lunes, noviembre 11, 2019

El juego en que todos ganaríamos

Si cedemos
en lo básico,

si empezamos
por lo más importante:

la conciliación,

el aceptar al otro,

-así, nos molesten,
nos enojen
ciertas actitudes,
pensamientos, ideologías, hábitos-;

aceptarlo

para ser aceptados.

No parece tan complicado,

sin embargo...

nos cuesta, cuesta a todos
o a varios

abandonar
ciertas precámbricas posturas,

¿heredadas?
¿adquiridas
con los años?;

nos resulta tan difícil
abandonar pre-conceptos,
muchísimos prejuicios,

revisarlos, modificarlos,

observarnos desde lejos
como si no fuéramos nosotros,

para descubrir, en verdad
quiénes somos,
por qué somos como somos,
por qué pensamos como lo hacemos,

por qué nos consideramos
los poseedores exclusivos de las grandes verdades,

por qué juzgamos,
despreciamos, discriminamos.

Sucede en todos los ámbitos,
actividades,

en cualquier intercambio

¿humano?

este es el fundamento:
nuestra humanidad,

no deberíamos permitir
que se denigre,

no deberíamos
deshumanizarnos,
volvernos bestias
en el peor de los sentidos;

así, digan, hagan, procedan
contrariamente a nuestras maneras,
a nuestra visión;

ver al otro
como a un igual,

recordemos cuando éramos chicos:
-al menos, en un tiempo-,

no se veía al otro como a un ser aparte,
no importaban diferencias físicas, actitudes distintas,
costumbres diversas,
situaciones económicas dispares;

no se menospreciaba a nadie por ningún motivo,

todos éramos compañeros,
todos se integraban sin cuestionamientos,
sin requisitos predeterminados;

-así, en algunos casos,
no compartiéramos el mismo grupo de amigos-;

existía el respeto,
tácito, incorporado,

no solo por aprendizaje,
por conciencia, empatía,

por amor,

pues, de eso se trata
y antes que nada.

No es posible
vivir odiando
al que colocamos en el sitial del "diferente";

¡en las diferencias
está el aprendizaje, el intercambio,
el enriquecimiento de cada persona!

éramos chicos, -dirán-,

pero sabíamos,
inocentes o no tanto,
de qué se trataba.

Sabíamos que el juego
era un juego en común,

las risas, la complicidad
de y para todos,

¡la felicidad!

pues era, sería el basamento
-confío en que algún día lo será-
de un juego mayor:
el juego de absolutamente todos,

sin diferencias, sin reglas que separen,
sin desigualdades
que aíslan,

que generan disputas, resentimientos,
venganzas,

¡guerras!

¡sería, ni más, ni menos, el juego de todos los juegos!

el juego de las personas,
sin distinciones,

de la confraternidad, de la unión,
del poder intercambiar, compartir,
el juego del abrazo, de la integración, del afecto!

el juego en que ninguno perdería,
ni se sentiría el perdedor,

¡el juego
en que todos seríamos y nos sentiríamos ganadores!

¡el juego de la vida!



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cristina Del Gaudio

Seguidores