miércoles, junio 12, 2019

Estar vivos podría ser una excelente razón

No hay una razón,
un temor,
una expectativa,
un impulso especial,

no hay nada
en particular,

sin embargo, estoy aquí,

estoy aquí
donde me muevo como en ninguna parte;

donde hallo compañía,
calidez, café caliente,
sentido,
propósito;

el cielo no se ve
particularmente "perfecto",

-según algunos gustos,
en particular-;

no se distinguen pájaros
o los hay pero quien sabe
dónde, por qué se ocultaron;

hubo una lluvia
que antecedió
a este paisaje indefinido,

o difícil de definir
en letras, en palabras;

¡estar vivos!

podría
ser una excelente razón,

no solo para esta labor de imaginar,
de describir, de contar;

para caminar por la calle,
aspirar el aire denso, húmedo
de este otoño, imperdible,

sentir su frescura en la cara,
ver la caída, con suerte,
de esas ofrendas en distintos colores
del añejo árbol;

un otoño
que no defrauda,
nunca lo hace,

que nos completa

con su paleta de tonalidades
aun más brillantes
luego de la torrencial visita;

época como ninguna
para la melancolía,

para pensar, idealizar,
añorar

y ¿por qué no?
buscar,

o reiniciar la búsqueda;

el otoño es encierro, cobijo,
pero también mágica alfombra;

el otoño
es el vidrio empañado
de esa cafetería;

el retorno, momentáneo, de algún amor
quizás, perdido

o cuyo tiempo acabó;

la mirada que se aleja
hacia no importa dónde,
ni por cuánto tiempo.

El otoño
admite, impone, fantasías,
insta a los replanteos,
despertares, ideas de reintentos;

no hay muerte
en las subyugantes hojas;

por el contrario,
despedidas,
con la infaltable promesa
de próximos rebrotes;

llegará, luego el invierno

¿el despojo?

más melancolía,
más cafés,
más pensamientos,

aligerados ante la idea del futuro arribo
de la ansiada primavera.

Algunos serán escritos, diseños,
en servilletas arrugadas,
tachados, corregidos, vueltos a corregir,

¡tantos, tan contradictorios pensamientos!

la posibilidad latente de que se concreten esos anhelos,
la ilusión de recoger las flores
pintadas en los días grises,

alimento de todos esos sueños cálidos,
sueños de tiempos nada hostiles,
sino plagados de ideas a futuro

aunque siempre parados en el hoy,
hayan sido como hayan sido,
sean como sean

el clima,
las sensaciones, las expectativas,
las circunstancias;

¡ni tiempos acabados, ni futuros inciertos!

lo palpable,
lo indudable

es este instante, este momento, único,
frío, menos frío, lluvioso, húmedo, soleado,
cualquiera sea su modo de presentarse,

que en un rato,

¡ya mismo!

integra, inexorablemente,

el irretornable pasado.





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Cristina Del Gaudio

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