ciertas desilusiones,
desengaños,
desengaños,
en comparación a padecimientos superlativos
que oprimen a muchos en muchos sitios.
No importa si esta es mi cuota,
en este, mi lugar,
si mi aporte
son, serán
mis incondicionales palabras.
son, serán
mis incondicionales palabras.
No importa
si hoy río, como otras veces
cuando ayer lloré tanto y por tan poco,
-y quizás, muy poco
por tanto-.
No importan esas nimiedades:
los amores no correspondidos,
las desilusiones,
los fracasos que tantas veces,
no lo son tanto.
Importa el mundo, importa el dolor de demasiados inocentes
que no pueden jugar, ni reírse
como nosotros, como los nuestros.
Importa que en varios sitios
esté prohibida la voz,
censurado el decir,
aniquilado el pensamiento.
No importa si algunos eligen esta vida, este lugar,
tampoco, si otros decidieron escapar
sin saber que sus raíces, en algún momento,
los alcanzarán –si ya no lo hicieron-.
Aquí, un cielo interminable
cientos de pájaros,
árboles de brillante verde
que huelen a verano.
Y podemos debatir, discutir,
confrontar, reconciliarnos,
decirle a quien sea que lo extrañamos,
o todo lo contrario.
Importa la libertad,
la libertad de decidir qué hacer en cada caso,
de elegir con quién compartir cada instancia
o no compartirla;
importan, sobre todo,
nuestros sueños;
pensemos que en algunos lugares
se olvidaron de soñar,
apenas, dormirán, si es que pueden,
si el pánico al impacto de esas bombas
se los permite.
Pensemos
que tenemos la posibilidad de pensar, de proponer,
de crear,
un montón de personas a quienes amar,
a quienes demostrar nuestro sentir
de muy diversos modos;
claro que tenemos nuestras pérdidas,
nuestros muertos
finalmente, nosotros
somos una parte de ellos;
así, como una parte, la totalidad de este escrito
le pertenecerá en un rato, mañana,
a alguno, a otros
y ya no más
a mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario