Lo único.
Lo mejor.
Puedo pensar, deducir,
¡jugar!
¡jugar!
contar:
viajes,
amores,
olvidos;
viajes,
amores,
olvidos;
experiencias
que fueron, que pudieron ser,
que nunca se repitieron;
-solo necesito imaginarlo-.
Dar forma, fisonomía,
identidad,
a distintos personajes,
basarme en la “realidad”,
ficcionalizar.
Lo único:
mi premio, mi castigo.
El temor crónico: perderlo.
Este supuesto don,
la supuesta capacidad de usar los dedos,
que ellos digan lo que la mente les dicta,
lo que el alma les sugiere.
Estos papeles, pantallas, de todo tipo
que ataco, sin piedad
cuando surgen ideas,
provenientes de cualquier parte,
en cualquier circunstancia;
también, cuando quiero llorar,
se lea o no;
cuando quiero introducir,
entre-líneas,
algo que oculto;
cuando quiero soñar
esos sueños,
creer, por un rato,
en su concreción.
Lo único.
Lo mejor.
¡Gracias!
a alguien,
a todos,
¡a mi!
No hay comentarios:
Publicar un comentario