en comparación a padecimientos terroríficos
que oprimen a tantos en tantos sitios.
No importa si esta es mi cuota,
desde mi lugar
mi aporte, que son solo palabras,
nada más,
nada menos.
No importa
si hoy me río por o de cualquier cosa,
cuando ayer lloré tanto y por tan poco
o en otro momento, tal vez, poco, muy poco
y por tanto.
En verdad, no son demasiado importantes esas nimiedades:
los amores no correspondidos,
las desilusiones,
los fracasos que, tantas veces,
no lo son tanto.
Importa el mundo, importa el dolor de tantos inocentes
que no pueden jugar, ni reírse
como nosotros, como los nuestros,
todavía.
Importa que en tantos sitios
esté prohibida la palabra,
censurado el decir,
aniquilado el pensamiento.
No importa si algunos eligen esta vida, este lugar,
tampoco si otros decidieron escapar
sin saber que, sus raíces, en algún momento,
los alcanzarán, –si ya no lo hicieron-.
Aquí hay un cielo interminable
cientos de pájaros
y árboles de brillante verde
que huelen a verano.
Y podemos decirnos cosas, discutir,
confrontar, reconciliarnos,
confesar, a quien sea, lo que fuera,
lo que dolió,
lo que duele,
lo que no.
¡Importa ser libres!
importa el derecho a decidir qué hacer,
de qué hablar, qué escoger,
con quién compartir cada instancia
o no compartirla, -salvo con nosotros-.
Importan nuestros sueños,
por sobre todo;
pensemos que en algunos sitios
se olvidaron de soñar
apenas, duermen, si es que pueden
si el temor a esas bombas que pueden alcanzarlos
se los permiten.
Pensemos
que tenemos tanto para pensar, para proponer,
para crear,
tanta gente a quien amar,
tantos paseos alrededor de ese lago sembrado de patos
y tantos otros lugares por conocer, por disfrutar;
¡Tanto menos que lamentar!
Claro que tenemos nuestras pérdidas,
que tenemos nuestros muertos
pero una parte de ellos quedó en nosotros,
así, como un fragmento, -quizás, algo más-, de este escrito
le pertenecerá mañana a alguno, algunos otros
y cada vez menos
a mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario