En la calma
algo me perturba,
algo, un recuerdo,
una fotografía
grabados
en la cabeza;
una voz,
unas palabras,
una sentencia,
hacen eco
en mi mente confusa;
y no cesan,
¡no cesan!
ni en la calma
ni en la aparente calma
consigo apaciguar
mi espíritu:
demanda huir,
con extrema urgencia,
si bien, no sabe hacia dónde,
si bien, ignora
el por qué, el por quién,
el para qué;
si bien,
no puede decirme
la fecha de regreso;
pues, arde, enloquecido,
en océanos de inquietudes,
algunas, conocidas,
otras, inciertas;
que lo sumen,
casi todo el tiempo,
en interrogantes,
en dudas,
en temores,
en la más profunda melancolía;
Esta calma
es una gran calumnia,
¿cómo explicarlo?
no me preocupa
que se detecte,
ni lo que digan
o juzguen;
-por otra parte,
tantos, tan ocupados y preocupados
no se detienen
ni lo harían-;
la cuestión
es que me aterra
este vacío,
me desespera
su instalarse
tanto tiempo,
¡demasiado tiempo!
¿cuánto más?
necesito vibrar,
necesito palpitar, siquiera,
la más mínima posibilidad;
esperar, esperar ¡esperar!
más allá de que tenga en claro
que no se concretará;
me asfixia
la inercia del hábito,
de los días
todos tan iguales
el mismo orden,
el mismo sitio,
las mismas personas,
los obligados saludos, el clima,
la política, ufffffff,
conversaciones, intercambios banales,
repetidos, ¡repetidos hasta el hartazgo!
entretanto,
el demacrado transcurrir.
Añoro sentir aquello
aun, cuando me atormentaba;
incluso, a pesar del inacabable llanto,
¡qué pena que haya acabado!
extraño ese desafío,
esa pelea perdida
¡pero tan estimulante!;
esa pugna
en pos de aquello
que jamás, -lo supe siempre-
sería para mí
pero me hacía sentir viva,
me devolvía el propósito,
me hizo reaccionar,
reconocer lo que hacía tiempo no tenía
y lo ocultaba,
de mí misma,
de mil modos,
¿consciente? ¿inconscientemente?
hoy
esta paz
tediosa,
enluta
mi existir,
empobrece
mis sueños
que solo son sueños
de dormida,
estropea
todos los planes,
anuncia
lo que siempre temí:
la resignación,
el desinterés,
el desapasionamiento;
¡oh, aquella aventura,
quizás, una nueva aventura,
aquel o un nuevo desafío
parecen, cruelmente,
ya no serme
destinados!
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