martes, agosto 13, 2019

Mi país llora

se culpan unos
con otros;

todos pierden,
todos perdemos.

Mi país
despliega, entre lágrimas,
su celeste y blanca;

mi país:

la marcha de San Lorenzo,
la canción a la bandera,

ese "Aurora"
con las piernas congeladas,

en el patio de la escuela.

El orgullo de llevar la escarapela
en la solapa,
¡el orgullo de ser argentinos!

hoy

hablan de irse,
hablan de tener que irse,

festejan la tristeza
de tantos,

festejan
la crisis,

así,
les afecte
también
a los que festejan;

país de controversias,
de antagonismos,

de futboleros,
de uno contra el otro,

¡de estar contentos
con las desgracias ajenas!

país

de gente que baja los brazos,
de nunca haber intentado levantarlos,

de gente que elige
vivir de otros,

que le huye al esfuerzo,

¡que no sabe ni le importa saber
lo que se siente cuando se gana algo
por nuestros medios,

cuando se hace lo que fuera
por mérito propio

y no por favoritismos, dádivas
de nadie!;

no a costa
del trabajador
que todos los días
deja su salud,
su energía,

lo deja todo

para mantener
a su familia.

No les importa

a los que están contentos
-o eso fingen-,
de que todo vaya mal.

No entiendo,
no voy a entenderlo.

¿No desean, acaso,
lo mejor para su lugar de origen,
en muchos casos,

para su tierra?

¿adónde quedaron los patriotas,
los defensores de su país,
los que lo eligen día tras día,

así,
el sacrificio
sea enorme,

así,
se sienta uno,
tantas veces,
decepcionado,

cansado,
tentado de dejarlo todo,
de renunciar,
de buscar supuestos nuevos aires?

¿adónde quedó ese amor,
adónde, el guardapolvos impecable,
ese fervor en el grito que clamaba libertad,

que clamaba honor,
honestidad, valor,
sacrificio?

no quiero pensar,
ni por un segundo

que ya no quedan
personas que sigan apostando
por esta patria,

tan nombrada,
tan vapuleada,
tan utilizada
en pos de los que siempre se benefician.

Un país inmenso,
pleno de riquezas

que alguna vez
fue el granero del mundo.

¿Qué pasó?

¿cómo fue
que el mal, la ambición,
la enfermedad del poder
se introdujo?

¿cómo fue que se dispersó,
se disparó de tal modo,
convenciendo a tantos,
de todo ámbito, de toda condición social?

No quiero
ni por un segundo,
insisto,

pensar en que aquello,
todo

lo que soñamos,
lo que transmitimos a nuestros descendientes

quede sepultado,
deba revertirse de inmediato.

Que les tengamos que arrojar
a la cara esta realidad espantosa,
este miedo paralizante,
esta angustia;

quiero
a pesar de todo, de todos,
de los que hicieron o contribuyeron
a que esto pasara

decirles, repetirles:
vamos a salir adelante,

vamos a pelearla,
así, seamos pocos,

así,
queden tres, dos,
uno solo;

porque de otro modo,
si no estamos de parte de lo nuestro,
si no nos enrolamos en el ejército de la esperanza,
del trabajo, de la lucha por los valores;

si no los sostenemos
si no hacemos todo por recuperarlos
y más

no podremos,
no podremos
nadie, ninguno!

descansar,
cuando nos toque

en paz.

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Cristina Del Gaudio

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