jueves, noviembre 21, 2019

La grandeza

La grandeza

no se ve,
no se percibe

en los logros,
en el éxito,

en la concreción
de un amor;

en fin,

en los momentos
felices, despreocupados,
casi o sin problemas;

la grandeza

está en la pérdida,
en el desamparo,
en la enfermedad,
en el proceso de recuperación de esa dolencia,

en el olvido,
en el no-olvido,
en los fracasos,
en las pérdidas,

que en todo caso,
ayudan a despabilarnos;

la grandeza está

en ese desgarrarse
del alma,

en ese "a pesar de"
seguir, seguir, ¡seguir!

darnos uno, otro empuje, a cada rato,
cada mañana, cada tarde,
cada noche,

aunque cueste enormemente,

ya sé que tienta y demasiado
dejarlo todo, renunciar, abandonar la meta,
el camino, la idea, el sueño;

arrojarse a llorar
por los rincones,

solo sirve como alivio
¡y vaya si sirve!

para luego,

volver a nuestras cosas,
después de lo que sea
que hayamos pasado,
del sufrimiento, el miedo,
la decepción, el dolor,
el abandono;

lo que sea
que nos haya tocado;

volver

como si lo hiciéramos
luego de una convalescencia:

uno se siente raro, en principio,
como fuera de foco,

sin saber cómo, por dónde retomar,
cuál sería el punto inicial,
en qué instancia, en qué cuestión
se detuvo todo

para enfocarnos
en ese mal
que nos aquejó durante todo ese tiempo;

es de a poco;

sugiero empezar
mirando el cielo,

seguir con la mirada,
perderse entre las nubes blancas,
en su transcurrir,

adivinando rostros, otras formas;

luego,
mirar el lugar en que habitamos,

poner ese jarrón
en el lugar que nos parezca,

tal vez, desempolvar
muebles, adornos,

¡recuerdos!

para verlo todo
sin ocultamientos,
sin auto-engaños,

como es
de verdad;

observar nuestro rostro en el espejo
que hora tras hora,
día tras día,

irá recuperando el color,

¡y esa expresión,
ese entusiasmo!

en principio, incipiente,
apenas, un esbozo

para ir transformándose,

para transformarnos

y así, poder cambiar
siquiera en parte,

algo, a alguien,

una pequeña porción
del universo,

que pasado el tiempo
será más y más grande,
más y más contributiva;

pero
es de a poco,

es de a poco,

cada cual
con su ritmo,
con su propio proceso de re-adaptación,

hasta sanar

y volver a disparar,
por todas partes,

aquella explosiva,
incomparable,

¡contagiosa!

risa.






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Cristina Del Gaudio

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