miércoles, agosto 21, 2019

Así, no nos creamos solos

Por estar
y solo ser

también, hacer

sigo acá,
sigo en cualquier parte;

me basta un trozo de papel,
una lapicera, un lápiz,

los dedos,

las ganas de sostener el decir,

resistir con la palabra,
resistir con la voz,
resistir con su "detrás",

con la mirada puesta más allá
de mí,
mucho más allá;

con el pensar
en el otro, en quien me esté leyendo
ahora

o me haya leído,

o me leerá,

o no lo haya hecho
por el motivo que sea;

mis escritos
tal vez, hoy tengan mayor vuelo

que aquellos con los que comencé,
a los diez, doce años,

los que se quedaban conmigo,
los que descartaba,
los que apenas, compartía con alguna amiga

y ahí quedaban,
tan solos como puede sentirse uno

cuando no hay nadie
que preste su oído, por un momento,
su mirada,
su mano, su atención

en momentos difíciles,
en medio de esas turbulencias
motivadas o no,

producto,
tantas veces,
de una situación angustiante

que puede no ser propia,
que puede llegarnos a través de quien sea,
desde donde sea,

tal vez,
ni siquiera lo sepamos.

No estamos, en absoluto,
desligados del padecer ajeno,

ya sea el del vecino,
ya sea el de quien padece alguien, muchos,
en otros sitios, otros países,

de la índole que fueran.

No estamos lejos
de la soledad humana,

así, no nos creamos solos,
lo estamos

¡lo estamos porque ellos lo están!

pues sabemos,
-una parte nuestra lo sabe-
que tenemos un compromiso,

que habrá, de hecho la hay,
gente que espera algo de nosotros,

un gesto, una palabra que lo anime,
una muestra de amor,
un abrazo reconfortante;

un no estás solo,
un estoy acá,
un nada va a ocurrirte,
un todo pasará.

Los hay en medio de terribles guerras,
eternas, incomprensibles,
en que se despedazan unos a otros

¡guerras que no parecen tener fin!

mientras tanto, las personas comunes,
los que intentan, como nosotros,
tener un esperanzador despertar , un desayuno,
un beso, una charla con los suyos,
una partida, sin miedo, hacia sus lugares de trabajo,
lecturas, escritos que lo transporten a otras realidades,

sueños que los sostengan,

¡una vida!

no pueden conseguirlo.

¡y hablamos de lo que es "normal"
y de lo que no lo es!

con tal liviandad,

quejándonos de nuestra existencia,
lejos de todo ese horror

y aun así,
demandando esto, aquello,

siempre más
y más y más,

porque nada nos basta,

porque siempre nos sentimos pobres,
siempre vemos, lamentamos
lo que supuestamente, no tenemos;

nosotros

que en verdad, -al menos, la mayoría-,
tenemos tanto,
que tenemos un techo, alimentos,
alguien, muchos
que nos quieren, a quienes queremos;

que tenemos algún libro, varios
que tantas veces nos acompañan,
¿qué mejores amigos?

y también tenemos amigos "reales",
digamos

y tenemos la suerte de poder expresar lo que pensamos,

hablar, escribir, fabular,
transmitir todas nuestras sensaciones,
pasiones, cuestionamientos,

aquí,
en otro sitio,

¡conversar!

recuperar la hoy antigua costumbre
de conversar, personalmente,
cara a cara,

de ver esa risa,
de ser testigos de esa mirada,

de alejarnos de la foto,
de lo que nos cuenta,
de lo que pretende mostrar

¡ver,
en verdad!

las penas, las decepciones,
¡también, la felicidad!

todavía podemos soñar,

soñar de la mano de tantos
que se atreven a soñar,

que también creen, confían
en que pese a todo, al miedo,
las decepciones, las injusticias

es posible amigarnos con la fe,
reconciliarnos con nosotros,
con los que éramos,

con lo que somos capaces,
así, lo dudemos por un momento,
de lograr.

No olvidemos, insisto:
hay quienes esperan mucho, algo de nosotros.

Y nosotros podemos hacer por ellos
más de lo que nos consideramos capaces;

según creo,

no es concebible la felicidad
de otro modo.

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Cristina Del Gaudio

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