

o quisieron ser.


Los que se extraviaron

en cierto recodo

de un camino que ya no existe,


los que descreen

de todo,


aun de la más mínima


posibilidad de retorno.



lunes, noviembre 09, 2020

Que fueras ese sueño

que tus ojos

me revelaran

lo que imagino, deseo;


que fueras

el impulso,

las ganas descontroladas;


¡que fueras la pasión

la más incontenible pasión


que vibra en el cuerpo, en el espíritu,


luego

de un interminable letargo!


eso querría.


Eso

y todos los abrazos,

los besos, las caricias,


las palabras,

todas las que quisieras decirme,

en el oído, 


¡gritándolas!


sin miedos,

sin prejuicios;


eso


y mucho más,

mucho, mucho más


y nunca cansarme,


no tener que pedírtelo,

ni recordártelo;


no tener

que ansiar que lo adivines


y quedarme esperando

en vano,


portando, siempre

alguna lágrima,


o varias;


quisiera, en fin,

que fueras ese sueño


en especial,


cuando estoy despierta.




domingo, octubre 25, 2020

Torturas de domingos de lluvia

Si es domingo

y llueve


puede que los pensamientos

se trastoquen;


puede que vuelva

al imaginario


aquel amor,

antiguas promesas incumplidas,


el terrible dolor

que tal vez, significó

una obstinación inútil;


cuando es domingo

y, además, llueve


es probable el regreso a la mente

de las personas que perdimos

para siempre,


invariablemente,


en forma de auto-culpa:

esos pude haber dicho o hecho

tal cosa, tal otra,


o todo lo contrario;


¡tortura vana, dañina,

solo produce un estallido

de desazón, de disconformidad

con nosotros mismos,


replanteos y replanteos


de acciones, dichos,

inacciones, mutismos


que de todos modos,

no pueden, no podrán modificarse!


lo que se supone,

"debió" hacerse o decirse

en el pasado


justamente, ya pasó;


no hay posibilidad 

de remediarlo,

de intentar rehacerlo;


no sirve de nada, solo lastima

ese auto-castigo impuesto


el de imaginar que algo ya vivido

quizás, hubiera sido diferente


si no hubiéramos actuado de cierta manera,

si lo hubiéramos hecho;


¡no, definitivamente!


ese acoso psicológico,

en ocasiones, también físico


no suma, no sirve,

no alimenta, no alienta la creación;


mucho menos, si nos lo provocamos miles de domingos,

todos los domingos


sobre todo,

con especial empeño


si llueve.

sábado, octubre 24, 2020

Héroes sin escudo

 ¡Héroes!


porque resistimos;


porque nos levantamos

día tras día,


con las fuerzas que nos quedan,

con las fuerzas que nos imponemos;


es el espíritu:


nos hace incorporarnos,

nos empuja, estimula,


invita a trascender;


nos dice algo así como: -vamos, una vez más,

falta poco, no renuncies,

no te des por vencido,

no-.


Héroes


porque todavía,

pese a todo,

el amor nos enciende,

nos recuerda el vuelo,


nos devuelve, nos devuelve

y nos devuelve


a la vida,


en cada declinar,

en cada no querer seguir,


en cada sentir

que no podemos más;


en cada abandonarnos;


es el árbol,

es el cielo, es el sol,

son las personas,


son los que tanto amamos;


y es ese suave, mullido, susurro

en nuestras almas;


¡no todo está perdido!


hay mucho por hacer,

hay mucho por lo que luchar,

hay mucho por crear, aprender, trabajar, construir,

reconstruir, 


¡crecer!


no habrá

no lo habrá


un día igual al de hoy

ni al de mañana;


cuenta respirar hoy,

poder contar lo que nos pasa hoy,

poder no contarlo hoy,


poder

o no poder más


y de todos modos,

continuar;


héroes

sin capa ni espada,


ni escudos protectores,

aun inmersos, absorbidos, confundidos,

atemorizados


por una de las peores catástrofes

que ni siquiera vislumbramos;


héroes


porque seguimos estando,

porque seguimos eligiendo

así, nos impidan elegir;


porque seguimos siendo y pensando

lo que sentimos y pensamos.


Héroes


porque nada cambiará

quienes somos.


Nada.


Nadie.



jueves, octubre 15, 2020

Y la dejamos ir

¿Cómo se explica

tamaño dolor?


no es físico

o no solo,


no es espiritual

o no solo;


es un cuchillo filoso

y una cabeza que intenta evadir

su embestida;


así,


día tras día,

noche tras noche;


en tanto, pasan tantas cosas,

tantos miedos, injusticias, aberraciones;


en tanto,

hay lágrimas suficientes e insuficientes


para inundar el pasado,

el hoy


y tal vez, el mañana.


No, no es posible

traducirlo en palabras,

decires,


pensamientos, siquiera.


Es una voz

que no aturde

pero entorpece,


extingue

cualquier otro sonido


así, se trate de aquella melodía 

que evoca la circunstancia, la vivencia,

el motivo;


motivo que va diluyéndose,

que persiste solo en ese fragmento,

el más frágil


del cerebro,

del corazón.


Nada, ni yo misma,

ni vos tampoco


podremos poner las sílabas precisas,


nada, ni yo misma,

ni vos tampoco


sabremos definir lo que fue, 

lo que volvió a ser

o así lo pareció,


lo que pudo haber sido,

lo que no fue


y al parecer,

no lo será nunca.


Así,

corroa nuestra sangre, aniquile todo razonamiento,

impida volver a sentir

lo que fuera,


siquiera,

algo similar;


no volverá a suceder.


Aquella fue la última oportunidad.


Y no supimos,

no quisimos,


quizás, temimos,

reprimimos todo ese deseo, ¡tantas, tantas ganas!


descreímos de una nueva posibilidad,


renunciamos a asirla, 

no nos arriesgamos


y la dejamos ir.


La dejamos ir.

sábado, octubre 10, 2020

Deseo trunco

Ninguno supo,

en verdad


por qué

sucedió lo que sucedió;


no hubo conversaciones,

ni aclaraciones,


no se repitieron

intercambios de ningún tipo


luego

de aquello;


nunca lo sabré ni lo sabrás


el por qué,

o crearás tu auto-historia

dentro de tu aturdida cabeza


y yo crearé la mía,

seguramente, muy distinta;


no, no lo sabremos,

no lo sabré, no lo sé


por qué aún mi corazón, mi alma

se relamen en los mismos recuerdos

mencionados hasta el cansancio,


gastados, deshechos, irrecuperables;


extintos por la distancia,

en todas sus facetas;


nunca sabrás

de estos latidos,

de este enrojecimiento súbito

de mis pómulos


cuando algo, lo más insignificante,

me hace recordarte,


extrañar

hasta lo malo.


Y todo se disipa,

y deja de importarme dónde estoy parada,

a dónde me dirijo,

qué está pasando,


si todo es amenazante,

si no pasa nada;


¿nada?


nada más,

nada menos


que ese deseo trunco

de haberte tenido siquiera

por un momento,


ahí, 

enfrente de casa


esperándome

con esa sonrisa que nunca volveré a ver


-borré todas esas fotografías-.


Y entonces


¿cómo se sigue?


yo escribo, pido perdón,

me enojo, me des-enojo,

vuelvo a pedir perdón,

explico, cuento, añado...


y no sé si te pasa algo

con todo eso,


no sé si leés algo,

si aún te acordás, 

así fuera del peor modo


de mí,

de nosotros,


de aquello,


llamalo


como prefieras.

jueves, octubre 08, 2020

Expedicionarios

 Arde

un nuevo sol,


un sol distinto,


se siente, se vibra

de otro modo


pero está.


Sin saberlo,

me pertenece,


¡y a tantos!


expedicionarios, incansables,

de antiguos sueños,


recortes de la otra,

de otras vidas,

miradas, contactos, palabras;


buceando, en un mar más que bravío,


el implacable mar

de la espera sin fin;


Sonrío, sonríen, sí,

no es alegría,

ni gozo,

-mucho menos, felicidad-;


es la risa estricta, necesaria

para que no se descorra, -no todavía-

el velo del miedo,

del asfixiante desasosiego.


Alguien saluda,

me saluda,

lo reconozco, me reconoce;


como el sol,

¡todavía estamos acá!


por ese pensamiento al unísono

la mueca obligatoria se vuelve sonrisa,

dentro de los respectivos barbijos;


En tanto, sigo mi camino,

o no camino


con, sin

rumbo


haciendo lo imposible por no rozar

la línea divisoria entre la tierra

digamos, firme


y el precipicio;


(no es cuestión de ser


uno de los próximos).


jueves, octubre 01, 2020

Mil veces y mil veces más

Mil veces

he escrito


sobre la luna,

el cielo,

el sol,

las estrellas,


los árboles,

las flores,

el verde;


la naturaleza

en cada aspecto, 

proceso;


en todos

los climas;


mil veces

y mil veces más


podría decirles

que en ella


está todo;


nosotros, también;


que en una flor

cabe un poema,


en un árbol

puede oírse el susurro

de antiguas historias;


en sus ramas,

frondosas, desnudas,

se posan los pájaros:


ellos conocen como nadie

su cobijo,


su incondicional

hospitalidad;


la luna, el sol, las estrellas,

los árboles, las flores, el verde,

el cielo azul


-o gris, como el de esta tarde-


están, estarán allí,

sin pedirnos, siquiera, que nos demos cuenta;


son nuestras las impresiones,

las sorpresas, sonrisas, penas

que despiertan,

sacuden, desvelan.


¡Tantos espíritus

regocijados, renovados

frente a semejante majestuosidad!


la belleza que cuenta.


No la de los años,

no la superficial,

no la de los objetos;


la belleza perfecta,

por siempre a nuestro alcance,


hasta el último

de nuestros días.


Y eso nada, nadie


va a cambiarlo.





sábado, septiembre 26, 2020

Peor que la nada

Entendí.

(Supongo).


Mi alma,

mis sentimientos más auténticos,

le pertenecen.


No a aquel

que no supo advertirlos,

ni valorarlos,


ni lo intentó.


No a aquel

a quien no importa

si estoy, si me fui,

qué hago, cuándo, cómo,

con quién


el que no repara, en absoluto,

en mis estados de ánimo,


para el que no tiene la menor relevancia

si soy o no feliz;


mi amor

es de quien, en verdad,

me ama.


No necesita 

expresarse con altisonantes frases,


pues esos panegíricos,

no son más que parte del disfraz

que tantos adoptan


en pos de convencernos;


mi amor,

el que es,

no el que finge serlo


es feliz

si lo soy,


se preocupa,

me apoya

si algo malo me sucede;


me acompaña

en mis dudas,


acepta, comprende

a mis indomables demonios;


los doma, los apacigua,

¡los abraza!


Mi amor


me conoce

más de lo que alcancé,

alcanzo


a conocerme yo.


No hacen falta

grandes exhibiciones,

elocuentes verborragias,

ni flores, ningún obsequio,


¡no, nada de eso!


el amor

si es real


es para siempre.


Quien nos ama

está ahí,

no inventa excusas,


no oculta, no miente,

no dice lo que no siente

solo por lograr un objetivo;


quien nos ama

quien le importa de nosotros

está presente;


tal vez, no todo el tiempo

pero todo el que puede;


no desvaría, preguntándose,

cuestionándolo todo;


no se pierde, 

no utiliza vanos ardides.


Es concreto.

Existe.

Es de verdad.


Solo basta

reconocerlo


y no dejarlo ir

por arrojarse tras esas quimeras,

plenas de elogios insustanciales,


engañosos ardides

basados, únicamente,

en la fantasía, producto de la imposibilidad,


que solo dejan

en nuestro espíritu


oscuros, lastimosos residuos


que arañan, roen los huesos,


atemorizan,

aniquilan las ansias,


¡nos consumen!


es mucho, muchísimo peor


que la nada.





viernes, septiembre 18, 2020

Voraz parásito

 No puedo revelarlo,

no, no puedo.


¡Es tan fuerte,

poderoso, imbatible!


nadie podría entenderlo,

nadie


ni yo.


Lo oculto tan bien

que olvido dónde;


entonces, lo busco,

desesperada, enloquecida,


aquí, en la calle,

en cada rostro, en cada palabra,

gesto, nombre, idea, expresión,


en los sueños


y nada.


¿Será que no sé aún

lo que busco?


¿serás vos

a quien busco,

necesito, añoro?


todo empezó

como una fantasía

convertida, de pronto,

en una especie de "realidad";


y terminó.


¿Terminó?


supongamos que terminó

de igual modo;


te creé

para tener EL motivo;


para despertar

y que todo volviera, cada mañana

a recobrar cierto sentido.


Te creé,

mejoré ciertos aspectos,

estropeé otros;


en fin,

me convertí en tu Frankestein,

hasta que se invirtieron los roles:


fui yo, lo soy,

ese monstruo

que no puede


o no quiere


conjurar la maldición; 


ávida 

de tu interés absoluto,

exclusivo.


¿De tu amor?


Yo


no pude evitar ese feroz empeño

en insertarme en tu mundo, en tu ámbito,

saber más, mucho más;


todo sucedió porque un día

decidiste rechazarme,

aniquilar todo lo que éramos,


lo que quisimos ser,

lo que pudimos.


Como la criatura de Mary Shelley,

me quedé sola, vacía;


fue así que comencé a espiarte,

a escondidas,

detrás del agujero de la cerradura,


con el deseo ilusorio de ser parte

de esa aparentemente perfecta unión,


de los festejos, las risas,

las discusiones,


de todo, todo lo que te rodeaba, te rodea;


quise ser una más

entre ellos, entre ustedes


y claro,

no resultó.


Me apartaste del todo y de todos,

me arrojaste al olvido;


te asustó

mi tan explícita invasión;


todo

para atraerte,

para recapturar tu interés;


todo

para que me adoraras,

me adores


como antes.


Me odié,

me odio por ello.


Todavía te busco,

incesantemente;


siempre hallo un recoveco,

algún intersticio

que al parecer, se te pasó por alto;


¡Qué triste esperar

lo inesperable!


Ver nacer, enfermarse, hacer cosas,

enamorarse,

no hacer nada,


construir, destruir, 

morir


a tantas personas.


Pasan los años


y en estas, mis letras,

mi sentido, mi razón de ser


mi pasión enfermiza

persiste.


Ignoro si alguna vez

me libraré


de tan voraz

parásito.



jueves, septiembre 17, 2020

Tontos, infelices, seres

Sabrás

que nunca te pedí nada;


sin embargo,

quizás, fue cruel, arbitraria,

mi decisión de limitarte

a ese reducido espacio;


no importa si otro, antes,

lo había hecho,

en otro sitio;


sé bien

que no tengo derecho,

¡en absoluto!


a apropiarme de tu verde, refrescante

existencia;


como vos,

ninguno de tu ámbito

lo hace


con ninguno,

por ningún motivo;


no sos un florero, un cuadro,

un sillón,


un objeto cualquiera

que coloco, re-ubico

donde, cuando quiero,


o lo quito

o lo cambio.


Estás vivo.


Sos.


¿Y si ese no era el lugar indicado?


sé que te sacuden vientos muy fuertes,

en esas noches heladas;


lluvias torrenciales

te inclinaron una vez.


Tuve miedo.


El miedo estaba en mí,

pequeña humana,


pequeña, débil humana.


Nunca en vos.


Sé también que el sol arde en tus ramas

todas las mañanas,

en primavera, en verano;


sé de ese calor, en ocasiones, insoportable

que pesa sobre tu follaje;


aun así,


no sabés de temores,

ni de mentiras,

ni de quejas,


competencias, especulaciones, 

envidias y tantas, ¡tantas

de nuestras vulnerabilidades!;


seguís ahí,


mientras, con cierta ingenuidad,

lamento,

me cuestiono

tu situación;


sé que permanecerás

allí mismo

o tal vez, otro sea tu destino;


como sea,

sobrevivirás

el tiempo que te ha sido destinado,


sin haber, siquiera, vislumbrado

las temibles oscuridades que en ocasiones,

nos asfixian;


los prolíficos demonios,

empeñados en seducirnos,


para someternos

a su antojo;


pobres seres,

pobres tontos, infelices, seres


que no podemos vivir,

que no sabemos vivir,


ni aceptar, ni entender,

ni comprender,

ni olvidar tantos rencores;


¡que somos capaces de amar a alguien

para acabar 

destruyéndolo!


para luego llorar, hasta secarnos,

cuando ya es tarde,

muy tarde.


¡y hacemos lo mismo o mucho peor

con nosotros!


¡humanos!


cuán diminutos


frente a tu ¿pequeña?

grandeza.

miércoles, septiembre 16, 2020

El miedo en carne viva

 Hay una endeble

esperanza,


como sucede con esos sueños

que parece que se recordaran


pero no.


De todos modos,

despiertan.


Es una esperanza

que alimenta, impulsa al reinicio,


a la re-adaptación,

al cambio irreversible.


¿por qué resistirse?


los cambios

no siempre son para mal.


Sacudidos

por la incertidumbre,

aunque cada vez menos,


¿somos los mismos?


somos nuevos,

somos humanos,


más humanos, más conscientes,

más pensantes,

más atentos.


Algunos


leímos, aprendimos,

reflexionamos,


¡nos arrepentimos!


pedimos perdón,

al menos, desde el silencio.


Y el perdón

siempre llega,

si el pedido es verdadero,


en ocasiones,

no en forma explícita.


Nada es casual.


Con los ojos más abiertos

que nunca


tenemos que darnos cuenta

de cuán inútiles

fueron tantas cuestiones,


cuando todo se reduce,

se extiende


al cielo, al sol, a la naturaleza por entero;


cuando todo basta

si se siente lo que se siente

por quien sea, por lo que sea;


cuando alcanza

con introducirnos

en nuestro interior


hallar la luz

que nos hace ver.


¡Al fin,

 la ansiada liberación!


 ir, venir,

decir, hacer, ser,


sin cuestionárselo, 


sin demandarse

todo el tiempo,


sin pretender

que otros, los otros

sean, piensen, actúen

de igual modo;


no es tan complicado:


existir,

cualquiera sea la dificultad,


entonces

el miedo, en carne viva,

si se hace consciente,

si se reconoce, se acepta,


inimaginable, inexplicablemente


¡desaparecerá!



miércoles, septiembre 09, 2020

A pesar de la cruel certeza

 Días vacíos.


Los pasé, logré sobrellevarlos

buscándote,


en el pino,

en los árboles 

que se ven a lo lejos,


en la gente

que pasaba, pasa

con carteras,

bolsas, incertidumbre, miedo;


días profundamente grises

así, hubiera lluvia, sol, nada;


seguí, sigo

buscándote.


Y te hallo,

mi imaginación te halla


pero siempre

enmarcado en recortes ajados,


casi imposible distinguir

lugares, rostros,

situaciones;


allí,


en el baúl de la memoria

o la des-memoria


te encuentro,


siquiera por un instante,

fugaz

como la vida misma.


Me regocijo

con un placer 

que ya no puedo sentir


y sin embargo, siento;


me deleito y río, a mi vez,

al revivir la imagen de aquella sonrisa

con esos ojos insolentes

mirando hacia la nada,


¡para luego mirarme

de aquel modo!


y yo, siguiéndolos,


como a todo vos,

como a esa sonrisa


¡imposible, resistirse!


los poetas

amamos


aquello

que no podemos 

o nunca pudimos


o pudimos

y ni sabemos por qué

dejamos ir;


Mis versos, mi cantar me acompañan,

me citan lugares, me repiten frases,

las susurran en mi oído;


me impulsan

a no abandonar


esta inútil

empresa.


Puede caerse todo,

absolutamente,

a pedazos;


enfermedad,

muerte,

miseria,

desolación,


todo gira

en torno nuestro,


todo se volvió

amenazante;


menos, este intento,

aunque vano, tonto, 


¿una pérdida de tiempo?


el tiempo se alineó,

se aquietó, se paralizó


para muchos, para tantos.


Los minutos, las horas

transcurren

sin que lo advirtamos casi.


No sabemos cuánto más

podremos resistir.


Entretanto,


a pesar de la cruel certeza

de la imposibilidad eterna

-o ¿quién sabe?-

de hallarte, abrazarte, mirarte, 


jamás renunciaría

 

a esta inextinguible búsqueda.











martes, septiembre 08, 2020

Sumar distancia

 El beso,

el abrazo


parecen remitirse

a tiempos tan lejanos,


¡a otra era!


es difícil.


¿De qué otro modo, el cuerpo, el espíritu

necesitan, se alimentan

se sacian.


se incentivan,

renuevan su ánimo?


¡sentirse querido,

comprendido, deseado!


no bastan


esos abrazos dibujados,

esos besos, esas flores


que se ven, se intercambian

sobre la pantalla fría;


no es suficiente,

no alcanza, tampoco,


verse a través de una cámara;


se intenta, en general, poner la mejor cara,

una sonrisa armada, casi ficticia


se evidencia;


palabras, frases

que se escuchan o se leen


se tornaron, se tornan

reiterativas,


tan faltas de promesas,

¡es que no hay promesas,

no puede haberlas


pues, no se sabe

cuánto más, qué más,

cuánto hay de engaño,

cuánto, de cierto!


no es fácil.


¡No lo era antes!


se hace lo que se puede,

algunos lo que no


¡pero es comprensible!


pese a las consecuencias,

pese a la amenaza que sigue,


¡que sigue!


se necesita ese espacio,

esa reunión con gente amiga,


con amores;


esas confidencias,

esos secretos


no sirven,

no contienen,


si hay distancia,


si hay literalmente, distancia.


Se sueña

también, con lo que se puede.


Una noche, es algo que ya pasó,

¡otra, algo que se desea tanto,

se añora, se necesita!


así, se sepa que falta tanto

o más que tanto;


nosotros, fijate,

nos distanciamos antes.


Tal vez, fue mejor,

lo ignoro.


Hoy menos que menos:

la caricia oportuna, certera,

piel sobre piel,


sintiéndose uno solo,


miradas, roces,

más, menos suaves,

 

¡cada parte del cuerpo,

todas sus partes

encendidas, vivas!


exhalando sabores, olores

fusionados cual obra artística

del mejor pintor;


sin pensar, sin medir,

sin mirar el reloj;


cuando todo eso y mucho más

era posible.


¡Qué no daría ahora

por un instante, al menos un instante


de esa inusitada,

inolvidable, locura!


y no sé,

en realidad, supongo

que no lo supimos valorar;


siempre nos parecía

o me parecía


insuficiente.






sábado, septiembre 05, 2020

Entre mis decires

 ¡Día de sol!


pero no es aquel,

el de no hace tanto;


esas lúgubres esferas,

guardianas de ilusiones

encriptadas,


insisten, ¡insisten!


cuesta ver a este sol

sin que nos atraviese;


¡ aunque si apenas pudiéramos ver

un pálido destello


desde una muy pequeña, inalcanzable

ventana


lo extrañaríamos!;


De todos modos,

no es aquel sol,


¡el de los tiempos de risas, de libertad,

de cara al viento!


no es aquel sol,

el de las caminatas sin destino ni horario;


es el sol

del invierno más largo

que pudimos, podemos,

ya no podemos


soportar.


Cuesta.


Y eso que sostuve, sostengo

mi buen ánimo

y el de algunos otros,


durante estos largos,

interminables meses;


¿o lo intento?


¿llegará el verano

a nuestra alma, nuestra piel,

nuestro pensamiento,


deseos, ansias, planes?


¿volverán aquellos

abrazos entrañables?


no es que reniegue

de este sol,


no, claro.


Pero no olvido ni olvidaré

que es el sol de los tiempos del miedo,

del miedo a perderlo todo:


amores, salud,

trabajo, hogar;


cierta voz,

-ignoro su procedencia-

me dice algo así como un "falta menos"

o "todavía hay que esperar"


¿cuánto más?


el cuerpo, la mente se rebelan.


Falta.


Todavía falta.


De todos modos,

como puedo y porque así lo quiero

estoy aquí,


respirando, entre mis letras,

el sosiego a las casi continuas disputas

con mis demonios;


exhalando

entre significantes

o insignificantes


lo que en verdad siento,

padezco,

lamento, extraño;


lo que en verdad,


soy.




viernes, septiembre 04, 2020

El miedo dijo presente

 Esto parece

que no tendrá fin.


Si lo tiene,

será dentro de quién sabe

cuánto tiempo;


ese miedo,

¡ese pavor!


a tantas cosas,

a tantas situaciones,

a todo o casi;


el miedo a morir

perdió, podría decirse, su protagonismo;


urge el miedo a seguir

viviendo, haciendo, respirando,

a encontrarse o desencontrarse

con tal o cual persona;


lo que fuera

en el marco del máximo pánico,


sí, por momentos, se transforma

en eso;


pensaba que no podría resistir

aquel rechazo repentino;


pensaba que no podría conmigo,

que no hallaría consuelo,

que me iría de este mundo llorando

por esa ausencia, ese desamor.


Hoy río ante aquellos presagios,

¿cómo imaginar que un día

sabría exactamente lo que es el temor real,

concreto, 


metido en el medio del pecho,

entre los huesos,


el que sí podría acompañarme

hasta el final

y del peor modo?


siempre temí a la soledad


y hoy cada uno

con su más, menos, racional o irracional estado

está más solo que nunca;


y ni hablar de aquellos

a la espera de un alguien, otro

que salve su vida;


sin poder respirar,

sin una caricia, ni una palabra de consuelo.


Sin una despedida.


¡sin aire, con tan pocas posibilidades

en algunos casos

de sobrevivir!


El miedo dijo presente

como nunca antes.


Y la enfermedad, la muerte

se enseñorea de estos, de todos los sitios,


lugares, personas, tipos sociales, 

económicos, culturales,


nadie escapa,

no hay escape posible


solo la esperanza

de no ser el próximo ni el siguiente,


de ser parte

de los que no les toque


sin saber, siquiera

a qué se enfrenta,

ni si lo que hace alcanza


o por el contrario,

no sirve de nada.

Un aire distinto

 Les creí


y enfermé

anímica, espiritualmente.


Tuve que ver,

tuve que oír,

releer


al grande, ¡al más grande de todos!


lloré.


Mucho.


¿Cómo pude permitir

el empeño de ciertos seres

en apagar mis otrora incesantes llamas,

mi sentido?


hoy,

el fuego fatuo;


¡intenten apagarlo,

si se atreven!


el fuego que no daña,

que brinda calor,

sin esperar nada,


que estalla en miles de chispas de miles de colores


que son palabras,

que son voz,

que son latidos.


No me había dado cuenta

de que durante mucho tiempo

creí, solo creí

estar viva.


No pude crecer, tal vez,

lo que hubiera deseado,


al no lograr separar

este sendero privado, mágico


de tanta basura,

de tanto horror,

mentiras, miedos.


Sobreviví

y por eso estoy de nuevo

y quiero contarles.


Hubo veces

en que me ocultaba

para escribir


en medio de rostros agrios,

enmarcados en escenarios tediosos,

grises, abúlicos:


esas caras secas,

esos fingimientos,

ese "hacer de cuenta"

de que se hace;


si pude con eso,

puedo, podré 

con esto


y más;


provista

tan solo de alguna lapicera o similar,

alguno que otro papel o varios,


donde, cuando puedo,

como sea,


igual que antes,

plena de ese ímpetu, esa generosidad

de mi pensamiento, de mi alma!


esa fe, poderosa,

en mi vocación;


mis letras, indeclinables,

imparables, compañeras de dolores,

de gritos mudos, de goces ocultos;


volví.


Volvió mi risa

al darlo vuelta todo


y verlo, olerlo, absorberlo,

desde otra perspectiva.


¡Un aire distinto!


aquí, un retazo

de lo que vendrá;


pues siempre vendrá algo nuevo,

hoy, ahora, impensado,


en un momento,

mañana, 


cuando sea.



Pese a la tempestad

 Todavía 

está.


Como yo,

como tantos;


respira,

brinda, incondicionalmente,

oxígeno;


tempestades implacables

lo azotan;


aun así, sigue.


Ni sospecha

el estado de felicidad

que me produce

el solo hecho de verlo


de pie.


También estoy de pie;


así, me azotaran tempestades,

intentaran derribarme en mil modos,

ensombrecerme,

empequeñecerme.


De eso se trata.


De resistir.


Cada uno desde su lugar,

su rol, su poder hacer, su poder ser,


¡siendo lo que se es,

pensando, aportando ideas,

sumando, apoyando


quizás, a los más débiles,

a los más temerosos!


es todo.


Como el pino.


Como todos los pinos y demás árboles,

flores, arbustos,


la naturaleza, íntegra:


desinteresadamente.

sábado, agosto 29, 2020

La ventana que daba a los pinos

 ¿Quién hubiera imaginado

que estaríamos más alejados

todavía;


que aún existía

una ínfima posibilidad


porque luego

todo acabaría?


ahora,

es solo sobrevivir,


alejados,

esta vez como nunca antes;


¿para siempre?


si hubiéramos sabido

tal vez, hubiéramos hecho las cosas

algo mejor;


no nos hubiéramos herido

de tal modo,


mucho menos,

vengado;


uno al otro,

uno en contra del otro;


ambos,

en contra de nosotros mismos;


¡con todo eso que sentíamos

o decíamos o deseábamos

o creíamos sentir!


no sé qué nos pasó,

no sé por qué me obstiné en ser la única,


lo más importante,

el centro

de tu vida;


¡qué absurdo!


hoy

ni siquiera puedo reunirme

con alguien querido, más o menos,


hoy


más solos

que nunca;


las personas 

temiéndose entre sí;


y temiendo castigos

en el caso de reunirse.


Un enemigo al acecho

que puede estar aquí, a mi lado,

allá afuera, en cualquier parte;


no hay modo

de saberlo con certeza.


¡Se desdibujaron tantas certezas!


¡y yo que te las pedía,

te las exigía!


¡si hubiera, siquiera, vislumbrado

esta catástrofe que en varios aspectos

nos iguala


a todos,

en todas partes!


Parece ser el fin,

al menos de lo que tuvimos, hicimos,

compartimos,

¡planeamos!


la obra teatral de nuestra vida

cambió, brusca, repentinamente


y sigue haciéndolo.


Apenas, restos

de un precámbrico pasado

ruedan como fardos de pasto

en días ventosos;


no más los cines,


ni mi café,

ni las servilletas

que a veces, la imaginación

llenaba de garabatos:


luego serían poemas,

cuentos, nada;


tampoco, la ventana inspiradora

que daba a los pinos.


¿Escapes?


es probable,

a la húmeda, pestilente

rutina,


al agobio,

a la soledad.


Pero queda algo


que impulsa,

no me permite soltarlo,

no lo hará


así, no pueda más

con mi cuerpo,


con mi espíritu;


es el arte,

la vocación, el amor 

a la escritura;


por eso, 

frases, palabras, letras


se entremezclan, se ordenan y desordenan

dentro de mi agotada cabeza,

insisten en despabilar mi pensamiento;


aunque me resista,

aunque no me alcancen las fuerzas.


Pues, mis sueños


un día


se volvieron

pesadillas.



miércoles, agosto 26, 2020

Habitar el instante

 Iluso el que piensa

en que yo lo cuido;


hay días 

en que apenas

puedo con mi existencia.


Cada despertar,

un nuevo temor,


un nuevo desafío

que vislumbro tan elevado,

tan inalcanzable;


entonces, me siento 

así de pequeña,


mucho más

que mi pequeño pino,


-que no es mío,

sino de la vida-.


Ingenuo

quien imagina

que lo protejo,


¡él, sin saberlo,

me hace sentir

protegida!


porque siempre está,

porque no teme a nada,


en tanto yo

en estos días amenazantes

permití que el miedo

extermine todo indicio, siquiera, mínimo,

de reconversión,


de resurrección

del espíritu, del pensamiento,


el que alimenta.


Acostarse, despertarse, de pronto,

volver a dormirse


entre pesadillas,

imágenes difusas,


se torna, invariablemente, perturbador;


en tanto él


con lluvia, viento,

sol, frío, calor,


con, sin mi presencia,

sin la presencia de nada, 

de nadie,


sigue allí,


porque nada espera,

porque a nadie espera.


No se anticipa al sufrimiento,

no se instala en el pasado;


asume su condición, vive sus cambios

mientras viva;


finalmente, concluyo:


no ansía, no teme, no añora

quien nada espera,


quien habita, únicamente, el instante;


quien ofrece,

a sabiendas o no,


lo mejor


de sí. 

martes, agosto 25, 2020

Siquiera, un momento

 Él, yo, todos

seguimos soñando.


Serán pesadillas,


lo serán

la mayoría de las veces;


pero seguimos soñando.


No te alcanzó,

no me alcanzó, 

ni me alcanza,


¡no nos alcanza!


queremos más realidades,

queremos recuperar aquel contacto,


ver nuestras respectivas sonrisas,

contagiarnos de ellas


y no poder parar de reírnos

hasta llorar;


no bastan los sueños

y las pesadillas aterran.


Solo dormir,


dormir, dormir 

¡poder dormir!


sin que los oscurantísimos fantasmas

de tantos seres, tantas injusticias, tantos miedos,

¡tantos muertos!


nos alcancen;


así, lo hagan

en el universo del subconsciente.


Por favor.


No pedimos, siquiera,

todo aquello, ni a todos aquellos,


no buscamos imposibles,

no deseamos imposibles,


no recordamos

-si es que tuvimos- ilusiones;


no, ya no.


Solo


un rato, un segundo,

poder encontrarse

con una persona querida,


¡verla entera, completa, 

dichosa!


un poco,

apenas, un poco

de sosiego,


un momento, una maravillosa,

invalorable fracción de tiempo


feliz.












miércoles, agosto 19, 2020

El sueño irreverente

Sigue.


Sigue socavando,

socavando,


se empeña

en consumir todo rastro;


pues, el alma

no renuncia,


no quiere,

no quiere, aún no quiere


ser acallada,

dormirse


para siempre.


Dormir

cien, mil años,


-¿y si no hubiera tiempo

para un nuevo despertar?-.


Convencí a la cabeza,

convencí al cuerpo, a la piel,


convencí a los labios, sedientos,

a todos los sentidos;


convencí a ese sueño, obstinado,

¡un sueño que cada día me propongo extinguir!


¡los convencí!


también a ellos,

a los otros,


a todos.


Pero sigue allí;


apenas, se vislumbra,

apenas, una micro-mínima imagen,

alguno que otro retrato que parece vívido,


una casi nula

esperanza.


Como sea,

sigue.


Y no lo sabe, claro.


Ignoro si siquiera lo sospecha,

ignoro si yo sigo dentro suyo


del mismo modo

o similar;


convencí a la cabeza,

al cuerpo, a la piel,

a los labios, los sentidos;


a ese sueño impostor,

irreverente;


lo diluí

como así, a otras ilusiones,


tantas.


Pero no pude,


no pude, ¡no podré!

con el alma.


Debilitada, despojada de su ancestral áurea,

sin expectativas, sin exageradas ansias


no sé por qué razón

o sinrazón


absolutamente irrenunciable,


empuja


y empuja.




.





martes, agosto 11, 2020

El olvido de la propia humanidad

Busco

¡desesperada!

son tantos
los rostros, los miembros
desfigurados;

abandonados,
¡abandonados!

casi sin culpa
o sin culpa

¿los atormentará
este crimen, imperdonable,
con el paso del tiempo?

rígidos,
helados.

La muerte
se regocija,
vive su fiesta

sobre esos cuerpos extintos,

que fueron abrazos, amores,
trabajos de todo tipo,
comidas, limpieza,
escritura, curaciones,

administración, leyes,
construcción de casas,
reparaciones, orden,

risas, llantos,
miedos, padecimientos,
goce;

los que acariciaron
una planta o más,

la o las cuidaron.

Cuerpos
que abrigaron, alimentaron bebés;

luego, abrazaron niños,
adolescentes, adultos,

amigos, vecinos,
conocidos;

todos

todos ellos,

son miles,
muchos miles;

¿cómo encontrarte?

¿cómo reconocer tu cara,
la de las tantas expresiones,

con esos ojos llenos de tanto,
colmados de pasión,
también ternura?

¿cómo identificar tus brazos cálidos,
siempre reconfortantes?

No sé por qué me tocó este lugar,

esta jamás imaginada, 
espantosa, aterradora
experiencia.

La de haber quedado
en medio de esta devastación.

Y ellos no.

Sola 

camino,
trato de no rozarlos,
temo lastimarlos

a pesar de saber
que nada sienten.

Sobreviviente

de la peor tragedia.

Ya no importa
si hubo o no culpables,

si se pudo detener
o no,

si se quiso detener
o no.

Si nos mintieron,
si nos torturaron.

Ya no importa nada.

Si vos, todos los que amaba,
amo

no están.

Si ni siquiera
puedo hallar sus restos,

si nadie se ocupó,

por miedo, por desinterés,
por conveniencia,
por negligencia,

por olvido de su propia humanidad

no les brindaron atención,
medicamentos, cuidados.

Tampoco, al menos, como un gesto,
un único gesto
en su homenaje, 

¡una merecida sepultura!

la más mínima ofrenda
en su memoria,

por lo poco, mucho
que pudieron, supieron dar;

por lo que soñaron, crearon,

fueron.








sábado, agosto 08, 2020

Miedo domesticado

¡La curiosidad!

¿a qué se debe ese humo,
ese fuego, esas llamas incontrolables?

la curiosidad

especialmente
en los niños;

entonces,
lo inesperado,

o esperado,
-nunca se sabe-

sucede.

De pronto, caen
sobre dos, tres pequeños,
paredes, vidrios, trozos de madera,
de metal

ante sus miradas atónitas,
aunque con un miedo, diría, domesticado,

de tan natural,
de tan cotidiano;

tristemente, habituados
a los ataques, atentados,
explosiones

bombas;

¡Y se salvan,
esta vez, ellos, entre tantos,
se salvan!

nada queda
de lo poco que les quedaba;

se los ve
casi en un estado de "normalidad",

¿resignación?

¿aceptación,
impasibilidad?

envueltos en una situación extrema
que a nosotros
nos resultaría inmanejable,
terrorífica;

ellos sí saben
de pérdidas;

ellos,
desde muy pequeños,

conviven con ese miedo,
esa angustia,
quizás, controlados,
quizás, asumidos

como parte de su destino
o ni siquiera.

Y esas sensaciones o no sensaciones,
apenas, asombro y casi ni eso,

cambió, cambia sus hábitos;

los volvió, los vuelve
más fríos,
más resistentes, en apariencia;

sus juegos,
sus juguetes

van cambiando,
van desapareciendo

nuevos juegos
serán los que tendrán que crear

¡y lo harán!

gracias a esa incansable,
fabulosa imaginación

tan particular
en los chicos,

todos,

en todo el mundo.

¡también ellos!

así, nos parezcan menos sensibles,
así, menos expectantes,
mucho menos asustadizos;

pase lo que pase,

estoy segura

¡siempre habrá un juego
con, sin juguetes!

con nada,

con todo,

que les devolverá,
una, otra vez,

esa tan vulnerada

inocencia.


domingo, agosto 02, 2020

El escudo protector

Cuando cambia la perspectiva,
se diluyen cuestiones
que nos acosaron durante mucho,
demasiado tiempo.

Pierde relevancia
aquello que nos pareció tan terrible,
inaceptable, imperdonable.

El amor, entonces,
nuevamente prevalece.

Y triunfa,
más allá de especulaciones,
resultados;

porque siempre está en nosotros,
porque siempre lo estuvo, así, lo pasáramos por alto,
consciente, inconscientemente.

Finalmente, se impone
y ya no podemos abstenernos
de ese halo, imposible de describir.

Dejan de ser trascendentes
devoluciones, recepciones,
rechazos.

El amor nos sostiene,
nos da motivos,
nos incita;

nos impulsa
a no ceder,
a seguir peleando,

a seguir,
como sea,
cuando sea,

también,
en las peores circunstancias;

es la fuerza arrolladora
contra la que ningún detractor,
ni refutador, ni con "pretensiones" de enemigo

puede.

Porque es más poderoso
que todo lo malo.

Porque si el amor nos arrulla,
el mal
no puede entrar en nosotros;

porque es nuestro escudo
protector,

el más brillante,

el más confiable;

pues, proviene de nuestro interior,

si no amamos, no podemos hacer nada,

o sí
pero nunca es ni será lo mismo;

será un fingimiento de existencia
y eso, -ya sabemos-, ¡no nos alcanza!

sentir ese amor
por otros, los que están,
los que ya no están

por alejamiento, momentáneo o no,

por partir quién sabe a qué sitios
absolutamente insondables,

definitivos;

el amor por este pino,
el otro árbol, un poco más alejado
y aquel otro y tantos
en tantos lugares

aquí, en todo el mundo;

¡el amor por esa nobleza natural
desinteresada, vivificante!

todo ello nos colmó, nos elevó,

¡nos incentivó siempre
y seguirá haciéndolo!

porque el amor no renuncia, no decae,
no acaba nunca,

no muere,

si es amor

pero de verdad.

Cristina Del Gaudio

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