a aquel tiempo
en que se dormía
plácidamente,
sin preocupaciones;
volver a esos sueños,
de los que costaba desprenderse;
regresar
a los silencios entre dos
que parecían conocer el mismo idioma;
a las miradas infinitas,
a los abrazos, en cualquier momento,
en cualquier parte;
un regreso
difícil,
con los años,
las auto-exigencias,
las inquietudes,
los estúpidos miedos
que nos impiden ver,
sentir, gozar,
liberar la cabeza
de todo ese ruido tormentoso,
para poder escuchar
los distintos cantos de los pájaros, el silbido del viento,
algún rumor, lejano, de cierta canción
que nos traslade, por un momento
a aquello.
Tiempos en los que no había apuro;
una conversación
más, menos trascendente,
una mirada,
un café, un mate,
compartidos,
valían la pena
y lo demás,
lo que no importa nada o mucho menos,
podía esperar;
la gente caminaba por la calle
y sonreía,
miraba las vidrieras
disfrutando ese momento
y no sufriéndolo;
es triste, muy triste
que todo lo más lindo,
lo que nos hacía sentir vivos,
sin advertirlo,
se esté esfumando,
se haya olvidado,
se elija olvidar,
¿en pos de qué?
preocupaciones
tantas veces, vanas,
obsesiones, ansiedad,
enfermedades,
en ese constante apuro por ir,
por estar, por volver;
¿dónde quedó esa parte nuestra,
la mirada inocente, el asombro,
la lectura apacible
en algún café,
las servilletas con alguno que otro escrito,
tachado
y escrito de nuevo,
una, otra vez?
¿dónde quedó ese tiempo
de recreo?
¿Por qué el empeño
en retornar, sí, pero a las cuestiones tortuosas del pasado,
o esa angustia, asfixiante, por lo que supuestamente, vendrá,
lo que podría sucedernos?
sin tener la menor certeza.
Si pudimos, alguna vez
hacerlo todo,
desde las actividades más triviales,
sin pensar en el después,
el día, la semana,
el año siguientes,
¿por qué no re-intentarlo?
¿por qué no recuperar
ese maravilloso "hábito" de ser felices,
sin ningún motivo en particular,
por el hecho de existir
y ni siquiera?
¿por qué no permitírnoslo,
hasta que quizás,
se nos pegue?
No hay comentarios:
Publicar un comentario