lunes, agosto 12, 2019

El quizás, nunca más

Es difícil quedarse,
resistir,

miedo, incertidumbre,
críticas, amenazas,

ver como se despedazan
unos con otros,

oír como se despedazan
unos a otros;

leer mentiras,
leer ideas que no tienen sostén,
leer verdades,
verdades a medias,

¡querer gritar 
ciertas verdades
que pueden no serlo para otros,

otras,
que pueden ser parte de un ardid
para convencernos!

sin embargo,

¿cómo hacerles creer
que se apunta a lo bueno,
que no se apunta a lograr 
exclusivamente, un capricho, una elección personal,

una opinión propia,
una manera de ver
ciega a todo lo demás?

no es fácil.

Quedarse será duro,
como lo fue antes,
como lo fue siempre

o casi siempre.

Pero ¿irse?

¿abandonar los olores,
los sabores, los besos, 
las palmadas en la espalda,
los códigos entre iguales,

que no se hallarán, jamás,
que no se comprenderán
ni intentarán comprenderse

en ninguna otra parte
más que en la propia tierra?

irse

y tal vez
no volver a verlos más,

bueno,
-dirán-,
existen videocámaras,
muchas maneras de contactarse

pero..

¿la complicidad,
los guiños,
las miradas que lo dicen todo
sin decirse absolutamente nada?

¿el tener la certeza,
el sentir ese calor, único,

esa sensación de estar en casa
en ese, en tantos abrazos?

Es difícil.
Quedarse.

Pero lo otro,
el alejarse de todo, de todos,

el quizás, nunca más,
¡nunca más!

también lo es.

Dirán los que están lejos
que se adaptaron, (aunque no todos),

contarán acerca de los beneficios,
de los lugares imponentes por los que transitan,
la situación económica de los que los rodean,
-así no sea exactamente la de ellos-;

enviarán fotos,
videos,

se mostrarán felices,
en sus casas tan prolijas, 
tan distintas, en ciertos casos,

al departamento,
al ph
que tanto les costó pagar,
haya sido propio, alquilado;

no existe el ideal,
no existen personas ideales,
lugares ideales,
países ideales,

o podemos verlo de otro modo:
¡claro que son ideales!

si nos basamos en lo que creemos,
en lo que queremos ver, suponer,

¡precisamente, idealizar!

en tanto, nuestro amado país
con sus problemas, de la índole que sean,
con sus divisiones entre hermanos,

con todo lo que pasa
y pasará, y quizás, seguirá pasando,
para bien, para mal

es lo que vivimos,
lo que sabemos, somos, hacemos,
supieron, fueron, hicieron
nuestros ancestros;

se trata de nuestro origen,
de nuestras raíces, 

no es lo que imaginamos,
aunque, lo es, de algún modo,

podemos imaginar
un cambio, muchos cambios

poniendo ganas, esfuerzo, 
¡poniendo el alma!

para que se den
de verdad.

Tal vez, si esto se lograra,

nadie desearía alejarse, 
¿no les parece?








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Cristina Del Gaudio

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