Gente
que se aferra
a los restos
de un pasado,
por así decirlo,
"romántico";
gente
que podría decirse,
por el contrario,
parece empeñarse en buscar,
en perseguir
los resabios
de un antes, un no tan antes,
un hoy
horrorosos;
cero sutileza
en la exhibición más grotesca,
de cuanto provoque sensaciones angustiantes;
incite al odio,
a la tristeza, también;
-eso es lo que
quizás, pretenden-;
en fin,
distintas formas de escapar
a un vacío
que de tan evidente
ya no nos asombra
en absoluto.
Traer de nuevo
toda esa basura,
injusticias, crímenes horrendos,
bastardear,
buscar aquello que ensucie, que estropee
algún bello, tal vez, inocente,
recuerdo,
que extinga todo pensamiento
no digo puro,
pero que sume,
que proponga una insistencia,
una permanencia,
un valor
a lo que podríamos llamar
"humano".
Claro que humano
es también ese mal,
su exhibición desinhibida,
en todas sus expresiones;
claro que humano
es también lo bajo, lo vil,
la destrucción
por la destrucción
en sí.
Digo humano
por referirme,
aunque caiga en reiteraciones,
a eso que nos une a la vida,
lo que parece tan poco o nada,
pequeños, ínfimos detalles,
secretos
que aún enrojecen las mejillas,
que aún
encienden nuestros sueños;
aquello que nos anima
a pensar, a enfocar
en cierta posibilidad;
el arte
puede ser
lo que sea,
puede mostrar
lo que fuera
y eso lo entiendo.
Lo peor de las personas,
la degradación, absoluta,
del modo en que prefiera,
y puede resultar violento,
para algunos,
agradable, a otros,
o simplemente,
indiferente;
pero también
el arte que exalta
algo tan insignificantemente sublime
como ese manojo de hierba,
que surge, de pronto,
sin imaginarlo,
en un ángulo,
en cualquier rincón,
debajo de una baldosa,
en una canaleta,
donde sea.
El verde,
la muestra evidente de la vida
que no piensa en retirarse,
que no se rinde,
pese al descreimiento,
al más absoluto desinterés;
la naturaleza,
en toda su magnitud,
ni raza, ni religión,
ni patria, ni oscuras intenciones,
ni moral, ni prejuicios, ni mandatos;
es
simplemente;
nuestra manera de verlo,
nuestro modo de replanteárnoslo,
hace la diferencia.
Hace que algo, mucho,
recupere el sentido.
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