miércoles, julio 03, 2019

El hada de la poesía sueña otros sueños

Me llamás tu hada
-pero no hay nada de cierto en ello-.

No existían, no existen
las hadas del cuerpo,
de la piel;

solo el sentir que anida en el corazón
puede reconocerlas;

no se trata
de vestidos con tules volátiles,
ni de encandiladores bonetes,
ni de varas poderosas.

El hada de tus sueños,
de los de tantos,
no es pariente del hada de la poesía.

El hada de la poesía sueña otros sueños,
sueña su vuelo, siempre a un lugar distinto
en que la oscuridad se disipa a su paso

y se abre un arco iris de voces silenciosas,
de dulces colores,
de aromas refulgentes;

no es mágica el hada que buscás
no es mágico el encuentro entre dos cuerpos
si es tan solo un intercambio de caricias y fluidos.

No soy el hada que creés haber hallado,

tampoco lo fui;

disculpá, si así lo creíste,
si tuve algún gesto, una palabra,
una acción,

que te hicieran imaginarme distinta.

El hada de la poesía
sabe de tierras encantadas,
de flores que siempre vuelven a crecer,
aunque el viento las corte, las arroje a su designio,
o el sol las olvide por un rato.

El hada de la poesía
no tiene nada que ver con los amores ocultos,
pues lo sobrevuela todo,
sin reservas, ni temores;

está siempre,
en  todas partes,

le fascina ser vista,
ser oída;

jamás se esconde.

Bastaría con cerrar los ojos
para verla, sentirla

pero es condición esencial
entregarse por entero
a esos amores
insustituibles;

creer, ser parte de ellos,

de los de verdad;

los únicos en que tiene que ver
en mucho o en todo

el alma.

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Cristina Del Gaudio

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