Cuando despierto
luego de un sueño
con quien fue, es
muy muy importante,
parte fundamental
de mi vida
desde el principio,
no despierto triste,
me alegra
poder verlo, de nuevo;
siquiera, un momento,
así, esté segura o casi
de que podría tener que ver
con el inconsciente
pero ¿quién sabe?
y siempre preocupado
¡y ocupado!
en mí;
¡yo, siempre tan pequeña
frente a su inmensidad!
todos, tan pequeños,
mi madre, asintiendo,
cuidando su abrigo amarillo;
mi hermano,
el de tan pocas palabras,
(tal vez, porque yo me quedé con todas);
y ese gran hombre,
mi padre, por supuesto,
atento a mi alimentación,
acá, allá, donde sea:
comé esto, vos comé,
después hablamos
pero comé;
te desesperaba
mi tan exiguo apetito,
¡pobre papá!
¡recuerdo cuánto me fastidiaba, entonces,
esa insistencia!
hoy entiendo,
lo entiendo todo,
aprendí, con el tiempo
que el cariño, el de verdad
pasa por eso,
no son solo palabras lindas;
significa interesarnos, realmente,
en alguien,
pensar en su salud,
en su bien, en su felicidad,
más allá de nosotros.
gracias por aparecerte,
-si eso fue lo que sucedió-
para recordarme
que tengo que ocuparme
de mí,
alimentarme
y no solo de comida,
alimentarme
de afectos, de abrazos,
de conversaciones,
de esperanzas,
de sueños,
no querés mi muerte,
papá
ni aún, estando vos vaya a saber dónde;
eso se parece en mucho
al amor más profundo.
Espero que no sea todo tan oscuro
por esos sitios,
o tal vez, tu alma sea parte de ese árbol,
o del pájaro que me visita cada tanto,
a los que observo, perpleja,
olvidándome del resto;
no quiero que estés tan asustado,
no, no más,
que nada más te perturbe,
que tu descanso sea el que merecés;
yo intentaré
cuidarme un poco más,
lo intentaré
día tras día,
lo prometo
si me prometés
no preocuparte,
no más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario