miércoles, junio 26, 2019

Se nace poeta

No teman al poeta,

salvo que tengan algo
que ocultar;

el poeta versará
sobre aquello que es capaz de vislumbrar
detrás de cada acción,
cada hecho, cada actitud, cada frase,
cada silencio;

el poeta no solo se limita
a cuanto esté ligado
a los sentimientos, las emociones;

el poeta es el que revela
la verdad,
solían considerar en tiempos muy remotos;

su voz,
su mensaje
era muy preciado,
tenido en cuenta,

influía
en decisiones importantes,

no solamente personales,
decisiones políticas,
decisiones de prestigiosos personajes
en años pretéritos;

el poeta, el bardo,
el juglar:
la voz de tantas batallas, guerras,
intrigas palaciegas,

también, el trovador
de las cortesanas,

el entretenedor
de reyes, príncipes;

el poeta
es poeta
porque así nació,

pues de niño,
-no sé si en todos los casos-,
hubo en él algo especial
que lo diferenciaba;

sus juegos, sus entretenimientos
tenían que ver
con captar la atención,
con el decir, con la expresión;

el poeta le canta
a la vida,

la vida es el árbol aquel,
el otro y tantos otros,
las flores, el viento, el sol, las mañanas gélidas,
las noches de tormenta;

y también
el dolor de tantos padecientes,

también,
la muerte y su poderosa garra inexorable;

el poeta escribe al amor,
a la misma poesía,
a su particular pasión;

también se refiere a los enfrentamientos
entre semejantes,
a las distancias, a la discriminación,
a las luchas personales, callejeras;

habla de las ideas,
habla de su patria y de las otras;

el poeta
es la voz de tantos que no pueden decir,

que no se atreven,
que no conocen la importancia
de dar a luz ciertas cuestiones

que de otro modo
se desconocen;

el poeta
es también el denunciante,

el que señala al malvado
que lastima,

al culpable del crimen,
al inocente;

el hacedor de historias
que acunan en las noches de luna llena,

en las noches calmas,
en las noches solitarias;

es el consuelo, el amigo incondicional,
la invitación a un viaje inolvidable,

eso y más.

A través de sus letras,
plenas de artificios,
invita a soñar,
o a hallar entre ellas, alguna respuesta,

la palabra que se necesita
cuando no se sabe en qué pensar,
qué hacer, cómo seguir.

No es menor la tarea
del poeta,

no es insignificante, ni sencilla.

El poeta no es comerciante
de sus líneas,

no las atesora para sí,

una vez que las da a luz,
para difundirlas, luego,

dejan de serle propias,

y se alegra de poder llegar
a algún alma torturada,

a algún ser perdido,
quizás, agobiado,
que halla, de pronto, entre sus párrafos,
lo que busca, necesita;

tal vez, satisface
alguna de sus incesantes preguntas.

Se nace poeta,
insisto,

así esto no se sepa,
no haya indicios,
hasta haber transcurrido muchos años,

en que, de pronto,
sin pensarlo,
ni imaginarlo siquiera,

un papel en blanco, cualquiera,
una pantalla,

se convierten
en sus primeros aliados
y testigos.

En ese momento, cae en cuenta
de que algo sucede,
no previsto, no buscado,
no calculado.

Es entonces cuando comienza a gestarse
su estimulante, maravillosa,
-¿heredada?¿dictada por alguien, algo superior?-

y por cierto,
muy extenuante

misión.









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Cristina Del Gaudio

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