No es algo menor
el miedo;
lleva a pensar, demasiado,
a planear,
a no planear,
transforma a la persona
en lo que jamás imaginó
o en lo que más temió;
del miedo
a la agresividad,
la ira,
la desconfianza,
la baja autoestima,
la resignación
más humillante,
hay medio paso,
medio.
El miedo puede ser un aviso,
puede hacer que evitemos
un peligro inminente;
mas cuando se vuelve
un peso insoportable,
una carga que inclina nuestra espalda,
nuestra mirada
al suelo,
cuando anula toda idea positiva,
todo pensamiento esperanzador,
todo aliciente,
cuando nos hace olvidar,
en ocasiones, por largo tiempo,
de quienes somos,
para qué estamos acá,
por qué hacemos esto,
lo que fuera;
cuando nos atrapa
entre sus pegajosas, malolientes garras,
¡Ay, qué terrible,
qué insoportable existencia!
pues, allí
ya se instaló en nosotros
y no hay expectativas
de que se aparte,
¡nos ha quitado las fuerzas,
ha debilitado nuestro espíritu,
nos tiene acorralados,
como animalitos asustados,
sumidos en la autocompasión
más pusilánime!
cuidado con el miedo.
Comienza con una tristeza
que es diferente a otras,
-e inmotivada, en muchos casos-,
luego comienza a hurgar y hurgar
hasta deslizarse en los subterfugios de la mente,
en pos de entorpecer toda intención de accionar,
todo impulso,
toda ansia.
y llega
el auto-aniquilamiento.
De pronto,
solo hacemos lo necesario,
sin registrarlo,
automáticamente;
no esperamos más,
no soñamos,
solo queremos dormir
el sueño que más se parezca
a la muerte.
Cuidado, insisto.
El miedo es oscuro,
el miedo baja, no eleva,
retrotrae a un pasado
que engañosamente,
parece más seguro,
cuando apenas,
recordamos cómo fue,
al que ni siquiera,
-si no estuviéramos presos del miedo-,
desearíamos regresar
ni por un rato.
El miedo
es el pasado,
una pretendida sensación
de "seguridad",
nos hunde,
nos detiene,
nos distrae
nos impide el decir,
el hacer, el ser;
el miedo,
-salvo en excepcionales situaciones-
nos arrastra,
nos pisotea,
nos ensucia;
significa la extinción
de todo lo que nos importó,
de todo lo que amamos, creímos amar,
de todo lo que fuimos, lo que intentamos ser,
en fin, de toda idea,
todo propósito que nos aliaba con la vida:
El miedo,
definitivamente,
disimula,
inventa excusas,
en tanto destruye,
hunde a sus víctimas
en la nada,
en el más irreversible
vacío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario