Por más que insista,
por más que lo intente,
¿cómo detengo esas ideas,
cómo enfrento esas pesadillas,
sueños alterados que desvelan,
ocupan la mente
cada noche,
echan por tierra
las recomendadas afirmaciones?
tantos propósitos,
tanto empuje,
tantas ganas en pos de
recomenzar,
reemprender,
recuperar el ancestral deseo,
y de nuevo,
todo para atrás;
buscar y buscar
la misma rama, quebradiza,
que ya no puede sostenerme,
que ya no puede sostener nada;
intentar saciar la sed
en la fuente seca,
hurgar entre telarañas
que evidencian la agonía
de un pasado extinto,
de un pasado
que no tiene regreso,
que no tiene en sus manos
lo que necesito,
lo que creo necesitar,
¿qué es lo que deseo?
¿será que cada día, cada instante
es un abandonar y retomar
hasta que las fuerzas se extingan?
por hacer algo,
me observo en el vidrio empañado,
descubro que dibuja, a la perfección
mis confusas inquietudes:
neblinosas,
heladas,
impenetrables,
oscuras.
¿Será, como dicen,
que hay que llegar al fondo
para retornar,
pues no se puede
descender aun más?
hay días, en cambio,
en que los sueños,
ya despierta,
me quitan las sábanas,
me despabilan,
me levantan,
me visten,
me sirven un café,
me dan un beso
en la mejilla
y todo parece sonreírme.
Por esos días,
por esos sueños,
ya despierta,
el desasosiego, los miedos,
los tan perturbadores retrocesos
de aquellos otros días
supongo,
valen la pena.
domingo, junio 30, 2019
Latidos reveladores
Dicen
que es conveniente separar
la cabeza, la razón,
del corazón, las emociones;
-es algo
que nunca me fue posible,
ni creo que lo será jamás-;
la cabeza recibe información,
piensa, entiende, vincula
también traduce en sentimientos,
sensaciones, emociones,
parte de lo que recibió, recibe;
si no tuviera que ver el corazón,
¿por qué se aceleran sus latidos,
por qué se siente en medio del pecho
ese estallido de fuegos artificiales
-que nada tienen de artificiales-
cuando apenas, se menciona algo,
a alguien en especial,
o se instala por un momento,
como un flash,
ese beso dado, recibido hace años, quizás,
ese abrazo, esa caricia,
ese fuerte, muy fuerte,
aunque antiguo
reencuentro,
o un beso, un abrazo,
un reencuentro
por completo, imaginados,
quizás, escritos
en alguna parte,
proyectados en un nuevo, posible
casi imposible
o totalmente imposible
hallazgo, vivencia,
diseñados
en un formato repetido,
o tal vez, recreado,
inédito?
así es que la mente es capaz de memorizar,
de analizar, de recordar, de retener,
asociar datos de toda índole,
pues también
de devolvernos
de pronto, sin aviso,
determinada recopilación de instantes
que lo fueron todo en cierto tiempo,
y los arroja allí,
al alcance de nuestra irrefrenable
imaginación;
es probable que hoy solo sean esbozos,
imágenes recortadas, desdibujadas,
casi difusas,
casi o del todo perdidas;
por cierto, la persistencia
de la aceleración de los latidos,
develaría
que esa información
supuestamente, procesada,
concluida,
archivada,
no estaría resultando
tan inadvertida.
que es conveniente separar
la cabeza, la razón,
del corazón, las emociones;
-es algo
que nunca me fue posible,
ni creo que lo será jamás-;
la cabeza recibe información,
piensa, entiende, vincula
también traduce en sentimientos,
sensaciones, emociones,
parte de lo que recibió, recibe;
si no tuviera que ver el corazón,
¿por qué se aceleran sus latidos,
por qué se siente en medio del pecho
ese estallido de fuegos artificiales
-que nada tienen de artificiales-
cuando apenas, se menciona algo,
a alguien en especial,
o se instala por un momento,
como un flash,
ese beso dado, recibido hace años, quizás,
ese abrazo, esa caricia,
ese fuerte, muy fuerte,
aunque antiguo
reencuentro,
o un beso, un abrazo,
un reencuentro
por completo, imaginados,
quizás, escritos
en alguna parte,
proyectados en un nuevo, posible
casi imposible
o totalmente imposible
hallazgo, vivencia,
diseñados
en un formato repetido,
o tal vez, recreado,
inédito?
así es que la mente es capaz de memorizar,
de analizar, de recordar, de retener,
asociar datos de toda índole,
pues también
de devolvernos
de pronto, sin aviso,
determinada recopilación de instantes
que lo fueron todo en cierto tiempo,
y los arroja allí,
al alcance de nuestra irrefrenable
imaginación;
es probable que hoy solo sean esbozos,
imágenes recortadas, desdibujadas,
casi difusas,
casi o del todo perdidas;
por cierto, la persistencia
de la aceleración de los latidos,
develaría
que esa información
supuestamente, procesada,
concluida,
archivada,
no estaría resultando
tan inadvertida.
sábado, junio 29, 2019
Esperar, no esperar, desesperar
Otro anochecer
de nunca más,
de no esperes esto,
no esperes lo otro;
no esperes.
No espero.
Pero me pregunto:
¿cómo se hace para seguir?
una noche más:
ya no se divisan los edificios de enfrente,
cielo, suelo
casi no se diferencian;
y el frío,
¡cuánto más se siente el frío
ante tan gélida ausencia!
Otra noche.
Otro día.
De olvido,
de memoria,
de no esperar
¿no esperar?
No espero.
En realidad,
espero
o desespero.
Sabés qué espero
sabés bien cuánto hace que lo espero.
Sin embargo,
otro día,
otro día que envejece,
otro día que comienza a morir
como nuestra historia,
como su evocación
reiterativa;
como aquel amor que proponía llenarlo todo,
el universo,
rendido a sus pies;
otra noche más.
Sin esperas.
Con esperas.
¡Hasta mañana!
de nunca más,
de no esperes esto,
no esperes lo otro;
no esperes.
No espero.
Pero me pregunto:
¿cómo se hace para seguir?
una noche más:
ya no se divisan los edificios de enfrente,
cielo, suelo
casi no se diferencian;
y el frío,
¡cuánto más se siente el frío
ante tan gélida ausencia!
Otra noche.
Otro día.
De olvido,
de memoria,
de no esperar
¿no esperar?
No espero.
En realidad,
espero
o desespero.
Sabés qué espero
sabés bien cuánto hace que lo espero.
Sin embargo,
otro día,
otro día que envejece,
otro día que comienza a morir
como nuestra historia,
como su evocación
reiterativa;
como aquel amor que proponía llenarlo todo,
el universo,
rendido a sus pies;
otra noche más.
Sin esperas.
Con esperas.
¡Hasta mañana!
viernes, junio 28, 2019
La existencia sigue en pie
En realidad,
no es tan complicado;
sentir el calor
de una presencia,
el calor, aun vivo,
de una ausencia
que puede ser presencia,
que lo es, tal vez siempre lo será
dentro nuestro.
No se trata de ir detrás de grandes cosas,
lugares, metas para justificar...
No hay nada que debamos justificar,
estamos acá,
podemos hacer, pensar, imaginar,
o no hacer,
no pensar,
no imaginar
nada;
simplemente,
vivir ese rato
pequeño, en calma;
gozar los momentos preciosos
de soledad, silencio,
en paz con nuestra cabeza,
en paz con nuestro espíritu.
Sé que es difícil,
hay situaciones graves,
algunas, sin retorno;
pérdidas
a causa de innegables injusticias
que nunca se resuelven,
y que pocas veces
el alma, quebrantada,
logra aliviar,
en parte, tanto dolor,
al ver, siquiera, que los que dañan,
los que lo/la dañaron
pagan, pagarán.
Sé que es difícil
en determinadas situaciones,
poder hallar ese rato, ese hueco,
ese estar con nosotros a solas,
sin reproches, sin exigencias,
sin auto-engaños,
intentar no descartar
siquiera, un mínimo intento
en pos de no perder las ilusiones,
así, estén por disiparse,
así, nos falten las fuerzas, las ganas,
el aliento;
es posible, en medio del más profundo dolor,
hallar ese instante de sosiego,
ver el mundo, solo por un rato,
pintado con colores diferentes;
imaginarse
en otro paisaje,
en otro cuadro,
en otra instancia;
no solo pueden lograrlo
-y no siempre-
los soñadores, los artistas;
sino cualquiera que entienda
que más allá de lo que ya no está,
ya no tiene, le hayan quitado,
su existencia sigue en pie,
sus incentivos, sus planes,
sus deseos,
-los de antes de...-
siguen latentes
y lo aguardan,
listos
para extenderle la mano,
en algún recodo
del camino.
no es tan complicado;
sentir el calor
de una presencia,
el calor, aun vivo,
de una ausencia
que puede ser presencia,
que lo es, tal vez siempre lo será
dentro nuestro.
No se trata de ir detrás de grandes cosas,
lugares, metas para justificar...
No hay nada que debamos justificar,
estamos acá,
podemos hacer, pensar, imaginar,
o no hacer,
no pensar,
no imaginar
nada;
simplemente,
vivir ese rato
pequeño, en calma;
gozar los momentos preciosos
de soledad, silencio,
en paz con nuestra cabeza,
en paz con nuestro espíritu.
Sé que es difícil,
hay situaciones graves,
algunas, sin retorno;
pérdidas
a causa de innegables injusticias
que nunca se resuelven,
y que pocas veces
el alma, quebrantada,
logra aliviar,
en parte, tanto dolor,
al ver, siquiera, que los que dañan,
los que lo/la dañaron
pagan, pagarán.
Sé que es difícil
en determinadas situaciones,
poder hallar ese rato, ese hueco,
ese estar con nosotros a solas,
sin reproches, sin exigencias,
sin auto-engaños,
intentar no descartar
siquiera, un mínimo intento
en pos de no perder las ilusiones,
así, estén por disiparse,
así, nos falten las fuerzas, las ganas,
el aliento;
es posible, en medio del más profundo dolor,
hallar ese instante de sosiego,
ver el mundo, solo por un rato,
pintado con colores diferentes;
imaginarse
en otro paisaje,
en otro cuadro,
en otra instancia;
no solo pueden lograrlo
-y no siempre-
los soñadores, los artistas;
sino cualquiera que entienda
que más allá de lo que ya no está,
ya no tiene, le hayan quitado,
su existencia sigue en pie,
sus incentivos, sus planes,
sus deseos,
-los de antes de...-
siguen latentes
y lo aguardan,
listos
para extenderle la mano,
en algún recodo
del camino.
jueves, junio 27, 2019
Una alegría de verdad
Era una escuela privada,
difícil de costear
para un trabajador;
siempre lo fue,
lo es;
supongo que mi familia
era la más humilde;
entonces no existía la discriminación,
el acoso, la competencia;
nadie me hizo sentir mal,
ni diferente;
nunca me avergonzó
ni mi familia, ni mi casa,
ni mi barrio,
nada.
Veía que mis compañeras vivían de otra manera,
que parecían tenerlo todo;
las visitaba,
conocí sus imponentes hogares,
algunos, les aseguro, mansiones;
yo iba allí, tranquila,
siempre contenta,
siempre
con mi ropa de ninguna marca conocida,
en algunos casos,
cosida por mi madre;
pero nunca me sentí inferior,
nunca, siquiera, me lo planteé;
ninguna de esas cuestiones
nos ocupaba, entonces;
nos divertíamos,
algunas, la mayoría,
hijas de padres adinerados,
casi todos profesionales;
en mi caso,
hija de un empleado y electricista;
mi padre iba a buscarme,
tantas veces,
vestido con su ropa de color marrón,
su ropa de trabajo;
¡y era un orgullo!
una alegría
de verdad,
¡todo lo era!
pasó el tiempo,
mi padre murió, de pronto;
enfermó, lo operaron,
nos lo devolvieron muerto;
nada fue igual;
mi hermano y yo
accedimos a cierta ropa de marca;
no por demostrar nada,
probablemente, por eso de que nunca pudimos
y nuestros trabajos
nos lo permitieron;
pero nada fue igual,
nunca más lo fue;
a mí no me molestaba, en absoluto,
usar esas zapatillas de cuatro tiras,
-hoy dirían "truchas"-;
no éramos tontos,
claro que nos gustaban
las que estaban de moda,
pero sabíamos que no podían comprárnoslas;
aún así, nada de eso impedía que visitáramos esos amplios salones,
esos increíbles jardines
en que todo parecía brillar,
los de nuestros respectivos compañeros
que siempre tenían
todo eso que a nosotros nos faltaba;
insisto:
nunca me avergoncé,
nunca tuve envidia,
ni pretendí ser como ellos,
nunca anhelé sus vidas.
Quizás,
sabía que tenía algo,
un tesoro,
que algún día podría contar
esta y tantas historias,
yo sabía
-sin saberlo-
que lo tenía todo.
difícil de costear
para un trabajador;
siempre lo fue,
lo es;
supongo que mi familia
era la más humilde;
entonces no existía la discriminación,
el acoso, la competencia;
nadie me hizo sentir mal,
ni diferente;
nunca me avergonzó
ni mi familia, ni mi casa,
ni mi barrio,
nada.
Veía que mis compañeras vivían de otra manera,
que parecían tenerlo todo;
las visitaba,
conocí sus imponentes hogares,
algunos, les aseguro, mansiones;
yo iba allí, tranquila,
siempre contenta,
siempre
con mi ropa de ninguna marca conocida,
en algunos casos,
cosida por mi madre;
pero nunca me sentí inferior,
nunca, siquiera, me lo planteé;
ninguna de esas cuestiones
nos ocupaba, entonces;
nos divertíamos,
algunas, la mayoría,
hijas de padres adinerados,
casi todos profesionales;
en mi caso,
hija de un empleado y electricista;
mi padre iba a buscarme,
tantas veces,
vestido con su ropa de color marrón,
su ropa de trabajo;
¡y era un orgullo!
una alegría
de verdad,
¡todo lo era!
pasó el tiempo,
mi padre murió, de pronto;
enfermó, lo operaron,
nos lo devolvieron muerto;
nada fue igual;
mi hermano y yo
accedimos a cierta ropa de marca;
no por demostrar nada,
probablemente, por eso de que nunca pudimos
y nuestros trabajos
nos lo permitieron;
pero nada fue igual,
nunca más lo fue;
a mí no me molestaba, en absoluto,
usar esas zapatillas de cuatro tiras,
-hoy dirían "truchas"-;
no éramos tontos,
claro que nos gustaban
las que estaban de moda,
pero sabíamos que no podían comprárnoslas;
aún así, nada de eso impedía que visitáramos esos amplios salones,
esos increíbles jardines
en que todo parecía brillar,
los de nuestros respectivos compañeros
que siempre tenían
todo eso que a nosotros nos faltaba;
insisto:
nunca me avergoncé,
nunca tuve envidia,
ni pretendí ser como ellos,
nunca anhelé sus vidas.
Quizás,
sabía que tenía algo,
un tesoro,
que algún día podría contar
esta y tantas historias,
yo sabía
-sin saberlo-
que lo tenía todo.
Lo que nos hacía sentir vivos
Volver
a aquel tiempo
en que se dormía
plácidamente,
sin preocupaciones;
volver a esos sueños,
de los que costaba desprenderse;
regresar
a los silencios entre dos
que parecían conocer el mismo idioma;
a las miradas infinitas,
a los abrazos, en cualquier momento,
en cualquier parte;
un regreso
difícil,
con los años,
las auto-exigencias,
las inquietudes,
los estúpidos miedos
que nos impiden ver,
sentir, gozar,
liberar la cabeza
de todo ese ruido tormentoso,
para poder escuchar
los distintos cantos de los pájaros, el silbido del viento,
algún rumor, lejano, de cierta canción
que nos traslade, por un momento
a aquello.
Tiempos en los que no había apuro;
una conversación
más, menos trascendente,
una mirada,
un café, un mate,
compartidos,
valían la pena
y lo demás,
lo que no importa nada o mucho menos,
podía esperar;
la gente caminaba por la calle
y sonreía,
miraba las vidrieras
disfrutando ese momento
y no sufriéndolo;
es triste, muy triste
que todo lo más lindo,
lo que nos hacía sentir vivos,
sin advertirlo,
se esté esfumando,
se haya olvidado,
se elija olvidar,
¿en pos de qué?
preocupaciones
tantas veces, vanas,
obsesiones, ansiedad,
enfermedades,
en ese constante apuro por ir,
por estar, por volver;
¿dónde quedó esa parte nuestra,
la mirada inocente, el asombro,
la lectura apacible
en algún café,
las servilletas con alguno que otro escrito,
tachado
y escrito de nuevo,
una, otra vez?
¿dónde quedó ese tiempo
de recreo?
¿Por qué el empeño
en retornar, sí, pero a las cuestiones tortuosas del pasado,
o esa angustia, asfixiante, por lo que supuestamente, vendrá,
lo que podría sucedernos?
sin tener la menor certeza.
Si pudimos, alguna vez
hacerlo todo,
desde las actividades más triviales,
sin pensar en el después,
el día, la semana,
el año siguientes,
¿por qué no re-intentarlo?
¿por qué no recuperar
ese maravilloso "hábito" de ser felices,
sin ningún motivo en particular,
por el hecho de existir
y ni siquiera?
¿por qué no permitírnoslo,
hasta que quizás,
se nos pegue?
a aquel tiempo
en que se dormía
plácidamente,
sin preocupaciones;
volver a esos sueños,
de los que costaba desprenderse;
regresar
a los silencios entre dos
que parecían conocer el mismo idioma;
a las miradas infinitas,
a los abrazos, en cualquier momento,
en cualquier parte;
un regreso
difícil,
con los años,
las auto-exigencias,
las inquietudes,
los estúpidos miedos
que nos impiden ver,
sentir, gozar,
liberar la cabeza
de todo ese ruido tormentoso,
para poder escuchar
los distintos cantos de los pájaros, el silbido del viento,
algún rumor, lejano, de cierta canción
que nos traslade, por un momento
a aquello.
Tiempos en los que no había apuro;
una conversación
más, menos trascendente,
una mirada,
un café, un mate,
compartidos,
valían la pena
y lo demás,
lo que no importa nada o mucho menos,
podía esperar;
la gente caminaba por la calle
y sonreía,
miraba las vidrieras
disfrutando ese momento
y no sufriéndolo;
es triste, muy triste
que todo lo más lindo,
lo que nos hacía sentir vivos,
sin advertirlo,
se esté esfumando,
se haya olvidado,
se elija olvidar,
¿en pos de qué?
preocupaciones
tantas veces, vanas,
obsesiones, ansiedad,
enfermedades,
en ese constante apuro por ir,
por estar, por volver;
¿dónde quedó esa parte nuestra,
la mirada inocente, el asombro,
la lectura apacible
en algún café,
las servilletas con alguno que otro escrito,
tachado
y escrito de nuevo,
una, otra vez?
¿dónde quedó ese tiempo
de recreo?
¿Por qué el empeño
en retornar, sí, pero a las cuestiones tortuosas del pasado,
o esa angustia, asfixiante, por lo que supuestamente, vendrá,
lo que podría sucedernos?
sin tener la menor certeza.
Si pudimos, alguna vez
hacerlo todo,
desde las actividades más triviales,
sin pensar en el después,
el día, la semana,
el año siguientes,
¿por qué no re-intentarlo?
¿por qué no recuperar
ese maravilloso "hábito" de ser felices,
sin ningún motivo en particular,
por el hecho de existir
y ni siquiera?
¿por qué no permitírnoslo,
hasta que quizás,
se nos pegue?
miércoles, junio 26, 2019
Se nace poeta
No teman al poeta,
salvo que tengan algo
que ocultar;
el poeta versará
sobre aquello que es capaz de vislumbrar
detrás de cada acción,
cada hecho, cada actitud, cada frase,
cada silencio;
el poeta no solo se limita
a cuanto esté ligado
a los sentimientos, las emociones;
el poeta es el que revela
la verdad,
solían considerar en tiempos muy remotos;
su voz,
su mensaje
era muy preciado,
tenido en cuenta,
influía
en decisiones importantes,
no solamente personales,
decisiones políticas,
decisiones de prestigiosos personajes
en años pretéritos;
el poeta, el bardo,
el juglar:
la voz de tantas batallas, guerras,
intrigas palaciegas,
también, el trovador
de las cortesanas,
el entretenedor
de reyes, príncipes;
el poeta
es poeta
porque así nació,
pues de niño,
-no sé si en todos los casos-,
hubo en él algo especial
que lo diferenciaba;
sus juegos, sus entretenimientos
tenían que ver
con captar la atención,
con el decir, con la expresión;
el poeta le canta
a la vida,
la vida es el árbol aquel,
el otro y tantos otros,
las flores, el viento, el sol, las mañanas gélidas,
las noches de tormenta;
y también
el dolor de tantos padecientes,
también,
la muerte y su poderosa garra inexorable;
el poeta escribe al amor,
a la misma poesía,
a su particular pasión;
también se refiere a los enfrentamientos
entre semejantes,
a las distancias, a la discriminación,
a las luchas personales, callejeras;
habla de las ideas,
habla de su patria y de las otras;
el poeta
es la voz de tantos que no pueden decir,
que no se atreven,
que no conocen la importancia
de dar a luz ciertas cuestiones
que de otro modo
se desconocen;
el poeta
es también el denunciante,
el que señala al malvado
que lastima,
al culpable del crimen,
al inocente;
el hacedor de historias
que acunan en las noches de luna llena,
en las noches calmas,
en las noches solitarias;
es el consuelo, el amigo incondicional,
la invitación a un viaje inolvidable,
eso y más.
A través de sus letras,
plenas de artificios,
invita a soñar,
o a hallar entre ellas, alguna respuesta,
la palabra que se necesita
cuando no se sabe en qué pensar,
qué hacer, cómo seguir.
No es menor la tarea
del poeta,
no es insignificante, ni sencilla.
El poeta no es comerciante
de sus líneas,
no las atesora para sí,
una vez que las da a luz,
para difundirlas, luego,
dejan de serle propias,
y se alegra de poder llegar
a algún alma torturada,
a algún ser perdido,
quizás, agobiado,
que halla, de pronto, entre sus párrafos,
lo que busca, necesita;
tal vez, satisface
alguna de sus incesantes preguntas.
Se nace poeta,
insisto,
así esto no se sepa,
no haya indicios,
hasta haber transcurrido muchos años,
en que, de pronto,
sin pensarlo,
ni imaginarlo siquiera,
un papel en blanco, cualquiera,
una pantalla,
se convierten
en sus primeros aliados
y testigos.
En ese momento, cae en cuenta
de que algo sucede,
no previsto, no buscado,
no calculado.
Es entonces cuando comienza a gestarse
su estimulante, maravillosa,
-¿heredada?¿dictada por alguien, algo superior?-
y por cierto,
muy extenuante
misión.
salvo que tengan algo
que ocultar;
el poeta versará
sobre aquello que es capaz de vislumbrar
detrás de cada acción,
cada hecho, cada actitud, cada frase,
cada silencio;
el poeta no solo se limita
a cuanto esté ligado
a los sentimientos, las emociones;
el poeta es el que revela
la verdad,
solían considerar en tiempos muy remotos;
su voz,
su mensaje
era muy preciado,
tenido en cuenta,
influía
en decisiones importantes,
no solamente personales,
decisiones políticas,
decisiones de prestigiosos personajes
en años pretéritos;
el poeta, el bardo,
el juglar:
la voz de tantas batallas, guerras,
intrigas palaciegas,
también, el trovador
de las cortesanas,
el entretenedor
de reyes, príncipes;
el poeta
es poeta
porque así nació,
pues de niño,
-no sé si en todos los casos-,
hubo en él algo especial
que lo diferenciaba;
sus juegos, sus entretenimientos
tenían que ver
con captar la atención,
con el decir, con la expresión;
el poeta le canta
a la vida,
la vida es el árbol aquel,
el otro y tantos otros,
las flores, el viento, el sol, las mañanas gélidas,
las noches de tormenta;
y también
el dolor de tantos padecientes,
también,
la muerte y su poderosa garra inexorable;
el poeta escribe al amor,
a la misma poesía,
a su particular pasión;
también se refiere a los enfrentamientos
entre semejantes,
a las distancias, a la discriminación,
a las luchas personales, callejeras;
habla de las ideas,
habla de su patria y de las otras;
el poeta
es la voz de tantos que no pueden decir,
que no se atreven,
que no conocen la importancia
de dar a luz ciertas cuestiones
que de otro modo
se desconocen;
el poeta
es también el denunciante,
el que señala al malvado
que lastima,
al culpable del crimen,
al inocente;
el hacedor de historias
que acunan en las noches de luna llena,
en las noches calmas,
en las noches solitarias;
es el consuelo, el amigo incondicional,
la invitación a un viaje inolvidable,
eso y más.
A través de sus letras,
plenas de artificios,
invita a soñar,
o a hallar entre ellas, alguna respuesta,
la palabra que se necesita
cuando no se sabe en qué pensar,
qué hacer, cómo seguir.
No es menor la tarea
del poeta,
no es insignificante, ni sencilla.
El poeta no es comerciante
de sus líneas,
no las atesora para sí,
una vez que las da a luz,
para difundirlas, luego,
dejan de serle propias,
y se alegra de poder llegar
a algún alma torturada,
a algún ser perdido,
quizás, agobiado,
que halla, de pronto, entre sus párrafos,
lo que busca, necesita;
tal vez, satisface
alguna de sus incesantes preguntas.
Se nace poeta,
insisto,
así esto no se sepa,
no haya indicios,
hasta haber transcurrido muchos años,
en que, de pronto,
sin pensarlo,
ni imaginarlo siquiera,
un papel en blanco, cualquiera,
una pantalla,
se convierten
en sus primeros aliados
y testigos.
En ese momento, cae en cuenta
de que algo sucede,
no previsto, no buscado,
no calculado.
Es entonces cuando comienza a gestarse
su estimulante, maravillosa,
-¿heredada?¿dictada por alguien, algo superior?-
y por cierto,
muy extenuante
misión.
La nada riéndosele en el espejo
Como un tajo
abrupto,
letal,
con el fin de asegurarse
de que no habría
vuelta atrás,
dijo todo
hizo todo
para que terminara
de una vez;
tanto rogar,
tanto pensar,
tanto idealizar,
en vano;
tanto roer y roer
donde ya no quedaba tierra fértil,
donde ya no queda nada,
nada que valga la pena
nada que justifique tal padecimiento;
se cortó el pelo,
bien, bien corto,
como si eso
la hiciera verse más fuerte,
quizás, buscó rasurar
toda esa confusión de ideas,
el desequilibrio de un supuesto orden
establecido;
tantas ideas falaces,
inventadas
por una cabeza
proclive a la imaginación;
así, se sostuvo,
o pudo fingirlo,
durante un largo rato;
en tanto, sus ojos, aun dormidos,
siempre deseosos de instalarse en algún sueño
que detuviera ese despertar
¡despertar, oh, despertar
tenebroso!
¡para reecontrarse con la nada,
riéndose, burlona,
en el espejo!
poco tiempo después
no hubo más sueños,
ni un momento de paz,
en ningún estado;
la burbuja había estallado:
lo hizo en su cara,
en el alma;
una burbuja en la que siempre
una parte suya
se había quedado,
a pesar de que no lo advirtiera;
se oía, se olía, se percibía,
como integrante de un eco lejano
que a veces, retornaba
en una imagen,
una presencia,
una canción,
unas palabras;
algún suceso fuerte,
algo que la movilizara,
un impulso, inexplicable,
hacia ese antes;
todo eso pasó, se acabó,
o no pasó, no se acabó,
en absoluto;
o no debería haber pasado
o sí debería;
solo puede decirse basta,
solo puede mentirse ese basta,
solo puede aceptarlo,
apenas si logra, por momentos,
resignarse;
solo puede quedarse quieta
o no hacerlo,
recordar lo que fue bueno,
-que lo hubo, claro que lo hubo-,
o no parar de hacer cosas,
de buscar, buscar
así no sepa qué, para qué;
probablemente, debería
tenerlo al margen
-cuando en realidad,
no consigue quitarlo del centro-;
hace como que sigue,
dice lo que urge
decir;
camina, lee,
trabaja,
llora
estudia, limpia,
besa, abraza,
llora
ve alguna película, escucha un tema musical,
canta,
llora
habla por teléfono, envía mensajes,
se ríe, comenta,
llora.
Charlas, cafés, salidas,
brindis,
festejos,
llora.
Calor, niebla, viento, lluvia,
frío,
llora.
abrupto,
letal,
con el fin de asegurarse
de que no habría
vuelta atrás,
dijo todo
hizo todo
para que terminara
de una vez;
tanto rogar,
tanto pensar,
tanto idealizar,
en vano;
tanto roer y roer
donde ya no quedaba tierra fértil,
donde ya no queda nada,
nada que valga la pena
nada que justifique tal padecimiento;
se cortó el pelo,
bien, bien corto,
como si eso
la hiciera verse más fuerte,
quizás, buscó rasurar
toda esa confusión de ideas,
el desequilibrio de un supuesto orden
establecido;
tantas ideas falaces,
inventadas
por una cabeza
proclive a la imaginación;
así, se sostuvo,
o pudo fingirlo,
durante un largo rato;
en tanto, sus ojos, aun dormidos,
siempre deseosos de instalarse en algún sueño
que detuviera ese despertar
¡despertar, oh, despertar
tenebroso!
¡para reecontrarse con la nada,
riéndose, burlona,
en el espejo!
poco tiempo después
no hubo más sueños,
ni un momento de paz,
en ningún estado;
la burbuja había estallado:
lo hizo en su cara,
en el alma;
una burbuja en la que siempre
una parte suya
se había quedado,
a pesar de que no lo advirtiera;
se oía, se olía, se percibía,
como integrante de un eco lejano
que a veces, retornaba
en una imagen,
una presencia,
una canción,
unas palabras;
algún suceso fuerte,
algo que la movilizara,
un impulso, inexplicable,
hacia ese antes;
todo eso pasó, se acabó,
o no pasó, no se acabó,
en absoluto;
o no debería haber pasado
o sí debería;
solo puede decirse basta,
solo puede mentirse ese basta,
solo puede aceptarlo,
apenas si logra, por momentos,
resignarse;
solo puede quedarse quieta
o no hacerlo,
recordar lo que fue bueno,
-que lo hubo, claro que lo hubo-,
o no parar de hacer cosas,
de buscar, buscar
así no sepa qué, para qué;
probablemente, debería
tenerlo al margen
-cuando en realidad,
no consigue quitarlo del centro-;
hace como que sigue,
dice lo que urge
decir;
camina, lee,
trabaja,
llora
estudia, limpia,
besa, abraza,
llora
ve alguna película, escucha un tema musical,
canta,
llora
habla por teléfono, envía mensajes,
se ríe, comenta,
llora.
Charlas, cafés, salidas,
brindis,
festejos,
llora.
Calor, niebla, viento, lluvia,
frío,
llora.
martes, junio 25, 2019
Auto-huirles
Les dicen lo que saben
necesitan oír;
les escriben las palabras precisas,
las que tienen muy bien planeadas,
las que resultarán apropiadas.
Así, se produce la famosa catarsis,
como sucede con los programas de TV,
las series, las obras teatrales,
etc.;
algo similar a lo siguiente:
justo lo que tiene que ver conmigo,
justo lo que me pasó,
lo que pudo haberme pasado,
lo que hice,
lo que no hice,
lo que tenía que haber hecho,
así es como él/ella debe pensar,
por esa razón actuó así o asá (x),
de ese modo debí reaccionar,
claro, me dejé llevar por
tengo que quererme a mí mismo/a,
tengo que hacer esta afirmación y esta otra
y todas las demás;
si me enojo,
golpear almohadones (¿cojines son almohadones, no?)
o gritar
dentro de un espacio cerrado;
(¿por qué no abierto?, me pregunto)
Soltar, ahhhh,
¡la palabra de moda!
dejar el pasado atrás,
el pasado no puede modificarse
(mentira, ¡hay tantas "versiones" de pasados,
según cómo se hayan vivido, según qué punto se tenga más presente
que otro, según la etapa en que se haya dado tal o cual situación);
prosigo:
quien no te busca,
no hace nada por hallarte,
no te quiere.
¡mentira!
¡puede deberse a tantas cuestiones!:
temores, inseguridad de ser aceptado/a,
dudas, problemas de cualquier índole,
no querer ser visto por haber envejecido,
por tener alguna enfermedad,
etcetcetc.
Si no te querés a vos mismo,
nadie lo hará.
Otra falacia.
Me han querido y mucho
cuando menos me quise,
cuando menos me valoré;
Si sos bueno, si das,
recibirás lo mismo o más;
o bien:
al que lastima a alguien,
le volverá el daño del modo en que sea;
¡todas mentirasssss!
En fin,
estas y otras frases tan repetidas,
tan trilladas,
de una u otra manera
integran solo una parte del "librito"
del psico, gurú, terapeuta, brujo,
da igual;
Está también el muy famoso y hábil comerciante
"escritor de autoayuda":
utiliza a destajo
estas y otras palabras,
las combina de modo tal
que lleguen al lector-cliente,
que lo hagan conmover,
reaccionar, ser
como a ellos
les conviene que lo haga,
el tema es vender,
hacer dinero,
a través de sus charlas,
de sus libros, de sus textos
que repite, repite y repite
hasta que el cerebro
de sus adeptos, incondicionales,
queda tan en blanco, más esponjoso que una esponja,
tanto que creen experimentar eso que llaman empatía
y no es más que sumisión, idiotización,
servilismo,
anulación del propio yo;
así, todavía tengan resabios de sus respetables,
desde ya,
padecimientos,
dirán que los están superando
gracias a tal o a tal otro;
que es un genio,
una "genia",
entonces, comparten y comparten sus escritos,
se los pasan, los divulgan
y a la mujer o varón en cuestión
que se dedica a este oficio,
se le gastan las retinas
de tanto contar dinero, dinero y más dinero.
Toda publicidad les sirve,
hasta que hablen mal de ellos,
hasta se permiten plagiar,
porque en medio de la aclaración
del supuesto malentendido
también facturan,
son una caja registradora caminante,
un consejo, un like...
¡más seguidores!
una palabra que se adapte
en más o en menos
a lo que el "cliente", -no puedo decir oyente ni lector-,
necesite,
será otra felicitación, otro me gusta,
nuevos ingresos a las páginas,
adquisiciones de ejemplares,
asistencia a convenciones, talleres,
todo a cambio de...
¡dinero, dinero y más dinero!
¿O por qué creen que se dedican
a ese tipo de escritura,
disfrazándola de literatura,
poniendo alguna que otra palabra
que disimule hacia dónde van dirigidos
sus misiles convincentes, generadores de fama
y fortuna?
Entonces,
dirigen verdaderas sectas,
plagadas de seguidores/siervos
dispuestos a enfrentar a quien sea
en su defensa,
que esgrimen esos escritos
aquí y allá,
cual manifiestos políticos o literarios,
reparten, repiten, divulgan esas líneas
en mucho mayor grado, estoy segura,
de lo que hicieron los apóstoles o quienes fueran
con respecto a la palabra de Jesús;
Les digo,
ustedes hagan lo que quieran,
yo no doy consejos, -ni por plata-:
cuidado con aferrarse a ellos
que tanto enseñan a no aferrarse a nada,
sus palabras, mientras escriben,
las ven como números;
a ellos no les importa de nadie, de nada,
salvo de ellos mismos y de sus logros.
No son sus amigos,
les digo a los que realmente lo creen.
Si los critican, si no los siguen,
si no les aseguran, del modo en que sea,
ingresos,
los abandonarán, los olvidarán,
así como fueron abandonados u olvidados
por quien sea
y por ese motivo, entre otros, quizás,
acudieron a estos pseudo-pastores
que sí saben elegir a sus ovejas,
-sin lugar a dudas-,
fáciles de manipular, ingenuas, crédulas,
para que resulte muy sencillo instalarles esas ideas,
como ser, la existencia de un mundo distinto,
pleno de luz, empatía, salud mental (¿?),
al que supuestamente, solo ellos pertenecerían;
un mundo muy distinto
a este en el que vivimos nosotros,
pobres seres,
enfermos,
mal medicados,
perdidos, irremediablemente, en la oscuridad,
en el egoísmo, la agresión, la envidia,
y todo lo "malo" que puedan adjudicarnos.
Por eso, dicen, eligen (¿?) "correrse"
de personas como nosotros
y es lógico que así sea;
En fin, típica charlatanería barata
en pos de como ya lo expliqué,
sus non santos objetivos.
Si creen en ustedes, de verdad,
si fortalecen su espíritu,
no necesitarán pagar ni con plata, ni poner likes,
ni escuchar, ni leer a estos mercaderes;
Podrán, de ese modo, leer literatura de la buena,
la que aporta, la que suma,
la que invita a viajar, a soñar,
la que en verdad nos acompaña,
nos cobija,
se convierte en nuestra mejor amiga,
luego de nosotros mismos,
claro.
necesitan oír;
les escriben las palabras precisas,
las que tienen muy bien planeadas,
las que resultarán apropiadas.
Así, se produce la famosa catarsis,
como sucede con los programas de TV,
las series, las obras teatrales,
etc.;
algo similar a lo siguiente:
justo lo que tiene que ver conmigo,
justo lo que me pasó,
lo que pudo haberme pasado,
lo que hice,
lo que no hice,
lo que tenía que haber hecho,
así es como él/ella debe pensar,
por esa razón actuó así o asá (x),
de ese modo debí reaccionar,
claro, me dejé llevar por
tengo que quererme a mí mismo/a,
tengo que hacer esta afirmación y esta otra
y todas las demás;
si me enojo,
golpear almohadones (¿cojines son almohadones, no?)
o gritar
dentro de un espacio cerrado;
(¿por qué no abierto?, me pregunto)
Soltar, ahhhh,
¡la palabra de moda!
dejar el pasado atrás,
el pasado no puede modificarse
(mentira, ¡hay tantas "versiones" de pasados,
según cómo se hayan vivido, según qué punto se tenga más presente
que otro, según la etapa en que se haya dado tal o cual situación);
prosigo:
quien no te busca,
no hace nada por hallarte,
no te quiere.
¡mentira!
¡puede deberse a tantas cuestiones!:
temores, inseguridad de ser aceptado/a,
dudas, problemas de cualquier índole,
no querer ser visto por haber envejecido,
por tener alguna enfermedad,
etcetcetc.
Si no te querés a vos mismo,
nadie lo hará.
Otra falacia.
Me han querido y mucho
cuando menos me quise,
cuando menos me valoré;
Si sos bueno, si das,
recibirás lo mismo o más;
o bien:
al que lastima a alguien,
le volverá el daño del modo en que sea;
¡todas mentirasssss!
En fin,
estas y otras frases tan repetidas,
tan trilladas,
de una u otra manera
integran solo una parte del "librito"
del psico, gurú, terapeuta, brujo,
da igual;
Está también el muy famoso y hábil comerciante
"escritor de autoayuda":
utiliza a destajo
estas y otras palabras,
las combina de modo tal
que lleguen al lector-cliente,
que lo hagan conmover,
reaccionar, ser
como a ellos
les conviene que lo haga,
el tema es vender,
hacer dinero,
a través de sus charlas,
de sus libros, de sus textos
que repite, repite y repite
hasta que el cerebro
de sus adeptos, incondicionales,
queda tan en blanco, más esponjoso que una esponja,
tanto que creen experimentar eso que llaman empatía
y no es más que sumisión, idiotización,
servilismo,
anulación del propio yo;
así, todavía tengan resabios de sus respetables,
desde ya,
padecimientos,
dirán que los están superando
gracias a tal o a tal otro;
que es un genio,
una "genia",
entonces, comparten y comparten sus escritos,
se los pasan, los divulgan
y a la mujer o varón en cuestión
que se dedica a este oficio,
se le gastan las retinas
de tanto contar dinero, dinero y más dinero.
Toda publicidad les sirve,
hasta que hablen mal de ellos,
hasta se permiten plagiar,
porque en medio de la aclaración
del supuesto malentendido
también facturan,
son una caja registradora caminante,
un consejo, un like...
¡más seguidores!
una palabra que se adapte
en más o en menos
a lo que el "cliente", -no puedo decir oyente ni lector-,
necesite,
será otra felicitación, otro me gusta,
nuevos ingresos a las páginas,
adquisiciones de ejemplares,
asistencia a convenciones, talleres,
todo a cambio de...
¡dinero, dinero y más dinero!
¿O por qué creen que se dedican
a ese tipo de escritura,
disfrazándola de literatura,
poniendo alguna que otra palabra
que disimule hacia dónde van dirigidos
sus misiles convincentes, generadores de fama
y fortuna?
Entonces,
dirigen verdaderas sectas,
plagadas de seguidores/siervos
dispuestos a enfrentar a quien sea
en su defensa,
que esgrimen esos escritos
aquí y allá,
cual manifiestos políticos o literarios,
reparten, repiten, divulgan esas líneas
en mucho mayor grado, estoy segura,
de lo que hicieron los apóstoles o quienes fueran
con respecto a la palabra de Jesús;
Les digo,
ustedes hagan lo que quieran,
yo no doy consejos, -ni por plata-:
cuidado con aferrarse a ellos
que tanto enseñan a no aferrarse a nada,
sus palabras, mientras escriben,
las ven como números;
a ellos no les importa de nadie, de nada,
salvo de ellos mismos y de sus logros.
No son sus amigos,
les digo a los que realmente lo creen.
Si los critican, si no los siguen,
si no les aseguran, del modo en que sea,
ingresos,
los abandonarán, los olvidarán,
así como fueron abandonados u olvidados
por quien sea
y por ese motivo, entre otros, quizás,
acudieron a estos pseudo-pastores
que sí saben elegir a sus ovejas,
-sin lugar a dudas-,
fáciles de manipular, ingenuas, crédulas,
para que resulte muy sencillo instalarles esas ideas,
como ser, la existencia de un mundo distinto,
pleno de luz, empatía, salud mental (¿?),
al que supuestamente, solo ellos pertenecerían;
un mundo muy distinto
a este en el que vivimos nosotros,
pobres seres,
enfermos,
mal medicados,
perdidos, irremediablemente, en la oscuridad,
en el egoísmo, la agresión, la envidia,
y todo lo "malo" que puedan adjudicarnos.
Por eso, dicen, eligen (¿?) "correrse"
de personas como nosotros
y es lógico que así sea;
En fin, típica charlatanería barata
en pos de como ya lo expliqué,
sus non santos objetivos.
Si creen en ustedes, de verdad,
si fortalecen su espíritu,
no necesitarán pagar ni con plata, ni poner likes,
ni escuchar, ni leer a estos mercaderes;
Podrán, de ese modo, leer literatura de la buena,
la que aporta, la que suma,
la que invita a viajar, a soñar,
la que en verdad nos acompaña,
nos cobija,
se convierte en nuestra mejor amiga,
luego de nosotros mismos,
claro.
lunes, junio 24, 2019
Para no pensar
En el cuadradito verde,
a salvo de todo.
Una palmera remite a un sitio exótico
y un charquito de agua,
con vanas pretensiones de lago;
No hay que salir
del cuadradito:
las preocupaciones,
los padecimientos, las presiones,
los miedos,
se esfuman,
mientras se tenga la palmera,
que remite a algún lugar
que no puede precisarse pero ¡qué importa!
¡cómo se disfruta el chapuzón
en el charquito inmundo!
en tanto, se escucha música
de la que sirve justo, justo
para no pensar.
Son varios
los que en mayor, en menor grado,
poseen, ansían poseer
su propio, personalizado,
cuadradito verde:
algunos
ignoran o escogen ignorar que lo tienen,
otros
ignoran o escogen ignorar que lo buscan.
a salvo de todo.
Una palmera remite a un sitio exótico
y un charquito de agua,
con vanas pretensiones de lago;
No hay que salir
del cuadradito:
las preocupaciones,
los padecimientos, las presiones,
los miedos,
se esfuman,
mientras se tenga la palmera,
que remite a algún lugar
que no puede precisarse pero ¡qué importa!
¡cómo se disfruta el chapuzón
en el charquito inmundo!
en tanto, se escucha música
de la que sirve justo, justo
para no pensar.
Son varios
los que en mayor, en menor grado,
poseen, ansían poseer
su propio, personalizado,
cuadradito verde:
algunos
ignoran o escogen ignorar que lo tienen,
otros
ignoran o escogen ignorar que lo buscan.
sábado, junio 22, 2019
Fiesta sorpresa
No esperaba
el asomo, el retorno
de este sol;
las nubes
se habían vuelto cómplices
de mis delirios de día en calma,
de mi pensar
entregado a sus designios;
no esperaba, no,
este sol;
supongo que así
debería ser en cualquier caso:
no esperar,
no ansiar,
no vivir, obsesionados, tras las horas,
los minutos, los segundos;
dejar que el mundo,
la naturaleza,
las personas,
lo que tenga que suceder con ellos,
lo que tengan o no para brindar, brindarnos,
su presencia, su estar
acontezcan, espontáneos,
sin planes, sin búsquedas,
sin demandas.
Y lo que no,
no llegue,
no se reciba,
-tal vez, no sea
el momento,
ni las circunstancias-;
por eso,
no solo el sol,
absolutamente todo
se valora aún más
si no nos obstinamos
en antojadizas expectativas;
cuando el paisaje gris
ya está enraizado
en nuestros proyectos,ideas,
ensoñaciones
de este u otro sábado
cualquiera,
distinto, como lo fue el día de ayer,
como será este mismo instante
con respecto al que le siga,
¿qué importa cuánto durarán estos rayos
que asisten, de pronto, como un regalo,
como una fiesta sorpresa,
un homenaje de la vida?
el periodo en que prevalezca la presencia
del que todo ilumina, entibia,
embellece,
será no solamente ese lapso temporal,
será lo que el alma
perciba, escoja, instale,
en uno,
en cada uno.
el asomo, el retorno
de este sol;
las nubes
se habían vuelto cómplices
de mis delirios de día en calma,
de mi pensar
entregado a sus designios;
no esperaba, no,
este sol;
supongo que así
debería ser en cualquier caso:
no esperar,
no ansiar,
no vivir, obsesionados, tras las horas,
los minutos, los segundos;
dejar que el mundo,
la naturaleza,
las personas,
lo que tenga que suceder con ellos,
lo que tengan o no para brindar, brindarnos,
su presencia, su estar
acontezcan, espontáneos,
sin planes, sin búsquedas,
sin demandas.
Y lo que no,
no llegue,
no se reciba,
-tal vez, no sea
el momento,
ni las circunstancias-;
por eso,
no solo el sol,
absolutamente todo
se valora aún más
si no nos obstinamos
en antojadizas expectativas;
cuando el paisaje gris
ya está enraizado
en nuestros proyectos,ideas,
ensoñaciones
de este u otro sábado
cualquiera,
distinto, como lo fue el día de ayer,
como será este mismo instante
con respecto al que le siga,
¿qué importa cuánto durarán estos rayos
que asisten, de pronto, como un regalo,
como una fiesta sorpresa,
un homenaje de la vida?
el periodo en que prevalezca la presencia
del que todo ilumina, entibia,
embellece,
será no solamente ese lapso temporal,
será lo que el alma
perciba, escoja, instale,
en uno,
en cada uno.
viernes, junio 21, 2019
La bandera de la no extinción
Alternan
entre lo que tememos
y lo que deseamos tener
o ser,
los sueños
-de dormidos-.
Por suerte
despertamos,
algunos,
a nuevos sueños,
así, sigamos temiendo,
así, sigamos deseando tener
o ser
y solo podamos, solo logremos
obtener una parte, una ración
de cuanto anhelamos;
apenas, seamos lo que deseamos ser,
aunque nunca renunciemos al sostén de nuestras ideas
nuestros pensamientos;
en fin, podemos escoger:
huirle al mundo conocido,
partir hacia horizontes poco conocidos;
volar con la imaginación,
con las alas que nos presta, gozosa,
-si así lo permitimos-;
allí, hallaremos al poeta, al soñador incondicional,
al que nunca renuncia, nunca se aparta de la su empeño
en hallar el ideal,
en sentirse pleno en el estado pleno,
en conjunción perfecta con el universo,
su espíritu, apaciguado aunque encendido,
su inspiración, siempre agitándose en lo alto,
cual bandera en su mástil,
la bandera de los ideales,
de la libertad, de la extensión,
de la no extinción
de aquello que nos aúna
a un todo.
O bien puede continuarse así,
deambulando, cual zombies,
callando lo que tanto nos enciende,
nos quema;
adheridos a propuestas engañosas,
tentadoras, peligrosamente tentadoras
de quienes rechazan o temen
apartar, siquiera por un instante
los pies del suelo;
de quienes esto es todo
no hay nada más por lo cual luchar,
tan solo la supervivencia,
a cualquier precio,
-si no puede pagarse,
existen planes de pago-;
no importa qué pase luego,
no importa si uno tuvo que desdibujarse,
volverse igual a aquellos a los que alguna vez,
criticó
o no entendió,
cuando muy joven,
plagado en un todo, de ilusiones,
sin preocuparse si parecían desvaríos,
inmerso, inconsciente o consciente
en promesas propias,
en sus propios anhelos,
en pensar al mundo
desde una perspectiva tan distinta.
Épocas en que se exaltaban, quizás,
sin saberlo,
los valores
humanos,
se exhalaban deseos
sin postergaciones,
tiempos en que se temía a las máquinas,
a su reemplazo de las manos, de la cabeza
del hombre;
todavía es posible
elegir,
todavía, puede hallarse
una rendija por la cual ingresar,
asomar a esa vida,
la que sabemos, existe;
decir lo que urge decir,
sin temer a ser objetado,
excluido, apartado
¿apartado de quiénes,
de qué?
de los que se aferran
a lo que creen tangible por siempre,
alguien, muchos,
advirtieron, señalaron que de ese modo,
en el afán de sostenerse de la tabla equivocada,
caerán,
en medio de un mar encrespado, furioso,
-aunque no desafiante-,
los horrorizará ver su rostro,
esa expresión, desdibujada,
el semblante anémico,
en el espejo acuoso,
carcomidos por la búsqueda
enfermiza
sin objeto,
sin sentido,
sin méritos,
deshabitados.
entre lo que tememos
y lo que deseamos tener
o ser,
los sueños
-de dormidos-.
Por suerte
despertamos,
algunos,
a nuevos sueños,
así, sigamos temiendo,
así, sigamos deseando tener
o ser
y solo podamos, solo logremos
obtener una parte, una ración
de cuanto anhelamos;
apenas, seamos lo que deseamos ser,
aunque nunca renunciemos al sostén de nuestras ideas
nuestros pensamientos;
en fin, podemos escoger:
huirle al mundo conocido,
partir hacia horizontes poco conocidos;
volar con la imaginación,
con las alas que nos presta, gozosa,
-si así lo permitimos-;
allí, hallaremos al poeta, al soñador incondicional,
al que nunca renuncia, nunca se aparta de la su empeño
en hallar el ideal,
en sentirse pleno en el estado pleno,
en conjunción perfecta con el universo,
su espíritu, apaciguado aunque encendido,
su inspiración, siempre agitándose en lo alto,
cual bandera en su mástil,
la bandera de los ideales,
de la libertad, de la extensión,
de la no extinción
de aquello que nos aúna
a un todo.
O bien puede continuarse así,
deambulando, cual zombies,
callando lo que tanto nos enciende,
nos quema;
adheridos a propuestas engañosas,
tentadoras, peligrosamente tentadoras
de quienes rechazan o temen
apartar, siquiera por un instante
los pies del suelo;
de quienes esto es todo
no hay nada más por lo cual luchar,
tan solo la supervivencia,
a cualquier precio,
-si no puede pagarse,
existen planes de pago-;
no importa qué pase luego,
no importa si uno tuvo que desdibujarse,
volverse igual a aquellos a los que alguna vez,
criticó
o no entendió,
cuando muy joven,
plagado en un todo, de ilusiones,
sin preocuparse si parecían desvaríos,
inmerso, inconsciente o consciente
en promesas propias,
en sus propios anhelos,
en pensar al mundo
desde una perspectiva tan distinta.
Épocas en que se exaltaban, quizás,
sin saberlo,
los valores
humanos,
se exhalaban deseos
sin postergaciones,
tiempos en que se temía a las máquinas,
a su reemplazo de las manos, de la cabeza
del hombre;
todavía es posible
elegir,
todavía, puede hallarse
una rendija por la cual ingresar,
asomar a esa vida,
la que sabemos, existe;
decir lo que urge decir,
sin temer a ser objetado,
excluido, apartado
¿apartado de quiénes,
de qué?
de los que se aferran
a lo que creen tangible por siempre,
alguien, muchos,
advirtieron, señalaron que de ese modo,
en el afán de sostenerse de la tabla equivocada,
caerán,
en medio de un mar encrespado, furioso,
-aunque no desafiante-,
los horrorizará ver su rostro,
esa expresión, desdibujada,
el semblante anémico,
en el espejo acuoso,
carcomidos por la búsqueda
enfermiza
sin objeto,
sin sentido,
sin méritos,
deshabitados.
jueves, junio 20, 2019
Ser felices no tiene que ver con estar contentos
Los hay
que se jactan de lo que poseen
o creen poseer,
alardean y alardean
de sus dones, habilidades,
condiciones,
belleza, alguno que otro talento,
inteligencia, -habría que preguntarles
qué entienden por inteligencia-;
andan de aquí para allá, altivos,
¡se ven tan seguros!
casi no miran a su alrededor:
-hay personas, situaciones,
miserias
que no conviene ver,
que pueden "hacer mal"-;
sueñan con lugares lejanos,
¡lugares con los que se obligan
a soñar!
mientras, en su hogar
esperan alguna palabra afectuosa,
una palmada que anime,
una caricia,
¡cariño, comprensión,
presencia!
y allí van
ellos:
creyéndose los dueños de la calle,
en sus autos caros,
invitando a sus supuestos amigos
a sus supuestas casas
¡en las que ni ellos mismos quieren estar!
todo en pos de aparentar,
nunca son felices,
nunca, nada, nadie
les alcanza,
apenas si alguna vez, están contentos
-que de ningún modo,
es lo mismo, claro-.
Se auto-denominan: "ciudadanos del mundo",
endeudándose hasta el final de sus días
con el objeto de estar allí y allá
donde todos, los otros,
consideran que "hay que estar",
para enseguida,
mostrar los videos, las fotos,
lo que fuera,
¡ser "visibles"!
y luego dicen
que son envidiados,
-una de las tantas excusas
para ocultar su insatisfacción crónica-
¡cuánta imbecilidad,
por favor,
la de muchos que paradójicamente,
entre tantas virtudes
se atribuyen
la "inteligencia"!
por supuesto,
son los que optan por ignorar
a la innombrable,
invisible, lejana, ajena,
para los que no toman conciencia
de que nos acompaña,
nos rodea,
desde que nos instalamos
en el útero materno,
-así, como la vida-;
entretanto,
la Parka,
con su estridente risa amarilla
se les ríe
en la cara.
que se jactan de lo que poseen
o creen poseer,
alardean y alardean
de sus dones, habilidades,
condiciones,
belleza, alguno que otro talento,
inteligencia, -habría que preguntarles
qué entienden por inteligencia-;
andan de aquí para allá, altivos,
¡se ven tan seguros!
casi no miran a su alrededor:
-hay personas, situaciones,
miserias
que no conviene ver,
que pueden "hacer mal"-;
sueñan con lugares lejanos,
¡lugares con los que se obligan
a soñar!
mientras, en su hogar
esperan alguna palabra afectuosa,
una palmada que anime,
una caricia,
¡cariño, comprensión,
presencia!
y allí van
ellos:
creyéndose los dueños de la calle,
en sus autos caros,
invitando a sus supuestos amigos
a sus supuestas casas
¡en las que ni ellos mismos quieren estar!
todo en pos de aparentar,
nunca son felices,
nunca, nada, nadie
les alcanza,
apenas si alguna vez, están contentos
-que de ningún modo,
es lo mismo, claro-.
Se auto-denominan: "ciudadanos del mundo",
endeudándose hasta el final de sus días
con el objeto de estar allí y allá
donde todos, los otros,
consideran que "hay que estar",
para enseguida,
mostrar los videos, las fotos,
lo que fuera,
¡ser "visibles"!
y luego dicen
que son envidiados,
-una de las tantas excusas
para ocultar su insatisfacción crónica-
¡cuánta imbecilidad,
por favor,
la de muchos que paradójicamente,
entre tantas virtudes
se atribuyen
la "inteligencia"!
por supuesto,
son los que optan por ignorar
a la innombrable,
invisible, lejana, ajena,
para los que no toman conciencia
de que nos acompaña,
nos rodea,
desde que nos instalamos
en el útero materno,
-así, como la vida-;
entretanto,
la Parka,
con su estridente risa amarilla
se les ríe
en la cara.
miércoles, junio 19, 2019
Detrás del vidrio helado
Les dije que volvería
a salir.
Aunque la lluvia purifica
aquellos pensamientos negros
que nos vuelcan a tantos temores,
ese indigerible desasosiego;
la lluvia, blanca,
los recicla,
les quita los residuos,
los viste con ropas nuevas,
los maquilla,
los prepara
para un nuevo estreno.
Hoy, el sol
está a la vista, muy a la vista,
brilla tanto que enceguece,
así, no sea aquel,
el de los días calurosos.
El mismo árbol,
el que mis ojos acosan
día tras día,
-conozco todos sus estados,
todos-
se ve despojado,
en espera,
sin esperar nada,
impasible,
ante el nuevo cambio
que porta el detestado, venerado,
invierno.
Invierno
que nos hace ver
lo que ocultamos, sin darnos cuenta
-o conscientes-
de los otros,
de nosotros.
Invierno:
época de procesos,
de revisiones,
de trabajos, de mentes ocupadas,
espíritus activos,
papeles, pantallas
a llenar y llenar
de sueños,
papeles, pantallas,
repletos de tanto,
-aun si creemos que es nada-;
momentos, lugares, sensaciones
que devuelven a aquella rezagada inspiración,
motor del renovado brillo
de las más variadas artes;
días oscuros, en su mayoría,
de preguntas
sin respuestas,
de inquietud,
apaciguada
pero atenta,
detrás del vidrio helado,
a salvo del estremecedor viento,
suavizado, apenas, por los débiles rayos lumínicos
que de todos modos,
energizan
aun a los más escépticos,
o a los adoradores
del tiempo cálido.
¡El invierno
es fiesta para los hacedores!
ese silencio que se percibe,
los gritos de la calle, atenuados,
ante la prisa por llegar a casa,
o al lugar donde se acuda,
así no se sepa cuál es, ni por qué.
¡Apremia a tantas mentes torturadas
un retorno adonde sea!
para algunos, varios,
es solo y nada más
que una pila de cartones usados,
alguna frazada vieja,
en algún rincón,
en el banco de una plaza,
así,
se los invisibilice,
así,
no haya tiempo
para detenerse,
en el egoísta apuro por alcanzar esto, aquello,
por llegar a un punto,
un auto, una casa, unas personas,
para enseguida, desear escapar
hasta de uno mismo;
imponerse el sueño de acceder a esos "paraísos"
engañosamente, prometedores,
sitios en los que sentirse a salvo (¿?)
sin saber
que la única certeza,
el único lugar donde hallar
el refugio,
la soledad en calma,
no se halla, precisamente,
fuera de nosotros:
ni en ningún hotel
más o menos lujoso,
tampoco, en cualquier paraje,
supongámoslo, solitario,
cercano a algún río, mar;
tampoco lo encontraremos sobre arenas ardientes,
ni en medio de ningún bosque,
ni sobre ninguna cima de ninguna montaña;
El lugar más acogedor
es nuestro hogar,
con sus miedos,
con sus posibilidades,
con su empeño en transformarse,
en rever algunas cuestiones;
ese sitio
se encuentra dentro nuestro;
allí, donde fuimos,
somos,
seremos.
a salir.
Aunque la lluvia purifica
aquellos pensamientos negros
que nos vuelcan a tantos temores,
ese indigerible desasosiego;
la lluvia, blanca,
los recicla,
les quita los residuos,
los viste con ropas nuevas,
los maquilla,
los prepara
para un nuevo estreno.
Hoy, el sol
está a la vista, muy a la vista,
brilla tanto que enceguece,
así, no sea aquel,
el de los días calurosos.
El mismo árbol,
el que mis ojos acosan
día tras día,
-conozco todos sus estados,
todos-
se ve despojado,
en espera,
sin esperar nada,
impasible,
ante el nuevo cambio
que porta el detestado, venerado,
invierno.
Invierno
que nos hace ver
lo que ocultamos, sin darnos cuenta
-o conscientes-
de los otros,
de nosotros.
Invierno:
época de procesos,
de revisiones,
de trabajos, de mentes ocupadas,
espíritus activos,
papeles, pantallas
a llenar y llenar
de sueños,
papeles, pantallas,
repletos de tanto,
-aun si creemos que es nada-;
momentos, lugares, sensaciones
que devuelven a aquella rezagada inspiración,
motor del renovado brillo
de las más variadas artes;
días oscuros, en su mayoría,
de preguntas
sin respuestas,
de inquietud,
apaciguada
pero atenta,
detrás del vidrio helado,
a salvo del estremecedor viento,
suavizado, apenas, por los débiles rayos lumínicos
que de todos modos,
energizan
aun a los más escépticos,
o a los adoradores
del tiempo cálido.
¡El invierno
es fiesta para los hacedores!
ese silencio que se percibe,
los gritos de la calle, atenuados,
ante la prisa por llegar a casa,
o al lugar donde se acuda,
así no se sepa cuál es, ni por qué.
¡Apremia a tantas mentes torturadas
un retorno adonde sea!
para algunos, varios,
es solo y nada más
que una pila de cartones usados,
alguna frazada vieja,
en algún rincón,
en el banco de una plaza,
así,
se los invisibilice,
así,
no haya tiempo
para detenerse,
en el egoísta apuro por alcanzar esto, aquello,
por llegar a un punto,
un auto, una casa, unas personas,
para enseguida, desear escapar
hasta de uno mismo;
imponerse el sueño de acceder a esos "paraísos"
engañosamente, prometedores,
sitios en los que sentirse a salvo (¿?)
sin saber
que la única certeza,
el único lugar donde hallar
el refugio,
la soledad en calma,
no se halla, precisamente,
fuera de nosotros:
ni en ningún hotel
más o menos lujoso,
tampoco, en cualquier paraje,
supongámoslo, solitario,
cercano a algún río, mar;
tampoco lo encontraremos sobre arenas ardientes,
ni en medio de ningún bosque,
ni sobre ninguna cima de ninguna montaña;
El lugar más acogedor
es nuestro hogar,
con sus miedos,
con sus posibilidades,
con su empeño en transformarse,
en rever algunas cuestiones;
ese sitio
se encuentra dentro nuestro;
allí, donde fuimos,
somos,
seremos.
martes, junio 18, 2019
Ser o no ser..."raro"
Me divierte cuando me dicen:
-no te entiendo,
-no me parece que sea así,
o directamente -y sin preámbulos-:
-sos rara, ¿eh?
cualquiera se enfadaría,
respondería con algún epíteto, supongo, denso,
en pos de superar la "afrenta".
En mi caso,
sonrío
o me río
a carcajadas;
y me digo:
-no estoy haciendo las cosas tan mal,
según parece-;
pues, si no me consideraran rara,
si no hallaran en mis pensamientos, en mis escritos,
ideas, asociaciones, contradicciones,
reflejos de algunos comportamientos,
maneras de ver, de sugerir, de mostrar
que no coinciden, o no del todo,
con las de la mayoría:
¿qué sería de mí?
¿debería dedicarme a otra actividad,
renunciar a este juego apasionante del soñar,
del decir, del contar?
tal vez,
si así fuera,
ni lo advertiría,
seguiría al rebaño,
quizás, hasta contenta o conforme,
-que en todo caso, es lo mismo-
pastando de la misma hierba,
bebiendo de la misma fuente,
riendo de y por las mismas cosas,
llorando
-o mejor dicho, no llorando-,
¿cuántos entienden, en verdad,
el por qué de tremendo desborde?
¿cuántos entienden, entenderían,
que no tiene que ver con la cobardía,
que no es algo infantil,
que implica impotencia, en muchos casos,
ante esa combinación extraña
de orgullo y confusión
que se vive, día tras día,
al saberse, creerse, pensarse
distinto,
sin poder evitarlo?
ni hablar luego de oír,leer
tantas falacias,
al respecto;
intentar explicar algo que es inexplicable,
hasta que el hartazgo es tal
que en un momento -determinado o no-,
se opta por el silencio.
Así, el ser, el verdadero,
se encauza,
se empeña en ponerlo todo,
todo, hasta el alma
en el blanco del papel,
de la pantalla,
y que cada uno entienda
como le parece,
saque sus propias conclusiones.
En definitiva, de eso se trata.
El escritor no se apropia de ninguna verdad,
ninguna de esas letras que coloca aquí, allí,
le pertenece,
una vez que las suelta, las muestra,
las entrega;
su realidad, sus propias fantasías
no tienen por qué asemejarse, siquiera,
a las de ninguno.
Quien lee pone las reglas,
quien lee re-enfoca esos renglones a su problemática,
reescribe, reelige, juzga a su antojo;
asume el rol, sin saberlo
-o a conciencia-
del protagonista absoluto
de todos esos planteos,
de las distintas situaciones,
que el autor
expone;
¿quién sabe
-y a nadie importa, en verdad-
de quién se trata, por qué motivo lo hizo,
enfocado en qué problema,
si tiene que ver con algo personal, ajeno,
si es un escrito, digamos,
fantástico?
Por eso,
si esto que aquí les dejo,
o lo que les diré, les ofreceré,
más adelante,
me convierten, me convertirán
en "rara"
¡pues, bienvenido sea, será
el elogio!
-no te entiendo,
-no me parece que sea así,
o directamente -y sin preámbulos-:
-sos rara, ¿eh?
cualquiera se enfadaría,
respondería con algún epíteto, supongo, denso,
en pos de superar la "afrenta".
En mi caso,
sonrío
o me río
a carcajadas;
y me digo:
-no estoy haciendo las cosas tan mal,
según parece-;
pues, si no me consideraran rara,
si no hallaran en mis pensamientos, en mis escritos,
ideas, asociaciones, contradicciones,
reflejos de algunos comportamientos,
maneras de ver, de sugerir, de mostrar
que no coinciden, o no del todo,
con las de la mayoría:
¿qué sería de mí?
¿debería dedicarme a otra actividad,
renunciar a este juego apasionante del soñar,
del decir, del contar?
tal vez,
si así fuera,
ni lo advertiría,
seguiría al rebaño,
quizás, hasta contenta o conforme,
-que en todo caso, es lo mismo-
pastando de la misma hierba,
bebiendo de la misma fuente,
riendo de y por las mismas cosas,
llorando
-o mejor dicho, no llorando-,
¿cuántos entienden, en verdad,
el por qué de tremendo desborde?
¿cuántos entienden, entenderían,
que no tiene que ver con la cobardía,
que no es algo infantil,
que implica impotencia, en muchos casos,
ante esa combinación extraña
de orgullo y confusión
que se vive, día tras día,
al saberse, creerse, pensarse
distinto,
sin poder evitarlo?
ni hablar luego de oír,leer
tantas falacias,
al respecto;
intentar explicar algo que es inexplicable,
hasta que el hartazgo es tal
que en un momento -determinado o no-,
se opta por el silencio.
Así, el ser, el verdadero,
se encauza,
se empeña en ponerlo todo,
todo, hasta el alma
en el blanco del papel,
de la pantalla,
y que cada uno entienda
como le parece,
saque sus propias conclusiones.
En definitiva, de eso se trata.
El escritor no se apropia de ninguna verdad,
ninguna de esas letras que coloca aquí, allí,
le pertenece,
una vez que las suelta, las muestra,
las entrega;
su realidad, sus propias fantasías
no tienen por qué asemejarse, siquiera,
a las de ninguno.
Quien lee pone las reglas,
quien lee re-enfoca esos renglones a su problemática,
reescribe, reelige, juzga a su antojo;
asume el rol, sin saberlo
-o a conciencia-
del protagonista absoluto
de todos esos planteos,
de las distintas situaciones,
que el autor
expone;
¿quién sabe
-y a nadie importa, en verdad-
de quién se trata, por qué motivo lo hizo,
enfocado en qué problema,
si tiene que ver con algo personal, ajeno,
si es un escrito, digamos,
fantástico?
Por eso,
si esto que aquí les dejo,
o lo que les diré, les ofreceré,
más adelante,
me convierten, me convertirán
en "rara"
¡pues, bienvenido sea, será
el elogio!
lunes, junio 17, 2019
De paredes y murallas
Se trataba de atravesarla,
una pared, al parecer,
sólida;
construida durante años,
parecía insalvable;
pude introducirme,
pude hacerla tambalear,
aun a la distancia;
ladrillo tras ladrillo
se fueron desplazando,
lo que parecía intocable
solo era una fachada,
una ilusión de seguridad, de calma;
tanto fue así
que estuvo a punto
de desmoronarse por completo;
no era esa, claro,
no era esa
la pared insalvable;
había otra
mucho más sólida,
impenetrable,
blindada.
imposible de mover,
imposible de desestabilizar;
una pared
que data de muchísimo más tiempo;
que no supe advertir
o no quise, o tuve miedo;
puse todas mis fuerzas,
todo mi empeño,
mi corazón, íntegro,
mi voz,
mi cuerpo, mis ansias;
la embestí con besos
que fueron palabras,
con palabras
que fueron besos;
luego, golpes escritos
golpes escritos que fueron armas;
nada ocurrió.
Allí está
ese muro alto, cada vez más alto,
inalcanzable
hasta para vos mismo;
la pared pétrea que fuiste construyendo
año tras año,
la que reforzás día a día;
no alcanza,
necesitás, también, la otra,
la que parecía insalvable,
aunque temblara ante el menor roce;
hiciste tu propio muro, ¡lo lograste!
no necesitás escudarte detrás
de ese otro, de ninguno;
vos sos tu propio paredón,
tu escudo que suponés
protector;
¿no te das cuenta?
es el que creés que te protege
¿de qué?
¿de quién?
lo que queda
de tu esencia
aúlla, en silencio,
detrás de esa monstruosa muralla
a salvo de altibajos,
dudas, incertidumbres
cuestiones que ni se plantean
en el tibio, confortable,
ámbito
de tu asilo.
Salirse de la nada...al todo
No es el café,
no es el lugar,
no es la lluvia,
no es la niebla,
ni el sol,
ni el día celeste;
es ese impulso vital,
ese olvidar
fingiendo que se olvidan
los tantos temores,
las tantas cuestiones
pre-conceptos,
ideas instaladas
tantas veces
impuestos por nosotros
en pos de...
¿justificar nuestra vida?
puede salirse de la nada,
al todo,
puede caminarse sin destino
prefijado,
puede uno descargar ese peso
extenuante,
solo aspirar el perfume
de la rosa aún no extinta,
admirar el follaje del árbol,
aún no desvestido;
puede,
se puede
soñar
con lo que se desee soñar,
¡elegir
nuestros sueños,
convertirlos en palabras, en colores,
en poemas, en música!
¡"realidades" momentáneas,
en papel, tinta, pinceles, instrumentos!
todo es posible
si hay impulso,
si se pone todo en ello;
si captamos
el guiño de la naturaleza,
que nos incita,
nos levanta,
cada día
que no es ni será igual
a ninguno;
será el día
en que nos propongamos
elegir nuestros sueños
yendo, viniendo por la casa,
en las veredas, en las calles,
en la ciudad,
o junto a un río,
al mar,
a un lago,
en medio de un bosque,
en la inmensidad del campo,
donde sea
nuestros sueños elegidos
serán solo nuestros;
cautivos, voluntarios,
del alma
inexpugnable;
la única posesión
que no podrá,
nadie podrá,
sustraernos.
no es el lugar,
no es la lluvia,
no es la niebla,
ni el sol,
ni el día celeste;
es ese impulso vital,
ese olvidar
fingiendo que se olvidan
los tantos temores,
las tantas cuestiones
pre-conceptos,
ideas instaladas
tantas veces
impuestos por nosotros
en pos de...
¿justificar nuestra vida?
puede salirse de la nada,
al todo,
puede caminarse sin destino
prefijado,
puede uno descargar ese peso
extenuante,
solo aspirar el perfume
de la rosa aún no extinta,
admirar el follaje del árbol,
aún no desvestido;
puede,
se puede
soñar
con lo que se desee soñar,
¡elegir
nuestros sueños,
convertirlos en palabras, en colores,
en poemas, en música!
¡"realidades" momentáneas,
en papel, tinta, pinceles, instrumentos!
todo es posible
si hay impulso,
si se pone todo en ello;
si captamos
el guiño de la naturaleza,
que nos incita,
nos levanta,
cada día
que no es ni será igual
a ninguno;
será el día
en que nos propongamos
elegir nuestros sueños
yendo, viniendo por la casa,
en las veredas, en las calles,
en la ciudad,
o junto a un río,
al mar,
a un lago,
en medio de un bosque,
en la inmensidad del campo,
donde sea
nuestros sueños elegidos
serán solo nuestros;
cautivos, voluntarios,
del alma
inexpugnable;
la única posesión
que no podrá,
nadie podrá,
sustraernos.
Todos los libros
¿Quién dice
hasta cuándo
la espera?
¿quién puede saber
el detrás
de un silencio?
un silencio
que proviene de una herida,
un quiebre, un sangrar
que se tornó crónico;
quién sabe por cuántos motivos
nunca acaba,
se lee,
se habla,
sin letras,
sin voz,
se escribe
en cada hoja de cada árbol,
en mi invierno,
en tu verano;
en cada muerte,
en cada renacer,
renazco
mientras vos morís,
renacés
en tanto, muero;
así,
las cosas;
hay distancias
inexorablemente
insalvables;
y eso que todavía toca,
y eso que todavía no cicatriza,
y eso que hay palabras
así, no se atrevan;
no se arrojarán a la pileta
que suponen vacía;
no lo harán
esta vez.
Distancias kilométricas,
cercanía palpable,
¡qué loco, el amor!
¡qué estúpido, el miedo!
quiero entregarte esta vida que surge,
devolver el verde al árbol despojado;
¡decirte tantas cosas!
no alcanzarían días, años,
memorias de computadoras.
Tengo un caudal de versos,
deambulan, deambulan
por el cuerpo, por la sangre,
por los vericuetos, intensos,
interminables,
de la mente;
¡libros enteros
que quizás, jamás escriba!
habrá más,
sé que los habrá.
todos dedicados,
trilladamente dedicados.
hasta cuándo
la espera?
¿quién puede saber
el detrás
de un silencio?
un silencio
que proviene de una herida,
un quiebre, un sangrar
que se tornó crónico;
quién sabe por cuántos motivos
nunca acaba,
se lee,
se habla,
sin letras,
sin voz,
se escribe
en cada hoja de cada árbol,
en mi invierno,
en tu verano;
en cada muerte,
en cada renacer,
renazco
mientras vos morís,
renacés
en tanto, muero;
así,
las cosas;
hay distancias
inexorablemente
insalvables;
y eso que todavía toca,
y eso que todavía no cicatriza,
y eso que hay palabras
así, no se atrevan;
no se arrojarán a la pileta
que suponen vacía;
no lo harán
esta vez.
Distancias kilométricas,
cercanía palpable,
¡qué loco, el amor!
¡qué estúpido, el miedo!
quiero entregarte esta vida que surge,
devolver el verde al árbol despojado;
¡decirte tantas cosas!
no alcanzarían días, años,
memorias de computadoras.
Tengo un caudal de versos,
deambulan, deambulan
por el cuerpo, por la sangre,
por los vericuetos, intensos,
interminables,
de la mente;
¡libros enteros
que quizás, jamás escriba!
habrá más,
sé que los habrá.
todos dedicados,
trilladamente dedicados.
sábado, junio 15, 2019
Ronroneo acuciante
Hay un detrás
del inconsciente,
como un susurro
apenas audible,
como una voz
a la que una parte de nosotros,
da entrada, da hospedaje;
dice algo así como:
esto todavía está acá,
esto todavía duele,
esto, aquello
todavía late.
Claro que lo acallamos,
de todos los modos posibles,
inimaginables e imaginables:
las distracciones, las obligaciones,
las aficiones,
ciertos afectos, hasta los perdidos.
Todo sirve.
Aun, la literatura,
el arte
disimulan, lo intentan
ese ronroneo
persistente, acuciante;
tal vez, un reiterativo recuerdo,
cierta presencia
que por un momento
-o por mucho más-
imprimió sentido
e insiste,
¡insiste,
todo el tiempo!
en eternizarse.
del inconsciente,
como un susurro
apenas audible,
como una voz
a la que una parte de nosotros,
da entrada, da hospedaje;
dice algo así como:
esto todavía está acá,
esto todavía duele,
esto, aquello
todavía late.
Claro que lo acallamos,
de todos los modos posibles,
inimaginables e imaginables:
las distracciones, las obligaciones,
las aficiones,
ciertos afectos, hasta los perdidos.
Todo sirve.
Aun, la literatura,
el arte
disimulan, lo intentan
ese ronroneo
persistente, acuciante;
tal vez, un reiterativo recuerdo,
cierta presencia
que por un momento
-o por mucho más-
imprimió sentido
e insiste,
¡insiste,
todo el tiempo!
en eternizarse.
viernes, junio 14, 2019
Sea el árbol pródigo, sea el añejo
No podemos negarnos
a oír, a leer, a ver
lo que otros, muchos,
padecen;
esos otros son parte nuestra,
así, nunca los hayamos visto,
ni oído, ni leído;
uno no puede ser
tan insensible,
decir, esto está bien,
aquí se está bien,
aquí
no pasa nada.
Nadie se libra
del desgarramiento de una pérdida,
de una enfermedad, del cuerpo, del espíritu;
existen esas lágrimas, incontenibles
-aunque se contengan-,
que son desahogo,
que anticipan ese grito
que no se atreve,
que teme ser ignorado,
ridiculizado,
que teme
lo aparten
de ese entorno
al que tanto teme.
Ellos, todos
deberían saber
que nadie está tan alejado de ese grito,
que no hay tapones que lo enmudezcan,
no hay escapes,
no hay posibilidad de evitar
las señales, más, menos evidentes,
de tantos padecimientos,
de los que nos enteramos,
de los que ignoramos;
pero el alma conoce todo,
si la dejamos volar a su arbitrio
y presiente, entiende,
sabe
mucho más
que el intelecto;
Por eso,
no es: le pasa a él, a ella,
en ese barrio, en esa zona,
en ese país.
Así, como todos somos ese, aquel árbol,
el más pródigo en hojas, en flores, en frutos,
también somos uno con el añejo, desprovisto,
cuyo tronco mohoso
lo descubre en su tiempo final,
y persiste, ¡persiste!
sin importar cómo, quiénes lo ven,
qué dicen, qué piensan;
del mismo modo,
el hombre debe sobreponerse,
luchar ahora, hoy,
mañana ¿quién sabe?
lo único que cuenta es el momento,
el resto, incertidumbre;
hoy tendrá salud, quizás, un amor
que lo aguarde en casa
cuando llega física, mentalmente
como se llega, a veces, de la calle,
como se llega de un universo
cada vez más hostil;
entonces
le tienta la posibilidad de la renuncia,
desistir,
allí, estamos los que aún soñamos,
allí, estaremos los que aún creemos,
los que quizás,
fuimos escogidos,
cual árboles erguidos, frondosos
para acompañar,
para alentar
al árbol caído, en más, en menos,
¡para incentivarlo a no dejarse vencer!
si somos de los que nos toca
poner esa fuerza,
impulsar el rebrote de las ilusiones,
de las ansias,
seremos
ya no más nosotros mismos,
seremos ellos
con ellos;
solo así
es posible fundirse en el conflicto, el dolor
ajenos
y ser uno solo
poniendo nuestra esencia
en el abrazo interminable,
el abrazo que más allá de lo que suceda,
será único, ahora,
ya mismo,
irrepetible,
imperecedero,
privilegio
de este instante.
a oír, a leer, a ver
lo que otros, muchos,
padecen;
esos otros son parte nuestra,
así, nunca los hayamos visto,
ni oído, ni leído;
uno no puede ser
tan insensible,
decir, esto está bien,
aquí se está bien,
aquí
no pasa nada.
Nadie se libra
del desgarramiento de una pérdida,
de una enfermedad, del cuerpo, del espíritu;
existen esas lágrimas, incontenibles
-aunque se contengan-,
que son desahogo,
que anticipan ese grito
que no se atreve,
que teme ser ignorado,
ridiculizado,
que teme
lo aparten
de ese entorno
al que tanto teme.
Ellos, todos
deberían saber
que nadie está tan alejado de ese grito,
que no hay tapones que lo enmudezcan,
no hay escapes,
no hay posibilidad de evitar
las señales, más, menos evidentes,
de tantos padecimientos,
de los que nos enteramos,
de los que ignoramos;
pero el alma conoce todo,
si la dejamos volar a su arbitrio
y presiente, entiende,
sabe
mucho más
que el intelecto;
Por eso,
no es: le pasa a él, a ella,
en ese barrio, en esa zona,
en ese país.
Así, como todos somos ese, aquel árbol,
el más pródigo en hojas, en flores, en frutos,
también somos uno con el añejo, desprovisto,
cuyo tronco mohoso
lo descubre en su tiempo final,
y persiste, ¡persiste!
sin importar cómo, quiénes lo ven,
qué dicen, qué piensan;
del mismo modo,
el hombre debe sobreponerse,
luchar ahora, hoy,
mañana ¿quién sabe?
lo único que cuenta es el momento,
el resto, incertidumbre;
hoy tendrá salud, quizás, un amor
que lo aguarde en casa
cuando llega física, mentalmente
como se llega, a veces, de la calle,
como se llega de un universo
cada vez más hostil;
entonces
le tienta la posibilidad de la renuncia,
desistir,
allí, estamos los que aún soñamos,
allí, estaremos los que aún creemos,
los que quizás,
fuimos escogidos,
cual árboles erguidos, frondosos
para acompañar,
para alentar
al árbol caído, en más, en menos,
¡para incentivarlo a no dejarse vencer!
si somos de los que nos toca
poner esa fuerza,
impulsar el rebrote de las ilusiones,
de las ansias,
seremos
ya no más nosotros mismos,
seremos ellos
con ellos;
solo así
es posible fundirse en el conflicto, el dolor
ajenos
y ser uno solo
poniendo nuestra esencia
en el abrazo interminable,
el abrazo que más allá de lo que suceda,
será único, ahora,
ya mismo,
irrepetible,
imperecedero,
privilegio
de este instante.
jueves, junio 13, 2019
La más tormentosa de las tormentas
Así,
hayan transcurrido años,
así,
hayamos buscado, encontrado
distintos sucedáneos
para hacer de cuenta,
para hacer como que seguimos
y ya.
Así,
nos parezca más bella,
más gratificante,
más auspiciosa
la más tormentosa
de las tormentas;
así,
sonriamos,
busquemos motivos,
hallemos motivos,
festejemos trivialidades;
así,
hayamos alcanzado eso,
eso mismo,
lo que tanto ansiábamos:
la concreción de un gran sueño
que llenó miles de noches,
aun, si cierto día, quizás, como este,
decidimos rotularlo de imposibilísimo,
-y nos resignamos, entonces,
aunque esto se lea como "mala palabra"-;
así, hayamos hecho
todo y más.
Así,
no hayamos hecho demasiado;
aunque
las lágrimas
estén en retirada,
aunque el amor,
su sola mención,
hoy nos parezca
uno de los tantos artificios literarios
o ni siquiera;
así,
sintamos que nada es lo mismo,
o no nos demos cuenta de que eso nos sucede;
vos, allá,
yo, acá,
no sé si se extinguirá algún día
tremendo fuego;
no sé si podrán quitarse de la mente,
esas palabras punzantes,
ese rechazo, imprevisto
aquel final abrupto,
jamás, siquiera, imaginado;
algunos días, es sentir, pensar
que me engañaste;
otros, es sentir que de algún modo,
yo fui quien me engañé;
y los hay, también,
en que caigo en cuenta de que fui parte
de ese engaño,
de que lo propicié,
del que me apropié;
determinadas, indeterminadas cuestiones,
posibilidades
que tal vez,
hiperbolicé
para seguir escribiendo,
para no perder, al menos,
el motivo,
para sostener esas ganas,
ese impulso, el objetivo,
el objeto
que hacen que esté por acá,
por donde sea,
escribiéndole a lo que pudo ser,
a lo que creí que pudo ser,
a lo que fue,
sin darnos cuenta,
así, durara lo que esta lluvia,
que refresca, renueva,
revierte
tal enjambre de ideas nefastas;
desintoxica,
limpia la suciedad añeja,
apaga la lobreguez, letal
del desaliento
y se va;
pero de ella
sí nos queda la certeza
de un más o menos próximo
retorno.
hayan transcurrido años,
así,
hayamos buscado, encontrado
distintos sucedáneos
para hacer de cuenta,
para hacer como que seguimos
y ya.
Así,
nos parezca más bella,
más gratificante,
más auspiciosa
la más tormentosa
de las tormentas;
así,
sonriamos,
busquemos motivos,
hallemos motivos,
festejemos trivialidades;
así,
hayamos alcanzado eso,
eso mismo,
lo que tanto ansiábamos:
la concreción de un gran sueño
que llenó miles de noches,
aun, si cierto día, quizás, como este,
decidimos rotularlo de imposibilísimo,
-y nos resignamos, entonces,
aunque esto se lea como "mala palabra"-;
así, hayamos hecho
todo y más.
Así,
no hayamos hecho demasiado;
aunque
las lágrimas
estén en retirada,
aunque el amor,
su sola mención,
hoy nos parezca
uno de los tantos artificios literarios
o ni siquiera;
así,
sintamos que nada es lo mismo,
o no nos demos cuenta de que eso nos sucede;
vos, allá,
yo, acá,
no sé si se extinguirá algún día
tremendo fuego;
no sé si podrán quitarse de la mente,
esas palabras punzantes,
ese rechazo, imprevisto
aquel final abrupto,
jamás, siquiera, imaginado;
algunos días, es sentir, pensar
que me engañaste;
otros, es sentir que de algún modo,
yo fui quien me engañé;
y los hay, también,
en que caigo en cuenta de que fui parte
de ese engaño,
de que lo propicié,
del que me apropié;
determinadas, indeterminadas cuestiones,
posibilidades
que tal vez,
hiperbolicé
para seguir escribiendo,
para no perder, al menos,
el motivo,
para sostener esas ganas,
ese impulso, el objetivo,
el objeto
que hacen que esté por acá,
por donde sea,
escribiéndole a lo que pudo ser,
a lo que creí que pudo ser,
a lo que fue,
sin darnos cuenta,
así, durara lo que esta lluvia,
que refresca, renueva,
revierte
tal enjambre de ideas nefastas;
desintoxica,
limpia la suciedad añeja,
apaga la lobreguez, letal
del desaliento
y se va;
pero de ella
sí nos queda la certeza
de un más o menos próximo
retorno.
miércoles, junio 12, 2019
Estar vivos podría ser una excelente razón
No hay una razón,
un temor,
una expectativa,
un impulso especial,
no hay nada
en particular,
sin embargo, estoy aquí,
estoy aquí
donde me muevo como en ninguna parte;
donde hallo compañía,
calidez, café caliente,
sentido,
propósito;
el cielo no se ve
particularmente "perfecto",
-según algunos gustos,
en particular-;
no se distinguen pájaros
o los hay pero quien sabe
dónde, por qué se ocultaron;
hubo una lluvia
que antecedió
a este paisaje indefinido,
o difícil de definir
en letras, en palabras;
¡estar vivos!
podría
ser una excelente razón,
no solo para esta labor de imaginar,
de describir, de contar;
para caminar por la calle,
aspirar el aire denso, húmedo
de este otoño, imperdible,
sentir su frescura en la cara,
ver la caída, con suerte,
de esas ofrendas en distintos colores
del añejo árbol;
un otoño
que no defrauda,
nunca lo hace,
que nos completa
con su paleta de tonalidades
aun más brillantes
luego de la torrencial visita;
época como ninguna
para la melancolía,
para pensar, idealizar,
añorar
y ¿por qué no?
buscar,
o reiniciar la búsqueda;
el otoño es encierro, cobijo,
pero también mágica alfombra;
el otoño
es el vidrio empañado
de esa cafetería;
el retorno, momentáneo, de algún amor
quizás, perdido
o cuyo tiempo acabó;
la mirada que se aleja
hacia no importa dónde,
ni por cuánto tiempo.
El otoño
admite, impone, fantasías,
insta a los replanteos,
despertares, ideas de reintentos;
no hay muerte
en las subyugantes hojas;
por el contrario,
despedidas,
con la infaltable promesa
de próximos rebrotes;
llegará, luego el invierno
¿el despojo?
más melancolía,
más cafés,
más pensamientos,
aligerados ante la idea del futuro arribo
de la ansiada primavera.
Algunos serán escritos, diseños,
en servilletas arrugadas,
tachados, corregidos, vueltos a corregir,
¡tantos, tan contradictorios pensamientos!
la posibilidad latente de que se concreten esos anhelos,
la ilusión de recoger las flores
pintadas en los días grises,
alimento de todos esos sueños cálidos,
sueños de tiempos nada hostiles,
sino plagados de ideas a futuro
aunque siempre parados en el hoy,
hayan sido como hayan sido,
sean como sean
el clima,
las sensaciones, las expectativas,
las circunstancias;
¡ni tiempos acabados, ni futuros inciertos!
lo palpable,
lo indudable
es este instante, este momento, único,
frío, menos frío, lluvioso, húmedo, soleado,
cualquiera sea su modo de presentarse,
que en un rato,
¡ya mismo!
integra, inexorablemente,
el irretornable pasado.
un temor,
una expectativa,
un impulso especial,
no hay nada
en particular,
sin embargo, estoy aquí,
estoy aquí
donde me muevo como en ninguna parte;
donde hallo compañía,
calidez, café caliente,
sentido,
propósito;
el cielo no se ve
particularmente "perfecto",
-según algunos gustos,
en particular-;
no se distinguen pájaros
o los hay pero quien sabe
dónde, por qué se ocultaron;
hubo una lluvia
que antecedió
a este paisaje indefinido,
o difícil de definir
en letras, en palabras;
¡estar vivos!
podría
ser una excelente razón,
no solo para esta labor de imaginar,
de describir, de contar;
para caminar por la calle,
aspirar el aire denso, húmedo
de este otoño, imperdible,
sentir su frescura en la cara,
ver la caída, con suerte,
de esas ofrendas en distintos colores
del añejo árbol;
un otoño
que no defrauda,
nunca lo hace,
que nos completa
con su paleta de tonalidades
aun más brillantes
luego de la torrencial visita;
época como ninguna
para la melancolía,
para pensar, idealizar,
añorar
y ¿por qué no?
buscar,
o reiniciar la búsqueda;
el otoño es encierro, cobijo,
pero también mágica alfombra;
el otoño
es el vidrio empañado
de esa cafetería;
el retorno, momentáneo, de algún amor
quizás, perdido
o cuyo tiempo acabó;
la mirada que se aleja
hacia no importa dónde,
ni por cuánto tiempo.
El otoño
admite, impone, fantasías,
insta a los replanteos,
despertares, ideas de reintentos;
no hay muerte
en las subyugantes hojas;
por el contrario,
despedidas,
con la infaltable promesa
de próximos rebrotes;
llegará, luego el invierno
¿el despojo?
más melancolía,
más cafés,
más pensamientos,
aligerados ante la idea del futuro arribo
de la ansiada primavera.
Algunos serán escritos, diseños,
en servilletas arrugadas,
tachados, corregidos, vueltos a corregir,
¡tantos, tan contradictorios pensamientos!
la posibilidad latente de que se concreten esos anhelos,
la ilusión de recoger las flores
pintadas en los días grises,
alimento de todos esos sueños cálidos,
sueños de tiempos nada hostiles,
sino plagados de ideas a futuro
aunque siempre parados en el hoy,
hayan sido como hayan sido,
sean como sean
el clima,
las sensaciones, las expectativas,
las circunstancias;
¡ni tiempos acabados, ni futuros inciertos!
lo palpable,
lo indudable
es este instante, este momento, único,
frío, menos frío, lluvioso, húmedo, soleado,
cualquiera sea su modo de presentarse,
que en un rato,
¡ya mismo!
integra, inexorablemente,
el irretornable pasado.
martes, junio 11, 2019
Canción muda
Voy a cantar
esa canción muda;
voy a apagar
mi voz audible
para que, quizás así,
me escuches.
Voy a callar
cuanto arde en mi interior
consciente de que es así
y así será;
hablaré, recitaré
desde adentro;
quizás te llegue el urgente decir
a través del pensamiento,
de los mensajes que el corazón oculta;
voy a desplegar, con toda mi fuerza,
mis versos sin voz;
pero no voy a renunciar
a mi pasión, a mi deseo
a mis ganas;
no voy a convertirme
en quien no soy, ni fui,
ni seré;
seguiré escribiendo
en cada una de mis vísceras,
en todo el recorrido de mi sangre,
en mi cabeza, en cada neurona;
un día, impensado,
esas palabras arribarán,
no habrá intermediarios,
ni tinta, ni papel,
ni pantallas;
todo, absolutamente todo ese sentir
te alcanzará,
ataviado de silencio.
esa canción muda;
voy a apagar
mi voz audible
para que, quizás así,
me escuches.
Voy a callar
cuanto arde en mi interior
consciente de que es así
y así será;
hablaré, recitaré
desde adentro;
quizás te llegue el urgente decir
a través del pensamiento,
de los mensajes que el corazón oculta;
voy a desplegar, con toda mi fuerza,
mis versos sin voz;
pero no voy a renunciar
a mi pasión, a mi deseo
a mis ganas;
no voy a convertirme
en quien no soy, ni fui,
ni seré;
seguiré escribiendo
en cada una de mis vísceras,
en todo el recorrido de mi sangre,
en mi cabeza, en cada neurona;
un día, impensado,
esas palabras arribarán,
no habrá intermediarios,
ni tinta, ni papel,
ni pantallas;
todo, absolutamente todo ese sentir
te alcanzará,
ataviado de silencio.
Contacto con lo que salva
El árbol extiende sus brazos,
solo tengo que acercarme;
¿por qué me lo impido?
todo ese verde, intenso, acogedor,
toda esa savia, toda esa vida,
dispuestos a recibir mi abrazo;
y yo,
sentada, temerosa,
mirándolo de lejos;
¿olvidé esa sensación,
olvidé ese latido,
esa comunión?
¿esa necesidad vital
del contacto
con lo que revive,
con lo que salva?
solo puedo decir que aquí me quedo,
-como si algo, un recuerdo, un temor
que creí extinto
me paralizaran-
sentada en la misma mesa
del mismo bar;
escribo sobre el árbol,
escribo sin parar
en lugar de experimentarlo;
¿como siempre?
como en tantas ocasiones,
disimulo entre mis letras
ese llamado urgente,
esa tremenda avidez
por arrojarme
al reencuentro.
solo tengo que acercarme;
¿por qué me lo impido?
todo ese verde, intenso, acogedor,
toda esa savia, toda esa vida,
dispuestos a recibir mi abrazo;
y yo,
sentada, temerosa,
mirándolo de lejos;
¿olvidé esa sensación,
olvidé ese latido,
esa comunión?
¿esa necesidad vital
del contacto
con lo que revive,
con lo que salva?
solo puedo decir que aquí me quedo,
-como si algo, un recuerdo, un temor
que creí extinto
me paralizaran-
sentada en la misma mesa
del mismo bar;
escribo sobre el árbol,
escribo sin parar
en lugar de experimentarlo;
¿como siempre?
como en tantas ocasiones,
disimulo entre mis letras
ese llamado urgente,
esa tremenda avidez
por arrojarme
al reencuentro.
A veces, juego a lo que no soy
Me oculto
tras las rejas ficticias;
solo así
me siento a salvo;
sé que nunca se está a salvo,
sé bien lo imprevisible de la vida;
pero en este sitio
hay paredes que me contienen,
un regazo que me cobija,
un sillón para llorar
-espero que no para morir,
parafraseando a Cortázar-;
hay un espacio blanco
sobre el cual volar,
con mil palabras
que, a su antojo,
me desbordan
se adhieren como moscas;
nadie las quita,
ni yo;
quizás me oculte,
es probable,
quizás, me inhiba
la incomprensión
de tantos no-iguales:
-eso de tener que explicar,
justificar-
a veces me mezclo,
juego a que soy como ellos,
juego a lo que no soy
aunque no me sale muy bien,
se nota,
lo notan.
De todos modos, sigo acá,
mientras mi voz siga insistiendo,
la voz callada
de tantas personas.
-Finalmente,
nos rodea el mismo cielo-.
tras las rejas ficticias;
solo así
me siento a salvo;
sé que nunca se está a salvo,
sé bien lo imprevisible de la vida;
pero en este sitio
hay paredes que me contienen,
un regazo que me cobija,
un sillón para llorar
-espero que no para morir,
parafraseando a Cortázar-;
hay un espacio blanco
sobre el cual volar,
con mil palabras
que, a su antojo,
me desbordan
se adhieren como moscas;
nadie las quita,
ni yo;
quizás me oculte,
es probable,
quizás, me inhiba
la incomprensión
de tantos no-iguales:
-eso de tener que explicar,
justificar-
a veces me mezclo,
juego a que soy como ellos,
juego a lo que no soy
aunque no me sale muy bien,
se nota,
lo notan.
De todos modos, sigo acá,
mientras mi voz siga insistiendo,
la voz callada
de tantas personas.
-Finalmente,
nos rodea el mismo cielo-.
lunes, junio 10, 2019
No es de noche, no todavía
No es de noche
porque el cielo se oscurezca,
ni porque las estrellas titilen
lejos, tan lejos;
no es de noche
porque la luna parezca tener cara
cuando se ve así, entera;
no, no es de noche
no todavía;
no cuando el alma suspira
al parecer, sin motivos;
no cuando se sueñan sin dormir
universos por conquistar;
no cuando una luz, inextinguible,
brilla en alguna parte
que desconocemos
o alguna vez conocimos
y quizás, lo olvidamos;
no es de noche
si todavía es posible.
No es de noche, no lo es,
no importa lo que cientos, miles de relojes
señalen.
Ellos deben hacer su trabajo
y está bien,
pues el horario, el paisaje,
el entorno,
algunos silencios,
ciertos ruidos,
todo y más
lo indicarían.
Me resisto a admitir la oscuridad,
que la noche no se advierta,
que pase desapercibida
en tanto, el cuerpo, la sangre
no puedan, no quieran detener
tan imperativos impulsos.
No es preciso que sea o no de noche
para decir, hacer, atreverse,
¡ser!
subvertir las atronadoras rutinas,
exhalar el aullido incontenible.
No es imprescindible la llegada de la noche
-no, de ningún modo lo es-,
en pos de imaginar imposibles,
de descubrir el detrás del ancestral telón,
de hurgar, indagar, desentrañar misterios
hasta hallar, al fin,
lo tan ansiado
que se creyó,
-durante demasiado tiempo-
perdido.
porque el cielo se oscurezca,
ni porque las estrellas titilen
lejos, tan lejos;
no es de noche
porque la luna parezca tener cara
cuando se ve así, entera;
no, no es de noche
no todavía;
no cuando el alma suspira
al parecer, sin motivos;
no cuando se sueñan sin dormir
universos por conquistar;
no cuando una luz, inextinguible,
brilla en alguna parte
que desconocemos
o alguna vez conocimos
y quizás, lo olvidamos;
no es de noche
si todavía es posible.
No es de noche, no lo es,
no importa lo que cientos, miles de relojes
señalen.
Ellos deben hacer su trabajo
y está bien,
pues el horario, el paisaje,
el entorno,
algunos silencios,
ciertos ruidos,
todo y más
lo indicarían.
Me resisto a admitir la oscuridad,
que la noche no se advierta,
que pase desapercibida
en tanto, el cuerpo, la sangre
no puedan, no quieran detener
tan imperativos impulsos.
No es preciso que sea o no de noche
para decir, hacer, atreverse,
¡ser!
subvertir las atronadoras rutinas,
exhalar el aullido incontenible.
No es imprescindible la llegada de la noche
-no, de ningún modo lo es-,
en pos de imaginar imposibles,
de descubrir el detrás del ancestral telón,
de hurgar, indagar, desentrañar misterios
hasta hallar, al fin,
lo tan ansiado
que se creyó,
-durante demasiado tiempo-
perdido.
¿Redención?
Los miro
y me avergüenza
la posibilidad de que conozcan
mi secreto.
Puedo escribir sobre sus rostros
demacrados,
puedo cambiarlos,
concederles una vida que no tienen
o tomar prestada la suya
por un rato.
O quitársela.
Puedo otorgarles
la posibilidad de ser lo que nunca, siquiera,
imaginaron,
o no se atrevieron.
Si supieran,
si descubrieran mis intenciones,
este acto
de ilusoria redención
perdería
el sentido.
Quizás, fingirían ser diferentes,
modificarían su postura, el tono de voz,
arreglarían su pelo, su ropa,
de manera distinta,
tratarían de mostrarse
de un modo "apropiado",
-por un momento
me hacen sentir
la dueña de sus existencias-.
Podría, por ejemplo,
ubicarlos en un contexto,
un sitio, una época,
en un todo alejados de su "realidad",
de sus sueños;
¡podría imprimirles
nuevos sueños, nuevos deseos, aspiraciones,
lo que fuera!
mi pluma
los delinearía a mi antojo.
Serían
en ese mundo, digamos, paralelo,
lo que no son ni fueron,
harían lo que no hacen
ni hicieron,
o ¿quién sabe?
serían ellos,
¡podrían serlo!
los que tomarían mi existencia,
a su antojo,
para transformarla
en su totalidad,
en parte,
definitivamente,
por un rato.
y me avergüenza
la posibilidad de que conozcan
mi secreto.
Puedo escribir sobre sus rostros
demacrados,
puedo cambiarlos,
concederles una vida que no tienen
o tomar prestada la suya
por un rato.
O quitársela.
Puedo otorgarles
la posibilidad de ser lo que nunca, siquiera,
imaginaron,
o no se atrevieron.
Si supieran,
si descubrieran mis intenciones,
este acto
de ilusoria redención
perdería
el sentido.
Quizás, fingirían ser diferentes,
modificarían su postura, el tono de voz,
arreglarían su pelo, su ropa,
de manera distinta,
tratarían de mostrarse
de un modo "apropiado",
-por un momento
me hacen sentir
la dueña de sus existencias-.
Podría, por ejemplo,
ubicarlos en un contexto,
un sitio, una época,
en un todo alejados de su "realidad",
de sus sueños;
¡podría imprimirles
nuevos sueños, nuevos deseos, aspiraciones,
lo que fuera!
mi pluma
los delinearía a mi antojo.
Serían
en ese mundo, digamos, paralelo,
lo que no son ni fueron,
harían lo que no hacen
ni hicieron,
o ¿quién sabe?
serían ellos,
¡podrían serlo!
los que tomarían mi existencia,
a su antojo,
para transformarla
en su totalidad,
en parte,
definitivamente,
por un rato.
sábado, junio 08, 2019
Degustar una misma emoción
¿Se eligen
el lugar, la hora?
¿se elige
a quién se ama,
a quién se odia?
¿se elige
ser quien se es?
¿se renueva esa elección
todo el tiempo?
¿o el destino, alguien, algo,
diseñó con anterioridad
el cronotropo
de lugares, fechas, actos,
decisiones,
encuentros,
desencuentros?
¿Yo misma escogí escribir
o algo así como un "destino literario"
me estaba asignado de antemano?
¿soy yo la que escribo esto
o hay otra yo, postergada,
que una vez se animó,
se deja llevar, explota en estos versos,
en los que vendrán?
de pronto me miro en el espejo,
me desconozco.
Quizás, soy un sinfín de versiones
o creo, creí serlo
y en realidad, nada de eso tiene que ver conmigo,
no son mis atributos, ni mis miedos,
ni mis ausencias,
ni mis inquietudes.
En un punto,
la solución que hallé
como escape a una situación asfixiante;
hoy, cada día,
es probable
que así lo resuelva.
Algo así como degustar una misma emoción
en cada escrito,
en cada palabra,
otra mirada
ni la de ayer, ni la de hace un rato,
enfocada en aspectos
cambiantes, renovables;
en esa insistente pugna
por ver lo que hay detrás
de una pequeña hoja que cae.
Digamos: un don que me fue dado
o que inventé
en el inacabable,
mediocre, afán
de escaparle
a la paranoia cotidiana.
el lugar, la hora?
¿se elige
a quién se ama,
a quién se odia?
¿se elige
ser quien se es?
¿se renueva esa elección
todo el tiempo?
¿o el destino, alguien, algo,
diseñó con anterioridad
el cronotropo
de lugares, fechas, actos,
decisiones,
encuentros,
desencuentros?
¿Yo misma escogí escribir
o algo así como un "destino literario"
me estaba asignado de antemano?
¿soy yo la que escribo esto
o hay otra yo, postergada,
que una vez se animó,
se deja llevar, explota en estos versos,
en los que vendrán?
de pronto me miro en el espejo,
me desconozco.
Quizás, soy un sinfín de versiones
o creo, creí serlo
y en realidad, nada de eso tiene que ver conmigo,
no son mis atributos, ni mis miedos,
ni mis ausencias,
ni mis inquietudes.
En un punto,
la solución que hallé
como escape a una situación asfixiante;
hoy, cada día,
es probable
que así lo resuelva.
Algo así como degustar una misma emoción
en cada escrito,
en cada palabra,
otra mirada
ni la de ayer, ni la de hace un rato,
enfocada en aspectos
cambiantes, renovables;
en esa insistente pugna
por ver lo que hay detrás
de una pequeña hoja que cae.
Digamos: un don que me fue dado
o que inventé
en el inacabable,
mediocre, afán
de escaparle
a la paranoia cotidiana.
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