lunes, julio 22, 2019

El milagro, al alcance de todos

En tanto,
nos quejamos,

en tanto,
pedimos esto, aquello,
exigimos esto, aquello;

en tanto,

nuestra cabeza,
¡el alma!

solo se enfocan
en nuestras supuestas necesidades;

el mundo

dispara
millones de problemas,

millones de seres
que, realmente,
están en problemas.

Problema
no es no poder adquirir lo que deseamos,

a veces,
por mero aburrimiento,

por restarle segundos
a nuestro no saber qué hacer,
inmersos en nuestras perturbadas
existencias;

¡pero los milagros
sí existen!

y no hace falta,
no se requiere de la presencia
de ningún dios, gurú, el que sea

que hable, prometa, intente
introducir sus ideas,

no, nada de eso;

No es preciso
que en el cielo se divisen luces especiales,
jamás vistas,

no depende de que se produzcan eclipses
ni de sol, ni de luna;

el milagro

es esto.

Poder contarles,
por ejemplo,
sobre este milagro:

No es un milagro
quizás, -dirán varios-,
digno de mencionarse,
siquiera;

pues, para mí,

-en un momento
no muy fácil
dentro mío-,

lo fue,
lo es.

Alguien, un contacto,
un conocido que no conozco,
-apenas, algunas palabras,
escritos compartidos-;

en realidad,
eso no importa,

importan
las personas,
todas,
sean quienes sean,
vengan de donde vengan,

(¡si ni siquiera
nos conocemos bien a nosotros mismos!).

Pues, prosigo:
un amigo de los que llaman "virtuales",
acudió a mí con un pedido,

simple,
algo que puedo hacer,
que no me cuesta demasiado,

y ¿por qué no?

me sentí bien,
volví a sentirme bien,

¡sentirse útil,
experimentar esa vivencia
el poder hacer algo por alguien,
lo que fuera, a quien fuera,

ese es el verdadero milagro!

mis facciones
cambiaron;

¡mi ánimo, mi día
cambiaron!

Hoy, en este momento,
en estos instantes,

mi vida recuperó ese destello
que creyó consumido;

este amigo, cualquier amigo
que me pida algo que pueda hacer por él,
o por alguien que conoce,

no tiene nada, en absoluto
que agradecerme,

yo soy quien le agradezco
el haber confiado en mí,
el haberme hecho sentir que puedo cumplir
con ese pedido,

Lo que sea que hagamos,
lo que trabajemos, pensemos,
acompañemos,
ayudemos,
en una u otra forma

por el otro,

se convertirá, les aseguro,
en una, en muchas sonrisas
no solo en su expresión,

sino en su sentimiento;

una prueba más,
al menos, así lo viví,
lo vivo,

de que no estamos solos,
ninguno,

de que todos somos parte de todos,
de que todos podemos integrarnos a los demás;

imagino, inclusive, que la cura de todos, de muchos males
vendría de ese reconocimiento,
de ese reencuentro, de esa aceptación.

Así,
hoy, mañana,
quizás, por un tiempo

cueste -y mucho-
darse cuenta,

tomar la decisión

y accionar.

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Cristina Del Gaudio

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